Descemer Bueno: “Componer ha sido el colchón que no me ha dejado caer nunca”

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A Descemer Bueno (La Habana, 1971) lo han aplaudido como el genio detrás de los éxitos de Enrique Iglesias, Thalia, Ricky Martin o Melendi. Lo han venerado como un ícono de la cultura afrolatina en Estados Unidos. Más allá de las fronteras de su Cuba natal, lo han premiado de todos los modos posibles. A Descemer, el compositor, “porque es lo que he sido la mayor parte de mi carrera”. 

Sin embargo, el Descemer que interpreta sus propias canciones, el mismo que llenó hace pocos años el Miami Dade County Auditorium o el James L. Knight Center, porque miles de personas querían oírlo interpretar sus propias canciones, confiesa a Cuballama Noticias que actualmente su público está “fracturado”.  

Aunque acaba de lograr con ‘Así es la vida’, según su cuenta, su décimo segundo número uno en la lista de Billboard, de las más importantes del planeta si de medir la vida de un tema se trata, y espera volver a ser galardonado por la Sociedad de Compositores, Autores y Editores, el artista de 52 años no convoca con la misma facilidad que antes a su público natural, que es el cubano que está en el exilio, el que “sale y entra de la isla”. 

Cree que es de los pocos compositores cubanos que han pasado tal vez de los cinco número uno en el ranking de Billboard, sus canciones las conocen lo mismo en Medio Oriente que en Las Maldivas, pero desde que el también productor dejó clara su postura política en torno a Cuba, una que “tal vez antes no asumía”, su audiencia se ha fragmentado “mucho”.

Descemer Bueno. Foto: Cortesía para Cuballama/Yan Kemell.

“Hay personas que no te van a ir a ver porque ya te definiste de una forma o de otra. Y la mayoría de los cubanos de la diáspora responde a Cuba y a la gente que tiene necesidad de mantener vínculo con la isla. Si no hubiera pasado por algo así, no hubiera sabido cuánto se puede fracturar tu público y cuánto te puede afectar a ti, independientemente de que el compositor es lo que más sobrevive. Si he pasado por malos momentos como artista, componer ha sido como un colchón que no me ha dejado caer nunca”, señala.

No obstante, mientras prepara un concierto junto a su coterráneo Kelvis Ochoa para el próximo 26 de enero en el teatro Manuel Artime, de Miami, cuyas entradas están a la venta en www.cuticket.us, el autor de ‘Bailando’ y ‘Súbeme la radio’ admite que no se arrepiente de haber roto su silencio sobre la realidad cubana, tras años visitando su país, actuando allá, y siendo criticado por su indefinición política, sino que siente que de alguna manera lo que hizo fue un “suicidio”. O mejor, que se trató de “un sacrificio”, “como los del Paleolítico o el Medioevo”, que “no tienen mucha lógica”. 

“No tiene mucho sentido al final haberse quedado sin cabeza porque no representó nada, porque verdaderamente nada cambió, porque no se consiguió una unión, que era lo que podía haber definido aquel momento como algo a lo que se le pudiera haber sacado partido, sino más bien desunión”, lamenta el músico, que desde 2020 no puede entrar a la isla ni ver a su madre, que vive en La Habana y padece de Alzheimer. 

“Muchos de nosotros no tuvimos la suficiente inteligencia para no dejarnos caer en aquello que Celia Cruz explicó, de que no había que meterse en política, porque ella también lo sufrió. Imagina que ella misma, además de ser reconocida en el mundo entero, hubiera sido reconocida también en su país. Creo que es algo que le pesaba”, opina Descemer, que ha llamado “delincuentes y racistas” a los gobernantes cubanos y no olvida que hace décadas no podía ni siquiera ir de la mano de su esposa, una californiana, en Sudáfrica, porque ella era blanca y él, negro. 

-¿Hasta qué punto tocar con Kelvis Ochoa es como volver a las raíces cubanas?

-No solo a las raíces, sino a lo que nos convierte en artistas a ambos. Aunque tuvimos distintos comienzos, hay un punto en común para nosotros que es el saber estar encima de un escenario; componer (incluso a cuatro manos) durante un periplo bastante amplio; y contar con una historia de más de diez años en Cuba, ya que muchos tienen canciones suyas y mías como parte de su banda sonora.

