Cuenta una amiga, cuyo nombre no estoy autorizado a revelar, que en enero del 2019 cuando ella y una tropa de activistas se aparecieron por el Consejo Popular Camilo Cienfuegos, en Habana del Este, la primera pregunta que se les hizo por los funcionarios del gobierno que allí estaban era que «quién los había mandado».
Dichos funcionarios no entendieron la respuesta que se les dio: «nadie». Entonces, lo que hizo una de esas tristes funcionarias fue montar a algunas de las activistas en un jeep, y comenzar a darles un paseo en el cual les mostraba las «bondades de la Revolución», o «cómo la Revolución había transformado aquello en un Consejo Popular próspero», al que lamentablemente el tornado había destrozado.
El tour hubiese seguido durante horas de no ser porque esta amiga le pidió a la funcionaria del gobierno en Habana del Este que las bajase del carro, argumentándole que ellas no habían ido allí a pasear en auto, sino a repartir entre los necesitados alimentos y ropa.
Traigo a colación la anécdota porque pinta de maravilla para la ocasión. Diez años después de un diagnóstico hecho para solucionar los problemas del barrio en el Consejo Popular Camilo Cienfuegos de Habana del Este, se aparecieron allí autoridades de La Habana para recorrerlo, asegurarles que «ahora sí» y sabe Dios cuantas promesas más.
Le llaman «dar seguimiento» al programa de transformaciones de los barrios, pero hacía diez años que ningún funcionario se posaba por allí -como pitirre en el alambre- para hablarles de un ambicioso plan que se le ocurrió a alguien un día y que quedó congelado en la memoria.
Ahora, luego de que miles cubanos -algunos de los barrios más pobres de La Habana- salieran a las calles a protestar el pasado 11 de julio, autoridades habaneras recorrieron este miércoles el Consejo Popular Camilo Cienfuegos, en La Habana del Este.
Verde con puntas…
Allí, y me remito al testimonio de esta amiga, «lo que se cuente es poco».
El periódico oficialista Tribuna de la Habana indica que falta de todo. Los problemas de viviendas son los más; pero tampoco existe un alcantarillado adecuado, y las aguas putrefactas pasan por delante de las viviendas. No hay trabajo, cerca, y ni siquiera las madres tienen donde dejar a sus pequeños hijos para irse a trabajar pues ni siquiera existe un Círculo Infantil.
La cantidad de obras pendientes desde hace una década son incontables. Escuelas primarias y secundarias; consultorios y un policlínico; edificios multifamiliares; unidades de comercio. Todo, absolutamente todo se ha ido deteriorando con el tiempo o postergando. Se necesita una farmacia, además.
Hasta allí viajaron varios de los más altos funcionarios de la capital, entre ellos Luis Antonio Torres Iríbar, primer secretario del Partido Comunista en La Habana; junto a la intendente del municipio, Diana Rosa Surís Pardo.
Dice Tribuna de la Habana que luego en Alamar estaba toda una pléyade de funcionarios locales, incluida la presidenta del Consejo Popular, Margarita Basilia Araújo Suárez, y la presidenta del Comité de Defensa de la Revolución del lugar, Imayads Moreira Serrano.
La semana anterior, Iríbar estuvo en los barrios marginados de El Palenque, en el municipio de La Lisa, y La Corbata, en el municipio de Playa; y es probable que antes que termine el año no le alcancen las fuerzas para visitar oficialmente a los 65 barrios marginales o zonas deprimidas de La Habana.
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No lo habían hecho durante años, asignando recursos a la construcción de hoteles…
Cuenta esta amiga de la cual les hablaba al principio, que en enero del 2019, días después del tornado de La Habana, ella se personó en una oficina del Consejo de Administración Popular en Habana del Este, a fin de que les facilitaran un vehículo para llegar a no sé cual barrio alejado de la periferia, ubicado en no sé cual Consejo Popular. La funcionaria que la atendió -al ver que la acompañaban otras chicas jóvenes, temió por su seguridad. Les dijo que hasta allí no llegaba ningún vehículo; que ella misma no tenía auto para llevarlas, y ante la disposición de las activistas de seguir a pie, pero que alguien les indicara el camino, la funcionaria optó por lanzarles una frase para atemorizarlas: «Niñas, eso allí es Indaya».
Los «Indaya», en su mayoría Consejos Populares abandonados a la vera de Dios, que se sepa no pueden ser transformados de un día para el otro.
