El médico cubano Rolando Pajón escapó de Cuba en 2007, aprovechando un programa de colaboración entre el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Cuba, donde dirigía un equipo investigativo, y la Universidad de Calgary, en Canadá.
Más de una década después, sin haber nunca regresado a la isla, Pajón fue un miembro clave del equipo que desarrolló la vacuna Moderna, comercializada actualmente como Spikevax y que ostenta una efectividad que ronda el 95% contra la Covid-19.
En una entrevista concedida al periódico español El País, Pajón comentó que haberse marchado de Cuba fue “una decisión muy fuerte. No sabía si tendría tiempo de volver a ver a mi abuela, ya mayor, y asumía que pasarían muchos años sin poder abrazar a mis niñas, porque el Gobierno no permite viajar a la familia ni a uno volver; lo considera un traidor. Pero yo sabía que mi futuro no estaba en un país como Cuba”. Entonces, sus hijas tenían respectivamente cuatro años y uno y medio, y solo pudo volver a verlas casi 7 años después.
En 2018 comenzó a trabajar con la empresa Moderna en proyectos de inmunización frente a la gripe, con el empleo de la tecnología de ARN mensajero, y cuando comenzó la pandemia del SARS-CoV-2 se convirtió en “líder del equipo que desarrolló todos los test y todas las pruebas de laboratorio que miden la respuesta inmune y la seguridad de la vacuna”, por lo que a la altura de la fase 3 de los ensayos clínicos de la vacuna, tenía que controlar la marcha de los experimentos en los 30 000 individuos que participaron en el estudio.
El cubano estaba encargado de “organizar las muestras, hacer los análisis, generar los datos, comprobar que los anticuerpos de nuestra vacuna neutralizan al virus en una población tan grande. Todo eso es un sistema muy complejo, con la participación de un equipo muy grande. Y yo estaba liderando ese equipo”, describe en la entrevista con el periódico español.
Pajón comentó además que un día de mayo o junio de 2020 —comenzaron sus estudios en marzo, casualmente justo cuando el virus azotó Cuba—, “muy tarde en la noche, nos reunimos con nuestros colegas para estudiar estos datos. Fue uno de los días más esperanzadores del proceso porque vimos que los anticuerpos eran capaces de neutralizar al coronavirus”, y ya para noviembre habían presentado los resultados definitivos a las autoridades de salud estadounidenses.
El médico y científico cubano comentó a El País que nunca esperó que la vacuna no funcionara pues los “que teníamos eran muy, muy consistentes. Sabíamos que la vacuna limitaba la infección de una eficacia del 95% en ese momento”, pero aunque el día de la aprobación fue “superexcitante, uno de los días más felices de mi vida”, también “fue un día difícil” porque “sabíamos que nuestra vacuna funcionaba, pero también que no teníamos suficientes para todo el mundo”, lamenta.
Tras su nombramiento, Rolando Pajón no sabe si se mudará a algún país de Latinoamérica o permanecerá en Boston, donde se asentó luego de residir un tiempo en California, y finalmente formó una familia con otra cubana que emigró de la isla años antes que él.