-Hace poco te vimos junto al reguetonero Mawell y el cantante y compositor Lenier Mesa. ¿Has estado colaborando con ellos?

-He estado cruzando una vez más las fronteras de todos los géneros para encontrarme con lo que están haciendo los más jóvenes. Tuve la oportunidad de trabajar con Mawell virtualmente, y con Enrique Iglesias por teléfono. También tuve la oportunidad de trabajar con El Kimiko, Wow Popy, Dale Pututi y otros talentos, gente joven que viene con mucha fuerza y que quiere comerse el mundo, gente con voces bonitas y sangre nueva. 

Descemer Bueno. Foto: Cortesía para Cuballama/Yan Kemell.

-Después de tantos años escribiendo canciones, ¿qué crees que no le puede faltar a un compositor?

-Creo que saber reencontrarse, y tratar de cambiar un poco los códigos y romper esquemas. En ese momento me encuentro ahora. No empezando de cero, sino en una curva. Por ejemplo, lo que se está haciendo en Cuba ahora, en cuanto al reparto, me recuerda mucho a la rumba, es una encarnación de la rumba, una rumba neoclásica. Creo que es muy bonito que se pueda hacer con la rumba algo tan romántico. Es como un upgrade de la rumba, con armonías y con palabras que no tienen que ver con la rumba, sino con el proceso cívico que está viviendo la juventud cubana ahora.  

-¿De qué forma un compositor experimentado se reinventa?

-Sigo aprovechándome de las oportunidades que da una canción grande como ‘Bailando’ u otras que han sido importantes para la música latina o la música en general. Ahora mismo tengo una versión de la continuación de ‘Bailando’, que grabé con Gente de Zona, que hace Ahmed Chawki, uno de los más importantes músicos de Marruecos; y estamos esperando para lanzar otra, que sabemos que va a funcionar muy bien porque es con una artista grande de Rumanía. Sigo buscando colaborar con artistas reconocidos del mundo árabe. En Israel también hay muchos artistas que se han posicionado con canciones que hemos hecho juntos. Sigo trabajando en territorios que son importantes para mí, entre los que está además España, que toca directamente a Cuba, donde no puedo seguir trabajando como lo hacía anteriormente.   

-¿Por qué sigue siendo importante para ti defender tus canciones?

-Porque esas canciones abrieron una brecha en el mundo entero. Acabo de regresar de Emiratos Árabes Unidos, de Europa, y de cerca del Océano índico, y es muy fácil que se me conozca tan lejos porque, incluso sin hablar la misma lengua, si toco una canción mía, todo el mundo la conoce. Encontré en hoteles de Dubái canales de música latina donde ponen a los cubanos y eso es difícil encontrarlo en Europa. En el mundo árabe, se puede escuchar la música cubana al mismo nivel que se escucha toda la buena música latina. 

-Dos de tus canciones, ‘Bailando’ y ‘Patria y Vida’, se ubicaron entre las 50 mejores del pop latino del 2000 al 2023, según Billboard. ¿En qué medida mantienes viva la sed de éxito?

-Yo vengo de un mundo más basado en la música que en crear éxitos. Aunque me dediqué a hacer éxitos y me convertí en una persona hambrienta de éxito, me di cuenta que es como ganar la lotería. Hay personas que se han ganado cinco veces la lotería. Yo creo que soy de los que la ha ganado mucho.

Descemer Bueno. Foto: Cortesía para Cuballama/Yan Kemell.

-Recientemente estrenaste ‘Mercedes’, que es el nombre de tu madre y una canción con la que haces un homenaje a todas las personas con Alzheimer. ¿Cuál ha sido la principal herencia que ella te ha dado?

-La música. Ella y mi maestra de guitarra me salvaron en un momento en que yo quería ser camilito (militar). Me convencieron de que no podía hacer eso porque, con todo lo que habían hecho para entrenarme y que yo tuviera el nivel que tenía, dejarlo hubiera sido una locura. Además, me pidieron que no creyera en nada de aquello, que no era real. Entonces, me concentré en la música, que era un sacrificio, porque yo quería interactuar con los muchachitos del barrio, pero la música te lleva a otro nivel. 

