Las historias de estas dos cubanas, distintas pero conectadas, reflejan la añoranza, el desconcierto y, sobre todo, la inevitable dualidad que muchos cubanos experimentan al dividirse entre dos realidades que, cada una a su modo, dejan cicatrices.
Según el Observatorio Cubano de Derechos Humanos, citado por Cenital, casi el 90% de los cubanos sobreviven en esta situación, mientras que el 70% se ve obligado a saltarse al menos una comida diaria.
La historia de Marta y de otros niños Pedro Pan es un recordatorio del sacrificio que muchos padres hicieron para garantizar un futuro mejor para sus hijos, enviándolos lejos de la Cuba comunista. Aunque algunos niños sufrieron la separación familiar y las dificultades de adaptación, como Marta lo describe, para muchos fue "un gran paso hacia la libertad".
La disminución en la tasa de natalidad y las renuncias en el Consejo de Estado son síntomas de problemas más profundos. Muchos parecen haberse dado cuenta de que el barco, se está hundiendo.
La solidaridad mostrada en estos casos resalta la importancia de la comunidad y el apoyo mutuo, especialmente en situaciones de vulnerabilidad como la pérdida de un ser querido lejos de casa.
En lugar de llegar directamente a su hogar, como hacen todos, este joven le pidió a un amigo que llevara a su madre fuera de casa con alguna excusa, mientras él esperaba escondido detrás de una esquina.
Familias como la de Yaimí Diéguez, se encuentran a la espera del permiso que les permita subirse al avión para reencontrarse con su familia y comenzar una nueva vida.
Mientras Cuba sigue produciendo atletas de clase mundial, las condiciones dentro del país y las limitadas oportunidades para el desarrollo profesional y personal siguen impulsando a muchos a buscar un futuro diferente fuera de sus fronteras.