Yenifer Dueñas y Yordanis Contreras sellaron su matrimonio este 14 de febrero en la Iglesia de la Comunidad Metropolitana de Matanzas, mientras esperan que sea aprobado en el país el nuevo Código de Familias que ya está siendo sometido a análisis público y donde al fin personas como ellos podrán ser reconocidas en su condición de familia.
En las fotos de la ceremonia se nota la mirada orgullosa del novio y el rostro radiante de la joven trans, quien dijo en sus redes que Dios bendecía a todos los que se amaran. En tanto, la propia página de la iglesia, la primera en Cuba con un ministerio radicalmente inclusivo, hizo constar que era una enorme bendición poder cumplir con los sueños de esta pareja.
Según lo que publica la revista digital Q de Cuir los jóvenes estuvieron acompañados por sus familiares y amigos, “quienes comparten el empeño de que pronto su unión se reconozca legalmente, y de que cada persona trans pueda dar el Sí, acepto con el pleno reconocimiento legal”.
Precisamente, ha sido el tema del matrimonio igualitario uno de los aspectos más punzantes y repudiados entre los que ahora mismo registra el anteproyecto del Nuevo Código de Familias que pretende ser aprobado en el país.
Elaine Saralegui Caraballo, Pastora de la iglesia matancera y quien ofició la ceremonia, dijo a apropósito en sus redes: “¡Qué enorme bendición poder cumplir los sueños de Jenifer Dueñas y Yordanis! ¡Qué forma más tierna de mirarla él! Quien se atreva a decir que Dios no estuvo allí, bendiciendo esa linda pareja, de seguro no conoce a Dios”.
No obstante, la mayoría de las instituciones religiosas del país continúan defendiendo el proyecto del llamado Diseño Original de la familia y han rechazado y combatido toda campaña inclusiva de las que han sido realizadas en Cuba.
“Fue un enorme placer celebrar este matrimonio y justo ahora en medio de las mentiras, la violencia y el acoso de grupos antiderechos”, comentó también Elaine Saralegui en la publicación de la revista Q de Cuir.
Hasta este momento, no basta con que la ley cubana no apruebe la unión formal y oficial de dos personas con distinta orientación sexual, sino que, a pesar de las campañas y la flexibilización de muchos estándares machistas, estas personas que deciden vivir con distinta identidad de género continúan siendo acosados y violentados tanto psicológica como físicamente.
Sin embargo, el estigma de la sociedad y de instituciones con mucha influencia y respeto en la población como la iglesia católica, parecen no tener fin y sostienen que la llamada “familia natural” se constituye a través del matrimonio, por eso no se debe conceder esta unión a otros tipos de familia.
Al respecto la psicóloga y feminista cubana Ailynn Torres Santana opinó en sus redes que “desde hace varias décadas el momento de la vida en que las personas contraen matrimonio, y la cantidad de los mismos, ha cambiado mucho”.
Es un hecho que las personas en estos momentos se casan muchísimo menos y que para formar una familia no resulta imprescindible estar unidos ante la ley. En el caso de Cuba, muchas parejas prefieren no hacerlo, o cuando lo hacen piensan en algún trámite burocrático o migratorio que puedan facilitar a través del matrimonio.
Aun sí, existen personas con la identidad de género que sea, quienes todavía sueñan con el momento simbólico de unir sus vidas y ofrecer una ceremonia nupcial que lo respalde. En esos casos, da igual que se trate de parejas heterosexuales u homosexuales, ambas son iguales de legítimas y no tiene el menor sentido que se les reconozca diferente ante la ley.
Desde 2019, cuando fue aprobada la nueva Constitución de la República de Cuba, el artículo 68 fue el gran protagonista de las discusiones desde que se sometiera a consulta popular. Allí se consagraba al matrimonio como una “Institución social y jurídica”, responsable como forma de organizar la familia, pero no la única existente.
Desde entonces se destapó la caja de pandora que muestra una sociedad anclada en el conservadurismo y la homofobia, pero no siempre de instituciones religiosas, sino de la población en general. La culpa es de un discurso antiguo y sin vigencia en la vida de este siglo, el cual pudiera cambiarse si se da luz verde al nuevo Código que tantas molestias vuelve a despertar y que urge, más que nunca, encontrarle una luz de consenso por el bien de la familia cubana en todas sus modalidades.
