«Cuba no será más el país de los actos de repudio»

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«Cuba en algún momento no será más el país de los actos de repudio. No será más el país del manifiesto odio entre cubanos. No será más ese país en el que se gasten miles de pesos de una economía en grave crisis para el asedio.»

Con esas y otras palabras, el periodista cubano Michel Hernández -, «el carretero musical» al que el oficialismo cubano censurador dejó sin su columna de crítica musical en el diario oficialista Granma -, analizó lo vivido en las últimas horas en Cuba, que es más o menos el mismo país que hemos vivido hace 62 años; porque si algo no ha faltado en Cuba durante todo este tiempo han sido los actos de repudio.

A veces solapados, otras veces públicos, los actos de repudio se han convertido en la isla en el método para violentar la paz de cientos y miles de cubanos que de algún modo han manifestado su disenso con el gobierno.

Haya sido a través de la música o el arte; en un centro de trabajo presentando su baja; o llegándose hasta las oficinas de Inmigración y Extranjería para solicitar su salida del país, el oficialismo y gobierno cubano ha utilizado los actos de repudio para hacerle ver a estas personas que el arte no es tan libre; que la palabra en Cuba tiene cadenas; y que desear marcharse del país, o siquiera criticar el modo de gobierno, puede tener consecuencias.

En la mayoría de los casos, esta suerte de bochorno público se ha limitado a eso: a ofensas verbales, escupitajos, encares; en otros casos, el espíritu de odio exacerbado ha terminado en la violencia física. Golpes, piñazos, palazos, empujones, bofetones, machetazos, huevos y piedras.

Y el hundimiento de un remolcador.

La mayoría de los cubanos creía que todo eso formaba parte de la historia pasada de Cuba (pero no olvidada) De la Cuba cuando Boca de Camarioca en el año 1965. De la Cuba cuando el Mariel en 1980. De la Cuba del Maleconazo en 1994. Pero no. Es historia reciente y presente.

Los últimos capítulos de esta novela de odio y rencillas entre cubanos, hermanos de sangre, la vimos el domingo 14 de noviembre y ayer lunes 15.

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Al final de su hermosa reflexión, Michel, joven como millones de cubanos afirma que su generación no verá tal vez el cambio, y de algún modo cuestiona su futuro, y el de muchos jóvenes cubanos de hoy, o adultos, cuando sus nietos le pregunten un día si ellos fueron parte de ese odio.

«Mi generación nunca lo verá porque mi generación no existe prácticamente en Cuba. No lo verán miles de cubanos que se entregaron a la utopía y hoy su utopía es la sobrevida, la sobrevivencia. Cuando llegue ese momento no sé qué pasara. No sé qué pasará cuando los nietos pregunten a la familia qué eran aquellos actos de repudio, aquellos gritos sin sentido en medio de las calles acompañados de las canciones que formaron parte de nuestro crecimiento emocional. No sé qué pasará cuando esgriman la peor pregunta de todas: “¿Abuelos ustedes fueron parte; abuelos ustedes alguna vez alimentaron el odio?»

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