Damas de Blanco: ¡Conquisten la vida de sus hijos presos!

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En el año 2003 a un grupo numeroso de mujeres cubanas no les importó en lo absoluto que el gobierno cubano se ensañara contra ellas con críticas y descalificaciones. Sabían de sobra que serían arrestadas, golpeadas, empujadas, expulsadas de sus centros de trabajo; pero con la mente puesta en un objetivo, lograr la excarcelación de sus seres queridos, presos políticos en su inmensa mayoría, salieron a las calles armadas de un gladiolo blanco a marchar en silencio y adoptaron un nombre: Damas de Blanco.

Hoy, duele decirlo, hay más presos políticos en las cárceles de un país que, sin mirar las estadísticas, quintuplica fácilmente la cantidad de universidades que posee.

Hoy, miles de cubanos están tras las rejas por tan solo desfilar, protestar el pasado 11 de julio. Algunos por filmar o tomar fotos de lo acontecido ese día. Otros, por estar simplemente parados en una acera mirando a la muchedumbre marchar.

La fiscalía ha pedido para muchos de ellos, adolescentes y jóvenes en su inmensa mayoría, penas que oscilan entre diez y veinte años de cárcel. En algunos más, amparada ella en la impunidad y el descrédito que les da un gobierno donde no existe estado de derecho alguno, a los que se les ha instruído del delito de sedición.

Sí, las Damas de Blanco buscan un relevo generacional y las bases para que las cientos de madres cubanas que tienen actualmente a sus esposos, hijos, hermanos y padres tras las rejas, necesitan que el gobierno las escuche; necesitan presionar al gobierno.

Necesitan que se admita que, en muchísimos de esos casos que involucran a sus familires queridos, se violaron leyes del llamado «debido proceso». Por si fuera poco, en no pocos casos, se les ha instruido y condenado a personas en base a un testimonio. Verbal. Y basta.

El poder, se conoce también, hasta ha jugado con las cartas que ha tenido en la mano. A cientos de madres les han «sugerido» que no hagan ruido sobre el asunto para que no se le complique el asunto a su ser querido preso. Engañadas todas, necesitan mirar a la historia de Cuba más reciente.

Necesitan poner sus ojos y su mente en el año 2003. En el ejemplo de Laura Pollán. En las Damas de Blanco. En madres y mujeres como Berta Soler, Dolia Leal Francisco, Julia Núñez, Alejandrina García de la Riva, Gloria Amaya González, Milka María Peña, Melba Santana Ariz, Clara Lourdes Prieto, Yolanda Vera Nerey y Gisela Sánchez Verdecia. A fin de cuentas no hay muchas diferencias entre aquellas y estas que hoy, también, de alguna manera, son madres, esposas, hijas y hermanas de personas que salieron a la calle ejerciendo un derecho demócratico reconocido internacionalmente.

No existe, en el código penal, una figura delictiva que tipifique el delito de «pararse en la acera», «caminar en la calle».

Las nuevas Damas de Blanco cubanas necesitan reconocerse; mirarse a sí mismas y saber que «algo más» esperan sus seres queridos de ellas.

No existe un abismo entre aquellas Damas de Blanco y estas que hoy, necesitan salir a reclamar la libertad de sus familiares más allegados. No existen, siquiera, causas diferentes.

Inconscientemente o no, la búsqueda de la libertad, la conquista de sus derechos humanos, entre ellos el derecho a tener una vida más digna, un mejor salario, no tener que robar, inventar o «luchar» para poder vivir, y garantizar con su trabajo el pago de una vivienda digna, de alimentos dignos, fue lo que lanzó a la calle a miles de cubanos el 11 de julio.

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El gobierno cubano podra juzgar al «bloqueo» como el responsable de cada cosa que le falta al pueblo cubano; pero el bloque no parece afectar a Sandro Castro, nieto de Fidel Castro y sobrino de Raúl Castro para que, aún sin haber trabajado un día en su vida, ostente una vida de lujos y sea propietario de uno de los bares más lujosos de La Habana.

Si aquellas Damas del Blanco del 2003 salieron a reclamar por aquellos «activistas democráticos presos por el solo hecho de ser disidentes de la dictadura de los hermanos Castro (Fidel Castro y Raúl Castro)»; o en su defecto, por los que el régimen cubano llamó «instrumento político del imperialismo estadounidense», estas de hoy – creánme – saldrán por lo mismo.

Aquellas Damas de Blanco surgieron tras la llamada Primavera Negra de Cuba. Clamaban por la vida de 75 personas, algunos condenados a penas de hasta 28 años de prisión por «atentar contra el Estado» y «socavar los principios de la Revolución».

Esta, es la Primavera Negra de ustedes, nuevas Damas de Blanco. Reclamen por la vida de sus hijos.

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