6 cosas que tenían los aborígenes y que no tienen los cubanos de hoy

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En medio de la escasez cotidiana y el atraso galopante… ¿cuántas veces no ha sentido las ganas de decir que en Cuba estamos como en la época de los aborígenes?

Pareciera que, en lugar de adentrarnos en el siglo XXI, en Cuba retrocedemos a los años de la comunidad primitiva: vivimos casi en taparrabos, sin electricidad ni las comodidades que uno quisiera, a merced de un cacique que corta el bacalao, y curándonos con los brebajes y rezos de algún behíque.

En un país poblado mayoritariamente por descendientes de migrantes, y con apenas un reducto aborigen en las montañas de Guantánamo, las similitudes con las antiguas culturas de guanahatabeyes, siboneyes y taínos se hacen más notorias de lo que muchos podrían pensar.

Sin embargo, así de locos son estos tiempos, hay al menos seis cosas que los aborígenes disfrutaban, que no tenemos los cubanos de hoy, al menos no en las cantidades que desearíamos. Solo por entretenernos, les comentamos algunas de ellas.

1 – Tabaco: Si bien el tabaco tenía un uso más bien ritual, para que el behíque alcanzara una suerte de trance adivinatorio, una “curda” profética, los aborígenes de antaño “fumaban” directo de la mata, sin tanta metralla. Los españoles se quedaron locos al descubrir el tabaco. Ahora los cigarros están cada vez más caros y más malos, y sus químicos son un atentado contra el organismo humano.

2 – Agua limpia: Es cierto que no había acueductos ni plantas potabilizadoras, pero en los manantiales se bebía un agua fresca y limpia, incluso fría en las lomas de abundante vegetación, en un planeta donde aún no había calentamiento global ni otros contaminantes. Ahora el agua escasea, llega con mala calidad a los hogares -cuando llega- y hay que hervirla, para evitar una tragedia estomacal.

3 – Aire fresco: Más o menos el mismo panorama que con el agua; no había contaminación, el único humo que subía provenía del tabaco, o del fuego con el que se cocía el casabe, o de la hoguera que presidía los areítos. Dicen que Cuba podía pasearse de punta a cabo a la sombra, por la abundante vegetación, y esos bosques garantizaban aire fresco y puro. Ahora ni árboles quedan casi, y el marabú reina en los potreros.

4 – Casabe: ¿Recuerdan aquello de “a falta de pan, casabe”? Pues así estamos ahora en Cuba, sin trigo para hacer pan, o haciéndolo con sémola, mientras en los foros de resistencia creativa se presentan platos a base de casabe, como helado y otras tortas. El asunto es… encontrar yuca para hacerlo.  

5 – Frutas: Las frutas protagonizaban la dieta de las antiguas comunidades aborígenes, porque esa suerte de selva que era la isla estaba llena de matas de mango, mamey, papaya, guayaba, mamón, hicaco, jobo, pitahaya, anón y hasta la güibara (uva de playa). Si ahora consigue algo de eso, le cuesta un ojo de la cara, y es posible que haya sido madurado con químicos, a la cañona.

6 – Casas: Esto parecerá un chiste, pero no. Los aborígenes cubanos tenían más facilidades para acceder a una casa que los cubanos hoy día, entre otras cosas, porque era muy sencillo levantar un bohío, un caney o un ‘vara en tierra’, sin pagar por terreno o permisos. Era un mundo muy limitado, es cierto, pero al menos techo había, y si un huracán lo tumbaba, no era demasiado complicado alzarlo de nuevo.

Pero bueno, tampoco nos pongamos románticos, ni idealicemos lo primitivo… ¿Se le ocurren otras cosas que los aborígenes tuvieran que ahora nos faltan?

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