Actos de repudio hasta en las cárceles de Cuba

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«¡Abajo la gusanera!» gritaron otros presos a joven estomatólogo en la cárcel de Boniato, en Santiago de Cuba

El estomatólogo cubano Wilber Álvarez ha narrado al medio independiente Cubanet como dentro de una cárcel en Santiago de Cuba sufrió algo muy similar a aquellos actos de repudio de los 80.

«Fue el miedo más grande que he sentido. Me impresionó ver a todos esos hombres gritando con rabia. Sentí que yo era una carnada fresca y ellos animales salvajes que me iban a devorar. Era mi primera vez preso y sentí miedo por mi vida e integridad, que me hicieran daño una vez que entrara a la celda. Pensaba que si habían puesto a tantos hombres a darnos un acto de repudio podían obligarlos a hacernos algo peor por motivos políticos», describe Wilber a la periodista Claudia Padrón Cueto.

«¡Abajo la gusanera!», «Pa’ lo que sea Canel, pa’ lo que sea» y «¡Viva Canel!» eran las frases que vociferaban otros presos al paso de los nuevos que llegaban a la prisión de Boniato, en Santiago de Cuba.

Aquel 11 de julio, tras ver por redes sociales lo que acontecía en sitios como San Antonio de los Baños y Palma Soriano Wilber y algunos amigos se dirigieron al Parque Cuba -de Contramaestre. Allí nadie protestaba; pero ya ellos habían compartido videos de la gente que se había tirado a las calles. Vino entonces el enfrentamiento con agentes de la Seguridad del Estado vestidos de civil. Como él filmaba con su teléfono, violentamente lo despojaron de él.

El joven estomatólogo primero estuvo en la unidad policial de Contramaestre, luego en una antigua escuela que convirtieron en cárcel -todos la llaman El Eléctrico o La Polipalo, hasta terminar en Boniato. Fueron 35 días. «En la cárcel no todo fue malo: también conocí a mucha gente que piensa como yo y esa energía te contagia. Hace que no te sientas solo. Incluso cantábamos ‘Patria y Vida’ y hablábamos del país que queríamos. Es contradictorio porque estás preso, pero eres libre por primera vez. Allí compartí con gente de mi municipio y provincia que no conocía, pero con la que tenía deseos comunes: cambios para Cuba, otra vida».

Puede leer también: Cuba: del manotazo, al bofetón y a los golpes

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