Campechano, el ron para despedir el año en Artemisa

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Un hombre que ronda los cincuenta años y trabaja para una empresa mixta cubano-extranjera, llamó a su madre en Artemisa para pedirle que no dejara de comprar las dos botellas de ron Campechano que dieron en la provincia por cada núcleo familiar para la despedida del año.

El ron Campechano embotellado en recipientes de plástico, tiene un costo de 65 pesos en moneda nacional, una cifra risible si se toma en cuenta la imparable inflación que hace más de un año se apoderó del sector comercial no estatal en Cuba, gracias a las medidas que eufemísticamente llamaron ordenamiento monetario.

El hombre de la empresa mixta no acostumbra a tomar esos rones. En los fines de semana que tiene libres, el funcionario se traslada hasta la casa de sus padres y hasta allí se lleva sus whiskeys y licores, o compra de vez en cuando una caja de cerveza, según cuenta la vecina, a quien a unas veces invitan y otras, sencillamente, les observa desde su portal.

Ni a él, ni a su madre, probablemente le hagan falta los 300 pesos en que están revendiendo las botellas por la izquierda, pero igual ya el cubano tiene vicio de reventa. La costumbre también hace al revendedor y en este país mucha gente se sustenta de eso y otras lo intentan, aunque sea por simple compulsión mecánica.

Justo en frente de la casa donde viene a tomar whiskeys los fines de semana el hombre de la firma cubano extranjero; un expresidiario, sujeto despreciado por casi toda la zona, se pasa los días “de buche en buche” con sus socios del lugar.

Uno de ellos ha estado preguntando a los vecinos si van a comprar la generosa oferta del estado y si alguien le dice que no, entonces él le pide que le cedan el Campechano, e incluso, “les da alguito por encima”. Dice otra señora, quien ya recibió la propuesta de canje que a ella no le conviene porque prefiere “venderla por más dinero”, señala.

El Campechano se dice que es el ron legítimo de esa provincia y nació en 2014 para “afianzarse en un mercado cada vez más exigente y competitivo, y donde Artemisa distinga por un ron de textura”, señaló por entonces un medio de prensa oficial.

Sin embargo, los propios tomadores habituales, con un paladar alcohólico a prueba de todo, dicen que si hay que elegir, ese que ahora dieron a dos por libreta para fin de año, no clasifica ni siquiera en los cinco primeros.

“Si nos van a dar un roncito porque no se tiraron con un Havana Club del más barato aunque sea. En definitiva ese también lo produce el país”, dice un señor en la cola de la bodega. “Lo compramos porque es lo que hay, y ellos lo saben, por eso nos mandan lo que les sobra”, dice el mismo señor con sus dos pomos en mano.

A unas cinco cuadras de la bodega está un kiosko de la cadena TRD donde a metros de distancia se divisan los estantes con agua, una salsa pesto carísima que pocos comprar y se acumula allí desde hace casi dos años, además de paquetes de culeros para niños.

Dos cuadras más adelante hay otro kiosko de la misma cadena, pero con productos en MLC. Allí si hay ron Havana Club, de varios precios, cervezas y tequila. Hay también una cola inmensa y más de la mitad son revendedores.

Una botella de ron en el mercado negro ronda como mínimo unos 600 pesos, pocos se dan el lujo de comprar alguno y si lo hacen es para una fecha especial. Ni el expresidiario, ni su socio pudieron tomar Havana Club o algo que se le parezca. Quizás tampoco pudo hacerlo el señor de la bodega, por eso bien decía que «los de allá arriba, tenían todo bien calculado y para no dejar a nadie sin su roncito», estaban dando el baratico que no pueden vender por MLC.

Al fin y al cabo lo importante, dirán ellos, es que nadie se quede sin brindar.

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