Crónica: Yo recogía clinker donde mismo ocurrió el accidente en la fábrica de cemento de Guabairo, en Cienfuegos

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Entre el año 1989 y 1990, durante varios meses, fui uno de los tantos soldados del EJT en Lajitas, provincia de Cienfuegos, que recogía clinker donde mismo ocurrió el accidente en la fábrica de cemento de Guabairo, en Cienfuegos. Nunca me dieron un casco.

Ver las imágenes del lugar del accidente me hizo pensar que, 35 años atrás, yo tal vez pude haber sido una de las víctimas. O tal vez, con más suerte, uno de los heridos.

Mientras repasaba las notas publicadas, donde se habla de un muerto y cinco heridos por el derrumbe de una tolva en la fábrica de cemento de Cienfuegos, específicamente una tolva del electrofiltro de un horno, reflexionaba sobre cómo pudieron los heridos escapar del desastre.

El derrumbe provocó el derrame de un material caliente, causándoles severas quemaduras a los trabajadores lesionados. Primeramente, se habló de una explosión, versión que fue negada posteriormente por el director de producción de la fábrica, identificado como Ernesto Gálvez, según declaraciones recogidas por el portal Prensa Latina.

La fábrica de cemento de Cienfuegos

La fábrica de cemento «Karl Marx», hoy conocida como la empresa mixta Cementos Cienfuegos S.A., se encuentra en el área de Guabairo, en Cienfuegos, no muy distante de la Unidad Militar 2506, enclavada en la zona de Lajitas, frente a la actual Planta de Asfaltos, en la carretera que une a la ciudad de Cienfuegos con esa zona, donde además, justo enfrente de la fábrica de cemento, se encontraba el batey del central «Pepito Tey».

En la fábrica laboran centenares de trabajadores del municipio de Cienfuegos, pero también emplean mano de obra residente en el batey del central, ya desmantelado, y también de la localidad vecina de Guaos e incluso de Cumanayagua.

La mayoría está vinculada a las labores que requieren mayor especialización, pero el trabajo duro nos lo daban a nosotros, los guardias del EJT.

Yo era uno de los aproximadamente 40 encargados de recoger con palas el clinker que se caía, junto con el polvo ya casi convertido en cemento, y echarlo nuevamente a la estera y de ahí al horno.

Por alguna razón que ahora no puedo explicar, las entradas a la zona de trabajo eran apenas ¿tres? huecos, y acceder al lugar requería que uno se agachase. Lo recuerdo porque, a pesar de los nasobucos que nos daban para no respirar el polvo, estos eran de tan mala calidad que uno terminaba respirando el polvo de alguna manera. Ya fuese porque se tupían o porque, como mínimo, se acumulaban grandes cantidades dentro; a cada rato uno tenía que salir de aquel «horno», donde la temperatura promediaba cerca de 40 grados, para respirar el mayor aire puro posible, si es que allí, en aquel descampado donde el cemento flotaba continuamente en el aire, había oxígeno.

Lo cuento para que quien lea esto sepa en qué condiciones debieron estar trabajando Dionel Figueroa Calunga, Francisco Díaz Urquiza, Hermes Rojas Campos, Carlos Aguilar Sabina, Alexei Aguilar Valdés y el fallecido, Raymundo Narciso Sarría.

La fábrica de Cienfuegos es la mayor productora de cemento de Cuba y una de las de más capacidad en Latinoamérica. Fue inaugurada en mayo de 1980 con equipamiento de fabricación alemana y, en la actualidad, tiene capacidad para producir 1.5 millones de toneladas anuales de clinker y cemento.

Antigua Unidad del EJT en Lajitas, Cienfuegos, justo en la carretera que une la ciudad con la Fábrica de Cemento de Guabairo. Foto Vía Google Maps.

El clinker

El clinker es un material granular que se produce como subproducto en la fabricación de cemento Portland. Es el resultado de la calcinación (proceso de calentamiento a alta temperatura) de una mezcla de caliza (carbonato de calcio) y otros materiales, como arcilla o arena, en un horno rotatorio. Durante este proceso, la mezcla se calienta a temperaturas que alcanzan los 1,450 °C, lo que provoca una serie de reacciones químicas que culminan en la formación de este material.

El clinker es una sustancia dura y grisácea compuesta principalmente por silicatos de calcio, aluminatos y ferritos. Estos compuestos son esenciales para otorgar las propiedades de resistencia y durabilidad al cemento una vez que se mezcla con agua y se convierte en hormigón.

Una vez que se produce el clinker, se muele finamente junto con una pequeña cantidad de yeso (que regula el tiempo de fraguado) para producir el cemento en polvo que se usa en la construcción. El clinker, por lo tanto, es el componente principal del cemento y es crucial para la fabricación de concreto, que es uno de los materiales de construcción más utilizados en el mundo.

