El gobierno de Cuba mira con tres lupas todas las donaciones que vienen del extranjero. Les pone trabas. No las acepta. Las rechaza. Se pone temeroso. «Estudia» -dice- desde hace 45 días y casi a punto de expirar el permiso que aviones de IBC Airways y Skyway Enterprises aterricen en La Habana con ayuda humanitaria proveniente de la Florida. Cree y manifiesta, a través de funcionarios de la Seguridad del Estado que participan en estas «negociaciones», que en esas cargas humanitarias y en la donación, los exiliados contrarios al «proceso» pueden introducir un virus. El ministro de Salud, Jose Ángel Portal Miranda, afirma iracundo en una reunión con altos cargos del PCC y del MINSAP que no cederá a la donación que quieren hacer desde Madrid porque la líder del grupo, Masiel Rubio, ha hecho fuertes declaraciones contra Cuba. O le gritan a Carlos Sibello, trinitario que en EE.UU. donó decenas de respiradores artificiales con la condición de que fuesen llevados a su ciudad natal, Trinidad, que él no es nadie para poner condiciones de donde el gobierno pone los respiradores que él compró con su dinero.
Estamos hablando de una donación y de otra. De decenas de donaciones. Todas en el exilio. Gestionadas por cubanos exiliados. La mayoría no simpatizantes con el gobierno, pero humanos ante todo.
A los activistas en Madrid, las aerolíneas le han limitado los espacios que le habían asignado para estas cargas. Es decir: para las maletas con medicinas que estaban enviando a Cuba. DHL, por su parte, suspendió la paquetería a Cuba y dejó a los activistas en México literalmente colgando de una brocha.
Todos los que podían hacer una donación más generosa y sustanciosa que la hecha la víspera por Omara Portuondo, enfrentan negativas y trabas. Los embajadores en esos países ni los llaman ni los visitan para preguntarles qué necesitan, o simplemente para darles las gracias.
El régimen cubano ni menciona el asunto, mientras negocia si esos aviones de la Florida cargados con ayuda humanitaria pueden aterrizar o no en la isla.
Sin embargo, y con mucho mérito, la cantante y leyenda de la música popular cubana Omara Portuondo hizo entrega de un pequeño donativo y los medios oficialistas hacen la «fiesta». El MINSAP también.
En días pasados, el cantante Arnaldo Rodríguez, el del Talismán, hizo entrega de otro pequeño donativo y los medios oficialistas y el MINSAP lo celebraron con júbilo inusitado.
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Y… ¡se agradece tanto el gesto de ambos! No cuestionamos las intenciones, ni la cantidad. Solo exponemos los hechos. La donación de Omara Portuondo es una ínfima parte de lo que en Miami tienen recolectado los activistas dirigidos por Mabel Cuesta y Enrique Guzmán. Muchísimo menos que lo que tienen recaudado en México los activistas» y Yelanys Hernández Fusté, que lleva semanas pidiendo que se abran los vuelos desde México, país que tiene más del 60% de su población vacunada, para poder enviar la ayuda humanitaria que tienen recopilada.
La donación de Omara Portuondo es incomparablemente menor a las casi tres toneladas que tiene recogidas en una iglesia de la Ciudad Lineal, en Madrid, Masiel Rubio. Muchísimo menos que las que se tienen en otra iglesia, en Valencia. Ayudas todas estas recogidas y gestionadas por cubanos residentes en el exilio a los que el régimen ni siquiera menciona.
A todas estas otras les pone peros, trabas, «negocia», «condiciona» o «exige». A la de Omara Portuondo no.
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