Hace dos años atrás la cantante La Diosa lidiaba con una situación insostenible de acoso, precariedad y censura profesional por parte del gobierno cubano.
De hecho, la mayoría de las personas que la siguen hoy, la conocieron inicialmente por sus explosivas directas en redes sociales, donde denunciaba casi de forma diaria la gravísima realidad de Cuba y cómo le afectaba a su familia.
La Diosa estaba en Cuba solo porque su madre así lo quería y ella no la iba a abandonar. Ha dicho en varias entrevistas que se sentía sola, sin trabajo, que la gente no la apoyaba cuando ella denunciaba los mismos problemas que afectaban y afectan todavía a millones de cubanos. Pero todo eso cambió el 11J.
Si bien desde días anteriores a la gran protesta nacional La Diosa venía manifestando su malestar contra los actos injustificados de represión, no fue hasta el 11 de julio que vio a sus compatriotas tomar las calles y, coherente con su postura moral, decidió sumarse.
A diferencia de otros artistas que documentaron el proceso en redes sociales (algunos por colarse en las tendencias, otros para dar mayor visibilidad al movimiento del 11J), La Diosa dejó su celular dentro del carro y corrió al punto de La Habana donde se encontraba el mayor número de manifestantes.
En ese momento, La Diosa no era La Diosa, era una ciudadana más que clamaba por el respeto a los derechos humanos. Dicen testigos que se subió encima de una fuente y comenzó a alertar a los demás manifestantes sobre el acercamiento de la policía y militares vestidos de civil (y armados con palos).
“Yo fui atacada en redes sociales cuando sucedió”, dijo La Diosa en un video reciente, tomado cuando se encontró en Miami con uno de los cubanos que participó en la revuelta. A la cantante le exigían pruebas de su compromiso, pero ella, que salió sin su teléfono en el calor del momento, no las tenía.
“Esta es la segunda vez que te veo, la primera fue allí”, confirmó el hombre que la saludó en las calles de Miami. “Te vieron mi esposa, mis hijos… Soy testigo presencial”, agregó.
La Diosa se refirió al momento como “bastante caliente, ahí podía pasar cualquier cosa”, pero eso no la detuvo y sus estrictos valores no le permitieron hacer otra cosa que alzar la voz por los suyos.