El accidente

La prensa nacional, al cubrir el suceso ocurrido en la fábrica de cemento, señala que, al ocurrir la explosión, personal de rescate y salvamento actuó en el lugar del siniestro para sacar a los trabajadores atrapados por el derrumbe y transportarlos de inmediato al hospital provincial; incluso, hubo dos ambulancias que estuvieron a disposición para el traslado de los rescatados.

En lo personal, en casi dos años, yo nunca vi ambulancias allí. De hecho, nunca vi un puesto médico, ni tampoco un médico o un enfermero. Así que «la prontitud» en acudir al rescate de los sepultados bajo el derrumbe la podría hasta poner en tela de juicio.

La prensa señala también que las principales autoridades de la provincia cienfueguera y fuerzas del Ministerio del Interior (MININT) se presentaron en el lugar, pero ¿quién vela por la seguridad laboral de aquellos que allí estaban? Al menos que yo recuerde, y en aquella época existían mejores condiciones económicas en el país, a nosotros, los guardias, nunca nos dieron cascos. Nos dieron una pala y nasobucos.

En alguna ocasión, incluso, los nasobucos no alcanzaban. Tocaba entonces quitarse la camisa y usarla para tapar las vías respiratorias. Algunos las mojábamos en la pila de un vertedero cercano, pero luego de un rato, había que salir y quitarle el polvo que se le adhería y la ponía dura.

Justo ayer, se divulgaban cifras referentes a un reciente informe de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), donde se detallaba que las muertes por accidentes laborales en Cuba se incrementaron un 8.7% durante el primer semestre del presente año con relación al mismo período de 2023; y se daba a conocer que, tan solo entre enero y junio de este año, se registraron 851 accidentes laborales, de los cuales 23 fueron fatales, con un total de 25 trabajadores fallecidos.

Las cifras son frías si tenemos en cuenta que, en el caso de la fábrica de cemento de Cienfuegos, donde yo trabajé dos años, los guardias respirábamos continuamente polvo y clinker. Trabajábamos debajo de un horno con una temperatura insoportable, no había un bebedero con agua fría cerca, y al ser militares, no teníamos derecho prácticamente a reclamar nada.

Las condiciones laborales eran fuertes, injustas si se quiere, pero a nadie le importaba. Ni siquiera a quien por entonces era el director de la fábrica.

Raymundo Narciso Sarría era electricista. Tenía 61 años y era trabajador de la Empresa de Construcciones Ingenieras Ecoing-6. Estaba seguramente a punto de jubilarse, pero pude haber sido yo.

Dionel Figueroa Calunga, quien se encuentra hospitalizado en estado crítico extremo con 70% de quemaduras en el cuerpo, pudo haber sido «Franklin», uno de mis compañeros en aquella brigada del EJT que, bajo condiciones de explotación, recogía polvo y piedra clinker junto a las esteras debajo de los hornos y las tolvas.

Francisco Díaz Urquiza pudo haber sido «El Negro Nguyen», otro de aquella brigada, y ahora no estaría recibiendo «la atención necesaria, incluyendo hidratación, analgésicos, antibióticos y curas intensivas».

Hermes Rojas Campos pudo haber sido «El Carpintero»; Carlos Aguilar Sabina, ser «Sabina», como su tocayo de apellido; y Alexei Aguilar Valdés, ser «Alexei», ahora en Miami, que el tiempo en que no estuvo preso en la Unidad, o luego en Canaleta, paleó clinker como todo condenado en medio de aquel amasijo de hierros, planchas de zinc y polvo.

Según el periódico 5 de Septiembre, las fuerzas del Ministerio del Interior investigan las causas del suceso, pero así nos dijeron con la explosión del Hotel Saratoga; el incendio en la base de supertanqueros de Matanzas, y aún las estamos esperando.

Tal vez esta no sea una crónica propiamente dicha, pero en pocas ocasiones yo he sentido tanta afinidad con alguien en Cuba. Entiendo la lógica. Yo soy colega de trabajo, con 35 años de diferencia, de Figueroa Calunga, quien tiene un 70% de quemaduras en su cuerpo y que ha sido reportado como crítico extremo.

Siento la misma quemazón en la piel que Francisco Díaz Urquiza, quien afortunadamente solo tiene un 24% de quemaduras, pero así y todo ha sido reportado como muy grave.

Debí tener, como Hermes Rojas Campos, también con un 24% de quemaduras en su cuerpo y reportado como grave, la misma cantidad de polvo caliente en mis pulmones.

Seguramente sentí las mismas ganas de que llegaran las 5:00 p.m., que en algún momento sintieron Carlos Aguilar Sabina, de 33 años, el más joven del grupo, «solo» con un 12% de quemaduras y que al igual que Alexei Aguilar Valdés (5% de quemaduras) han sido reportados como menos graves.

Todos ingresados en el Hospital Clínico Quirúrgico de Cienfuegos. Por una de esas casualidades del destino, ubicado a tan solo unos 150 metros de mi casa.

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