La violencia de género en Cuba tiene un fiel «acompañante»: la PNR. Un agresor que prometió matar a su pareja, es detenido y le imponen una multa de 500 pesos. La tía de la joven abusada afirma: «La vida de una mujer en Cuba vale menos que un litro de aceite»
El 18 de septiembre de 2024, una grave denuncia de violencia de género conmocionó las redes sociales cubanas. Marisol Peña Cobas, residente en Camagüey, reveló que su sobrina fue víctima de una brutal agresión por parte de su ex pareja. Lo que hace aún más alarmante el caso es la inacción de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) de Camagüey, que decidió cerrar el caso sin tomar medidas contra el agresor.
Este hecho ha desatado una oleada de críticas, señalando nuevamente la falta de protección hacia las mujeres cubanas víctimas de violencia de género, un mal que parece no tener fin.
Inacción policial: un patrón alarmante
Según relató Peña Cobas en su perfil de Facebook, el agresor golpeó severamente a su sobrina, dejándola con varias heridas visibles.
Sin embargo, la actuación de la policía dejó mucho que desear. No solo decidieron cerrar el caso sin investigar a fondo, sino que expulsaron de la estación policial a la joven, junto a su hijo y su madre, que habían acudido allí buscando protección.
«Así de golpeada dejó el agresor a mi sobrina», escribió Peña en su publicación, acompañando su mensaje con fotografías que evidenciaban las lesiones sufridas por la víctima.
La indignación de Peña no solo va dirigida a la policía, sino también al régimen cubano, al cual acusa de ser cómplice de la falta de protección hacia las mujeres en casos de feminicidio. En su opinión, esta indiferencia oficial es una de las principales razones por las que tantas mujeres son asesinadas cada año en Cuba a manos de sus parejas o ex parejas.
Medidas insuficientes y la constante amenaza
Peña también compartió un video en el que su sobrina explicó que, aunque la policía había detenido brevemente a su agresor, solo se le impuso una multa de 500 pesos y una orden de alejamiento.
La víctima expresó su temor ante la falta de protección efectiva, argumentando que esas medidas eran insuficientes para garantizar su seguridad. «Solo iría preso si le diera puñaladas a algún miembro de mi familia», relató la joven con desesperación.
Lo más preocupante es que, en lugar de brindarle una solución real, la policía decidió mantener a la víctima y a su hijo dentro de la unidad policial como medida de protección temporal. Sin embargo, las condiciones de vida en esa estación eran deplorables, y finalmente fueron expulsados tras el cierre del caso.
«No han ido a buscar al agresor», enfatizó Peña en otro video, dejando claro que el peligro para su sobrina sigue latente.
Feminicidios en aumento y una respuesta oficial ineficaz
El caso de esta joven camagüeyana no es un incidente aislado. En los últimos años, los feminicidios han aumentado de manera alarmante en Cuba, mientras las autoridades parecen no tener respuestas efectivas para detener esta ola de violencia.
Así lo reconoce Casa Palanca, en un extenso pero muy recomendado artículo publicado en la plataforma Cubanet Noticias.
Solo en agosto de 2024, las plataformas feministas independientes elevaron la cifra de feminicidios a 34 en lo que iba del año. Entre las víctimas se encuentran Saimy Hernández, asesinada en un espacio público en Mayabeque, y Linda Nay Flores Vargas, cuyo cuerpo fue hallado en un vertedero de La Habana.
Los observatorios independientes de violencia de género han registrado un total de 285 personas dependientes de mujeres asesinadas desde 2019. Estas cifras subrayan no solo la magnitud de la tragedia, sino también el impacto devastador que tiene la violencia feminicida en las familias y comunidades.
Un caso reciente que refleja la desesperación de las familias es el de Araceli Cala Pérez, de 32 años, desaparecida en Pinar del Río. Su cuerpo fue encontrado en un manglar por su propia familia, tras días de búsqueda sin la ayuda de la policía. El agresor, su ex pareja, tenía antecedentes de violencia y la había amenazado repetidamente, pero nunca fue investigado seriamente por las autoridades. La familia de Araceli, como tantas otras, quedó desamparada tras su feminicidio, y sus hijos ahora dependen de una escasa ayuda estatal que no cubre ni sus necesidades básicas.
Falta de políticas integrales y reconocimiento de las víctimas
La situación en Cuba es particularmente alarmante debido a la ausencia de una legislación específica que proteja a las víctimas de violencia de género y a sus dependientes. Mientras que en otros países de la región se han implementado leyes para ofrecer reparaciones económicas y psicológicas a los hijos e hijas de mujeres asesinadas, en Cuba este tipo de apoyo es prácticamente inexistente.
Observatorios como el Observatorio de Género Alas Tensas (OGAT) y la plataforma Yo Sí Te Creo en Cuba (YSTCC) han trabajado arduamente para registrar y visibilizar los casos de feminicidios en el país. Sin embargo, sus esfuerzos se ven constantemente limitados por la falta de recursos y la represión gubernamental. Estas organizaciones insisten en la necesidad de reconocer a las personas dependientes de las víctimas de feminicidio como víctimas directas, que también necesitan apoyo y reparación.
Un problema estructural que requiere soluciones urgentes
El caso de la joven camagüeyana y otros similares evidencian un problema estructural que requiere soluciones urgentes. No se trata solo de castigar a los agresores, sino de cambiar un sistema que, en su inacción, perpetúa la violencia contra las mujeres. La falta de campañas masivas de concienciación, la impunidad y la normalización de la violencia machista en la sociedad cubana son factores que contribuyen al aumento de los feminicidios y a la indefensión de las víctimas.
Las palabras de Peña Cobas resuenan como un grito de desesperación ante la falta de protección efectiva por parte de las autoridades. «Esta falta de respuesta es la razón por la que tantas mujeres son asesinadas», afirmó, visibilizando el dolor de tantas familias que han perdido a sus seres queridos a manos de la violencia de género.
La violencia feminicida en Cuba no solo mata a las mujeres, sino que deja tras de sí un rastro de sufrimiento y desamparo en sus hijos, padres y familiares. Urge un cambio en las políticas de protección y una mayor responsabilidad por parte del Estado para prevenir que estas tragedias sigan ocurriendo. Mientras tanto, la lucha de organizaciones feministas y familiares continúa, buscando justicia y dignidad para todas las víctimas de este flagelo que parece no tener fin.
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