A juzgar por las imágenes, Miguel Díaz-Canel no fue muy bien recibido en la barriada de Los Sitios, en Centro Habana.
No hubo mucho júbilo, las caras lucían cansadas; y pocos se animaron a alzar los brazos y recitar los versos de «Mi bandera», el famoso poema de Bonifacio Byrne.
La agencia oficialista Prensa Latina informa que el mandatario cubano Miguel Díaz-Canel se fue hoy hasta la barriada de Los Sitios, donde «visitó proyectos locales con impacto socio-cultural», y donde seguramente prometió mejoras, según lo visto en la cuenta de Twitter de la Presidencia, la cual señaló que Díaz-Canel, «aprecia y evalúa el apoyo que recibe la comunidad para mejorar la calidad de vida de su población».
Se trata de una barriada enmarcada en el municipio capitalino de Centro Habana, con un altísimo índice de desempleo y en la que resalta, más que nada, el pésimo estado del fondo habitacional. Allí imperan las ciudadelas, cuarterías, derrumbes, mal estado en general de casi todas -para no ser absolutos- las casas. No muy lejos de allí, apenas a unos metros, se alzan hoteles majestuosos con materiales que no faltan y renovadores. Eficientes energéticamente.
Dice Prensa Latina que Miguel Díaz-Canel dialogó con ciudadanos de la barriada de Los Sitios, pero las imágenes compartidas por la Presidencia en Twitter no parecen haber seguido las indicaciones de Cristina Escobar. De hecho no se ve el «pueblo» que le pidió Cristina.
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Muy parecida lució esta otra visita a Los Sitios, con relación a la casi privada que realizó el mandatario cubano en días pasados a otro barrio pobrísimo de la capital cubana: San Isidro.
Sin embargo, a la salida, y teniendo todavía fresco en su memorioa el criticón que le hizo la joven Cristina Escobar delante de medio gremio periodístico y ante las caras asustadas de algunos de la cohorte (a saber: Ronquillo Bello, Rogelio Polanco, Rosa Miriam Elizalde, entre otros) Díaz-Canel al parecer agarró, como pitcher, la seña del catcher. Pero…
En medio de la calle, dándose -como diría el oficialismo- «un mar de pueblo» en Los Sitios, a Díaz-Canel o algún acólito cercano se le ocurrió entonar los versos de Bonifacio Byrne.
Si se mira detenidamente el video, en la parte donde se recita «nuestros muertos alzando los brazos», fueron bien pocos los brazos que dentro de la muchedumbre agolpada cerca de la sede donde radica el Proyecto Sociocultural Cabildo Quisicuaba en Los Sitios, se contagió con la recitadera y alzó sus brazos para acompañar al Diazca.
Más bien fueron los brazos de la Seguridad Personal, y algunos otros de los que Díaz-Canel conversó o tenía cerca, los que se alzaron. El resto de las personas allí en Los Sitios, permanecieron impávidas, quizás resignadas, aburridas, desmemoriadas. No son muchos los de las generaciones más actuales que se conocen los patrióticos versos de Byrne.
Eso sí, cuando terminó el verso en «la sabrán defender todavía», unos pocos brazos sí se alzaron para despedir a Díaz-Canel.
En realidad no lucían agradecidos esos brazos que antaño se iban a los cortes de caña o a construir un edificio de microbrigadas.
Los brazos arriba lucían más como un compromiso, o para salir de este. O «porque los estaban filmando». El resto, la mayoría de los demás brazos, se quedaron abajo, cruzados, cansados… Sin fiesta.
Tal parece que el saludo no era un saludo, sino un «llévatelo, viento de agua».