“Por suerte, sigue viva esa Cuba que lanza a músicos y gente entendida al mundo, con propósitos de superación y con un alto nivel de competencia. Cuando sale un pianista cubano para la calle, por ejemplo, le da igual un ruso que un americano, porque él quiere ganar. Como nosotros queríamos ganar. Siguen saliendo especímenes de una potencialidad enorme y lo ves en los muchachitos que están haciendo reparto y están emergiendo talentos que, sinceramente, no he visto nunca. El nivel de talento que hay ahora no lo he visto en mi vida. 

“A medida que voy conociendo a estos muchachos, gente humilde, seria, con una perspectiva tremenda, y que están viniendo de una Cuba completamente destrozada, acabada, me pregunto de dónde salen o cómo sobreviven para hacer algo tan bueno, de tanta calidad (te guste o no). ¿Qué hace que esas personas que, como yo, que estaba parado en un solar que se inundaba de aguas negras, puedan creer en sí mismos, valorarse, y potenciar su voluntad, como Mawell, que tiene bailando hasta a la mujer de Cristiano Ronaldo, y facturen más que mucha gente aquí en Miami en la música? Hay muchos que están haciendo 20 mil dólares mensualmente sin salir de La Habana. Y, por el otro lado, están los que buscan cómo erosionar su carrera”. 

-¿Qué ha sido lo mejor y lo peor de ser madre y padre para tus hijos?

– Me siento muy feliz de haber hecho un papel como padre que nunca me imaginé hacer y tener que cubrir también la parte de la madre, aunque es difícil criarlos y pensar qué te depara el destino y cómo los vas a poder controlar. En Cuba es prácticamente al revés, porque muchos de nosotros somos criados por nuestras madres. Hay padres que se ocupan de los hijos, pero son los menos. 

“Es bueno ese deseo de querer ser padre y madre, y educar hasta el final, pero es difícil cuando los adolescentes están fumando marihuana a los 13 o 14 años; no hay un código para poder tratarlos, y los crímenes más llamativos, vienen de manos de ellos. Este país te da muchas oportunidades, pero también rompe muchos caminos y perspectivas de personas que tenían un sueño y no lo van a poder alcanzar. Además, siendo el país más rico del mundo, puede ser muy competitivo en el mal, como los más pobres. Aunque en Cuba desgraciadamente también se están viendo cosas de las que antes no oías hablar, como las drogas y los altos niveles de criminalidad. 

“Por ahora intento hacer con el varón, de 15 años, lo que me hicieron a mí, que casi me obligaron a ser músico, pero no estoy teniendo mucho éxito. Yo voy a seguir intentándolo, porque, pese a que le gusta el boxeo, es muy bueno con el rap. Las letras de Kanye West, por ejemplo, se las sabe de memoria. Creo que le podría ir muy bien. Lo veo como un Bad Bunny mezclado con Tupac Shakur. La hembra, de 12 años, ya está en la escuela de arte, porque le gusta pintar, pero también tiene una voz bonita. Ella está muy definida y es de las que piensa en grande”.

-Después de llevar una vida tan itinerante. ¿A qué llamarías tu hogar?

-Mi hogar sigue siendo Cuba y es lo que más sufro yo, porque en Cuba tenía todas las carencias del mundo, pero en la que no me faltaba el cariño de las personas que más necesito. Y el cariño de esas personas no lo paga nada. Yo prefería decir que estaba en un lugar donde no tenía muchas cosas, pero tenía eso; que estar sin eso en un lugar donde lo hay todo. El mundo es una balanza donde hay que saber vivir y creo que no hemos aprendido a vivir con una inteligencia más martiana, como aquello de que nuestro vino es amargo, pero es nuestro vino; o como Antonio Maceo, que podía sentarse a hablar con (Arsenio) Martínez Campos, su enemigo, escribirse cartas con él y establecer como protocolo que no lo dañaran. 

“Todo esos niveles de entendimiento se perdieron, no para mejorar, sino para caer en un vacío y en una ausencia protocolar y de saber conllevar una lucha con tu enemigo. Al enemigo, según se ha dicho siempre, lo más inteligente es tenerlo cerca. Los poderes luchan sin ningún tipo de clemencia, todo tipo de poder lucha sin clemencia, pero aun así se pueden tratar con respeto y sentarse a debatir. Creo que estamos un poco alejados de poder resolver nuestros propios problemas y es lo peor que nos puede pasar”. 

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