No son los ministros, es el sistema

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La situación económica y política de Cuba trasciende las figuras individuales de sus ministros, apuntando hacia deficiencias estructurales del sistema en su conjunto.

Bajo el liderazgo de Miguel Díaz-Canel, Cuba ha experimentado una serie de cambios recientes en su gabinete, especialmente en áreas críticas como la economía y la alimentación.

Sin embargo, a pesar de estos cambios, los problemas estructurales persisten, evidenciando que las dificultades no radican en las capacidades individuales de los ministros, sino en el sistema económico y político del país.

La economía cubana ha visto pasar a once ministros de economía sin lograr superar las limitaciones de un modelo que muchos consideran fracasado.

Esta rotación constante en puestos clave refleja la incapacidad del sistema para adaptarse y superar los desafíos económicos, lo que sugiere que los problemas van más allá de las figuras individuales.

Según el economista Omar Everleny Pérez Villanueva, en declaraciones ofrecidas a Martí Noticias, Cuba enfrenta uno de sus peores momentos económicos, con indicadores negativos en casi todas las áreas.

La inflación aumenta, la producción agrícola disminuye significativamente, y la distribución de alimentos es cada vez más incierta, afectando principalmente a las familias más vulnerables. Pérez Villanueva destaca la falta de soluciones concretas y la ausencia de un diálogo efectivo con el sector privado, lo que agrava la situación.

El régimen cubano no acaba de entender que existe un problema estructural de fondo que incluso, a los ministros más capaces, les cuesta trabajo enderezar su cartera, limitado y atado a un sistema y partido político que controla y cuestiona cada decisión siempre mirando por un prisma ideológico.

El régimen insiste en su fallida «Política de Cuadros» y los nombramientos recientes parecen ser propuesta de Díaz-Canel que parece interesado en nuclearse con gente de su confianza alrededor.

Prueba de ello es la designación de Alberto López Díaz como el nuevo Ministro de la Alimentaria; un nombramiento que ha generado controversia debido a su falta de experiencia directa en el sector y porque este mismo fue incapaz de enderezar la industria alimentaria en Villa Clara, donde incluso llegó a tomar medidas más que contraproducentes.

Este nombramiento de López Díaz ha suscitado dudas sobre la capacidad del gobierno para abordar los problemas de fondo en la producción y distribución de alimentos, un sector crítico para la seguridad alimentaria del país.

La crisis que enfrenta Cuba es un reflejo de un sistema que necesita reformas profundas. La rotación de ministros y los cambios superficiales en el gabinete no abordan las raíces del problema.

La falta de divisas, la dependencia de importaciones y un modelo económico que no incentiva la producción son desafíos que requieren una revisión estructural. La solución no radica en cambiar ministros, sino en transformar el sistema para que sea capaz de responder a las necesidades de la población y fomentar un desarrollo económico sostenible.

Este análisis sugiere que, para superar la crisis, Cuba debe mirar más allá de las figuras individuales y enfocarse en reformas estructurales que aborden las deficiencias del sistema económico y político.

La participación del sector privado, la diversificación económica y la creación de un entorno que fomente la inversión y la producción son pasos cruciales hacia la recuperación y el crecimiento sostenible.

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