La crisis migratoria que enfrenta Cuba en la actualidad es una de las más severas de su historia reciente.
En febrero de 2024, Estados Unidos registró la entrada de 20,815 cubanos por diferentes vías, lo que representa una cifra alarmante que evidencia cómo la isla se está vaciando de su población, principalmente de aquellos en edad laboral.
Este éxodo masivo es una clara señal de que las medidas implementadas por el gobierno de Díaz-Canel, destinadas a mejorar la situación del país, parecen ignorar una problemática fundamental: la alta tasa de migración y sus consecuencias en la fuerza laboral y la economía nacional.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos reveló que en febrero se contabilizaron 189,922 encuentros de inmigrantes en su frontera suroeste, con un alto porcentaje correspondiente a cubanos.
Este flujo migratorio no solo supone un reto para las políticas de control fronterizo de Estados Unidos sino que también plantea serias interrogantes sobre el futuro de Cuba. ¿Cómo puede un país desarrollarse sin la necesaria fuerza laboral? La respuesta es compleja y multifacética.
Entre los migrantes, hay una alta deserción de profesionales de la salud, quienes, junto con los maestros, constituyen una de las principales fuentes de ingresos al PIB cubano. Este fenómeno no solo repercute en el sector económico sino también en el bienestar social de los que se quedan, exacerbando la ya crítica falta de servicios médicos y educativos.
La situación migratoria de Cuba es reflejo de un profundo descontento social y de la búsqueda de mejores oportunidades en el extranjero.
Los datos oficiales del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos ofrecen un análisis detallado de cómo llegaron los cubanos a territorio estadounidense, destacando un patrón ascendente en la cantidad de encuentros desde el año fiscal 2021, con un incremento pronunciado en 2022. Este patrón no solo ilustra la magnitud del problema sino también la urgencia de abordarlo.
El gobierno cubano se enfrenta a un dilema crucial: continuar implementando medidas que, aunque a su propio decir son pensadas para el beneficio de los cubanos, no abordan las causas fundamentales de la migración, o replantear su enfoque para crear condiciones que incentiven a su población a quedarse y contribuir al desarrollo del país.
La clave está en reconocer que sin una población comprometida y presente, los esfuerzos por mantener a flote la economía y garantizar los servicios básicos están destinados al fracaso.
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