«Fidelista» Mario Kindelán no se arrepiente de vender medallas 

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Lástima que haya habido que esperar  20 años para leer en el ciberespacio muchas  denuncias y lamentos de ex deportistas cubanos. Mismas medallas que un día fueron dedicadas al «Comandante» han terminado en manos exranjeras por unos dólares, cual caja de tabaco clandestina, para aliviar una situación personal, una imagen penosa para el deporte cubano a fin de cuentas. 

En una nueva saga del ex boxeador Mario Kindelán y sus medallas olímpicas, el exdeportista oriental dijo que no se arrepiente por la venta de sus preseas, pero se confiesa leal al occiso Fidel Castro a la vez que arremete contra la dirigencia deportiva.

“De la venta de mi medalla olímpica de Sydney 2000 todavía no me arrepiento. La vendí porque me vi en una situación crítica. No tenía prácticamente nada para comer ni para mantener a mis hijas, y tuve problemas personales que me llevaron al divorcio. La vendí porque era mejor tener cuatro o cinco pesos para poder comer que desertar”, dice Mario Kindelán, doble campeón olímpico del boxeo cubano, en una entrevista al medio digital  «Play Off Magazine» este lunes.

Las nuevas opiniones del ex capitán del equipo cubano ven la luz luego del revuelo causado por revelaciones la pasada semana del subcampeón olímpico y ex boxeador profesional el británico de origen pakistaní, Amir Khan quien aseguró que en una reciente conversación Kindelán intento venderle su medalla de oro olímpica de Atenas 2004.

Ambos fueron finalistas entonces en los 60 kg. Khan comentó que  rechazó comprársela, y por el contrario le regaló  el dinero que el holguinero pedía  para construirle una casa a su madre: 5,000 dólares. 

De acuerdo al Mirror Fighting, un socio comercial de Khan duplicó esta donación, así que la movida en el plano de la generosidad, no salió nada mal.

Después de aclarar que «nunca traicionaría a mi Comandante» (en alusión a Castro, muerto el 25 de noviembre de 2016 a los 90), repitió que «tuve que venderlas» y se preguntó  «¿por qué no sale a la luz también el robo que hubo en el Museo del INDER, de Holguín, a donde doné todos mis trofeos?”.

En un análisis por sorpresa realizado en La Habana a un grupo de atletas, el doble campeón olímpico recuerda que dio positivo a un diurético y la Federación Internacional le suspendió por  tres años, antes de partir a los Juegos Panamericanos de Mar del Plata en marzo de 1995.

Dijo que cuando le faltaba un mes para cumplir el castigo y necesitado de indumentaria deportiva para seguir entrenando por su lado, decidió hablar con el entonces presidente del Inder en su provincia

«Mario,  nosotros estamos muy contentos de que ya tu sanción se cumpla y que todo esté bien, pero los tenis que tenemos ahí en el almacén son para atletas que tengan perspectiva inmediata para el equipo nacional, ya tú eres un atleta desfasado. Creo que no te podemos ayudar en eso’. Como no sabía lo que quería decir la palabra desfasado en ese instante, le di la espalda y me fui”, sentencia.  

Kindelán reveló que con la ayuda de sus padres adquirió las zapatillas y en ese mismo año, fue campeón nacional, del torneo «Giraldo Córdova Cardín», de los Juegos de la Voluntad en Nueva York, de los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Maracaibo,  y de la Copa del Mundo en China.  

El medio narra que Kindelán además de sus resultados internacionales,  mlogró «entablar una relación cercana» con Castro a partir de una reunión de análisis de los deportes en la  que el boxeador pidió la palabra para discrepar de una evaluación realizada al boxeo, y consiguió de paso un elogio del gobernante.

“Ya te puedes imaginar cómo se puso la sala esa, y a los directivos del Inder. Me vieron siempre como una amenaza para sus cargos”, asegura Kindelán quien hoy presta sus servicios como entrenador en Bahrein y espera regresar a la Isla después de «levantar presión» y ya tuvo una buena señal con la donación de Khan y sus socios. 

