La odisea del agua en Cuba. ¿Cuánto cuesta una pipa?

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El agua también escasea en Cuba. Lo mismo en La Habana que en el interior del país la situación con el preciado líquido preocupa a la familia cubana y genera ganancias para los transportistas de pipas, quienes se encargan de venderlas a particulares.

El costo de una pipa de agua puede variar de acuerdo con la región del país. En la provincia de Artemisa, por ejemplo, es habitual que los clientes se dirijan hasta la sede provincial de la empresa de Acueducto y Alcantarillado y desde ese sitio gestionen el tráfico del líquido con alguno de los choferes que allí se abastecen y forman parte de cooperativas privadas.

El costo por aproximadamente seis mil litros de agua suele variar entre los 500 y 700 pesos, pero es la única opción para las personas a cuyos domicilios no llega el líquido vital. En el municipio de Artemisa, tres pozos generadores se encuentran con dificultades de funcionamiento, los mismos que abastecen a más de la mitad de la ciudad y ofrecen problemas técnicos en varias oportunidades a lo largo del año, pero nunca se logra dar con una solución definitiva.

Una funcionaria de la empresa de Acueducto coincidió en una peluquería con una de las clientas afectadas por la escasez de agua y dijo que la propia empresa estatal se encontraba muy endeudada y generando pérdidas constantes. La trabajadora opinó que mientras los clientes se negaran a pagar mensualmente el servicio, aun cuando este les faltara, la empresa continuaría incurriendo en pérdidas y por tal motivo, las molestias no tendrían una solución definitiva.

Argumentos de ese tipo, plantados en el absurdo o la ausencia de elementos abundan por las calles de la ciudad, y son las únicas informaciones que manejan los ciudadanos, mientras los medios de comunicación hacen oídos sordos y el agua se ausenta por semanas.

Cuando el conocido cobrador del agua en la zona pasó por la casa de un señor con problemas de locomoción y varias discapacidades, el enfermo se negó a pagar su factura debido a que en aquel momento sumaban más de 10 los días en que no habían tenido agua en su casa. Ya en el mes anterior la situación se había extendido por casi tres semanas. El encargado de la empresa estatal opinó lo mismo que la funcionaria en la peluquería y concluyó la conversación diciendo que el pago de la factura nada tenía que ver con la ausencia del agua. El señor enfermo continuó negándose y nunca le entregó el dinero.

De acuerdo con las explicaciones que han ofrecido en oportunidades pasadas los miembros de la intendencia municipal, las pipas de agua que pertenecen a las cooperativas privadas y las del propio organismo del estado, deberían prestar servicio a domicilio mientras exista falta de agua. Sin embargo, la precariedad hace que afloren otros procederes y la pipa se desvía para quienes aporten antes la suma de dinero requerida.

No obstante, lejos de que eso llegue a significar un problema, y aun pagando un alto precio, los manejos no establecidos de los piperos hacen que se resuelva la situación de muchas familias, las cuales ni siquiera reciben una respuesta oficial de cuándo se le pondrá fin a la escasez de agua.

En los días que corren ya los cubanos se han adaptado a pagar “lo que sea” no ya por una pieza de ropa, un perfume o una prensa, sino por necesidades básicas e impostergables como un trozo de pan, un paquete de picadillo, un muslo de pollo y hasta una pipa de agua.

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