Kindelán confiesa que en 2004 cercano los Juegos Olímpicos de Atenas, gestionó con Castro, en su oficina, la solución de viviendas para Odlanier Solís, Yan Barthelemy y Guillermo Rigondeaux, damnificados del devastador huracán Charley, una situación que los había apartado de la preparación.

El ex púgil relata que antes de esta gestión había planteado el problema  al presidente del Inder, Humberto Rodríguez González, quien le respondió que no podía hacer nada. Rodríguez llegó a este cargo tras fungir como presidente del Poder Popular en Villa Clara y en 2005 fue destituido como consecuencia de encontronazos con Esteban Lazo, un miembro del Politburó, según trascendió.

“Humberto me llamó para decirme que era una falta de respeto mía aparecerme en el Consejo de Estado. Bueno, si es una falta de respeto, que Dios me tenga en la gloria, porque  resolví el problema. Pero, de lo que más orgulloso estoy, es de que los tres fueron campeones olímpicos”, afirma Kindelán.

Poco tiempo después, Solís y Barthelemy , escaparon de una concentración en Caracas a fines de 2006 y Rigondeaux se fugó vía marítima de Cuba en 2009 tras fallar en su intento durante los Juegos Panamericanos de 2007 en Rio de Janeiro . Los tres se reunirían más adelante en Miami.

El holguinero asegura que los dirigentes del Inder «que estaban haciendo desastres»  » lo veían a  él como » una amenaza». porque, afirma «teníamos un padrino (…)que era el Comandante». 

Fustigó también al Inder por la destitución del histórico técnico Alcides Sagarra tras los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, una decisión que involucró al «hombre fuerte» del deporte, el presidente del Comité Olímpico Nacional, José Ramón Fernández.

Kindelán volvió a la carga contra Humberto Rodríguez, hoy radicado en República Dominicana en su condición de cónyuge de la  ex estelar voleibolista Mireya Luis, directiva en la oficina regional de este deporte para Norte, Centroamérica y el Caribe.Ambos , de paso, son dueños de una boutique de habanos en la nación quisqueyana. Luis obtuvo la ciudadanía dominicana en enero de 2022. 

Antes de esta experiencia, a su salida del Inder Rodríguez se insertó como abogado en el negocio de la flora y la fauna del Comandante Guillermo García y cobró más fuerza luego como «cuentapropista», mientras la tricampeona olímpica abrió en 2013 en Miramar, Playa, un restaurante italiano «Las Tres Medallas» con su anterior esposo, Gian Carlo Incerti. El establecimiento funcionó corto tiempo. 

“Al ministro del deporte en ese tiempo -no voy a decir el nombre por respeto a él y a su familia, solo que Dios lo tenga en la gloria, y que allá arriba se arrepienta de todo el mal que hizo-, no le gustaba el boxeo» especula Kindelán en alusión a Rodríguez.

«No sé si era porque no sabía de deporte o por racismo. Yo siempre lo vi por el racismo. Nos trataba mal, lo veía hablando cosas incoherentes y me paraba y me iba. No es que le faltara el respeto, es simplemente que cuando escuchaba que estaba diciendo mentiras, tenía que pararme e irme”, dice.   

Dice que desde se murió Fidel Castro el «trabajo político – ideológico» en el deporte ya no existe. “Antes, prácticamente era una deshonra que un atleta desertara.» afirma «Ahora se celebra un cumpleaños cuando se quedan dos o tres (…)  Es una falta de respeto, una falta de ética» 

«A mí me ofrecieron millones para que desertara y nunca lo hice, y no me arrepiento, porque tuve el mejor amigo del mundo, que los días de mi cumpleaños y los 31 de diciembre sonaba el teléfono y era él para felicitarme. Con eso nada más ya en mi casa no había ni que desayunar, ni almorzar, ni comer» afirma Kindelán en sus elogios al desaparecido gobernante y en medio de una inédita ola migratoria de cubanos, medallistas de todo tipo incluidos, como consecuencia de políticas fallidas y servidores públicos ineptos por décadas, además del embargo. 

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