Cubanos y el futuro incierto rumbo a Estados Unidos

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Como parte de una nueva política anunciada el jueves, el gobierno de Estados Unidos ha determinado que «solo» aceptará a 30.000 personas por mes, procedentes de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela, con la salvedad de que, quienes lo hagan, deberán llegar legalmente, además de tener patrocinadores elegibles y pasen verificaciones de antecedentes penales. La medida ha entrado en efecto inmediatamente y ha dejado, en el limbo, a miles de cubanos que estaban entrando en masa, diariamente por la frontera sur de los EE.UU.

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Dicho de otro modo: al parecer se ha acabado «el relajito» con los migrantes de esos tres países, cubanos incluidos, en la frontera. ¿Qué queda para los cubanos? Un futuro incierto.

Ni siquiera los balseros lo tienen claro. Cientos de ellos se encuentran detenidos en centros migratorios del Sur de la Florida y no se sabe qué sucederá con ellos. Se presume que todos (son más de 500) serán devueltos a Cuba. Los que lleguen a partir de ayer, enfrentarán igual destino.

Mientras, los familiares de estos, que llegaron a partir del 31 de diciembre, se encuentran plantados en las afueras de estos centros de Inmigración reclamando que los suelten. Que ellos se harán cargo; pero…

Funcionarios de Seguridad Nacional dijeron a la agencia AP que 337 migrantes fueron llevados el jueves por un barco de la Guardia Costera desde el Parque Nacional Dry Tortugas en un viaje de 70 millas a Key West para su procesamiento. Tal vez muchos de ellos crean – con seguridad o sin ella – que serán liberados y puestos «en observación», pero la medida recién entrada en vigor y anunciada por Biden ayer los tiene literalmente en un limbo, luego de que «en medio de la afluencia en Florida y una mucho mayor en Texas, la administración de Biden anunció nuevas reglas de inmigración el jueves.»

¿Qué sucederá con los balseros? Se desconoce. Lo que sí es muy probable que aquellos cubanos «sin patrocinador», no sean admitidos, como hasta ahora venía siendo, en territorio de los Estados Unidos.

Y es que el anuncio de que la administración Biden comenzaría a expulsar a los cubanos que cruzan ilegalmente la frontera entre Estados Unidos y México, – al igual que nicaragüenses y haitianos – como había venido haciendo con los venezolanos, ha arrojado toneladas de incertidumbre sobre el destino de cientos, miles de cubanos que están en la isla soñando con «el viaje» que los sacaría de la miseria.

AP reafirma que, hasta ahora, lo que hay, es que aquellos que son detenidos en el mar «Cuba los aceptará», como hasta ahora había venido haciendo.

«Casi 8,000 cubanos y haitianos han sido interceptados desde agosto, alrededor de 50 por día en comparación con 17 por día en el año fiscal 2021-22 y solo dos por día durante el año fiscal 2020-21,» detalla la agencia que además, incluye un dato aterrador: al menos 65 inmigrantes (balseros) han muerto en el mar desde agosto.

Según señala AP «solo durante el fin de semana de Año Nuevo, más de 700 migrantes, en su mayoría cubanos, llegaron a los Cayos, incluidos 337 que desembarcaron en las islas remotas que componen el Parque Nacional Dry Tortugas».

AP indica que «funcionarios de Florida han pedido al gobierno de los EE. UU. que haga más para disuadir a los migrantes de realizar la arriesgada travesía,» pero las palabras de Biden ayer no precisan cuál será el destino de aquellos que lleguen y sean puestos en manos de la Patrulla Fronteriza.

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La opinión desde dentro

Mientras esto sucede, una nota de opinión escrita por el periodista Tim Padgett, en Palm Beach Post, pudiera ser «mal vista» entre los cubanos del exilio al afirmar que «la avalancha de inmigrantes cubanos en los Cayos de Florida» llegada en los últimos meses, está muy lejos de significar «que la dictadura comunista en La Habana está a punto de caer.»

El articulista compartió un recuerdo, vivido de primera mano por él cuando, en el año 1994 entrevistó una balsera, quien le afirmó que no tenía miedo ser interceptada por los Guardacostas de los EE.UU., y llevada a Guantánamo, en lo que en su momento fue otro momento de incertidumbre y que fue matizado con el señalamiento explícito de que no serían admitidos en los EE.UU.

La cubana expresó:

«No me importa si nos envían a Alaska o África, siempre y cuando vayamos a algún lugar donde podamos comer”.

Comer. Una situación que se repite ahora: la falta de comida en la isla. A la que se une pa falta de medicamentos, papeles, sellos timbrados, por citar algunos de los más «buscados» por los cubanos para escapar del país.

Sí, existe una diferencia. En el año 94, los cubanos no salían a protestar a las calles. Miles de ellos no sentían ni tenían esa sensación de libertad, ni el conocimiento del derecho que les asistía para protestar. Miles de «desilusionados» aún creían que era perfectible el socialismo; que bastaba que «los yanquis» eliminaran «el bloqueo» para ser felices. Hoy, cada vez son menos los cubanos que se creen esa historia.

Padgett, en su controversial artículo parece afirmar que «la dictadura de Cuba sigue sobreviviendo» y que la de Haití también, cuando expresa:

«Apretar los tornillos en un país y jugar sin intervención en el otro probablemente solo empeorará la avalancha de migrantes.»

El articulista dice que le «gustaría creer que los más de 500 inmigrantes cubanos desesperados que desembarcaron en los Cayos durante el fin de semana de Año Nuevo son una señal de que el régimen se derretirá en cualquier momento como la Malvada Bruja del Oeste», pero no lo cree así, aunque quiera creerlo.

«Me temo que estamos siendo seducidos, como lo estábamos en la década de 1990, a pensar que si seguimos apretando más las tuercas del embargo, la bruja y sus monos voladores caerán ante la democrática Dorothy. Lo que hizo ese enfoque durante el período especial, y lo que seguramente está haciendo ahora, es hacer la vida más incómoda para un régimen ingenioso, pero también más miserable para el cubano promedio sin recursos,» señala.

Y agrega:

«Sí, siga desangrando al régimen tanto como sea posible, como mantener los dólares estadounidenses fuera de su vital industria turística estatal. Pero alimente a los incipientes empresarios privados de la isla, no los mate de hambre, como siguen exigiendo los conservadores que no se comprometen con Cuba, porque su creciente independencia económica puede, a la larga, ayudar a socavar una dictadura que probablemente no vaya a ninguna parte».

Y añade:

«Haití y Cuba siguen demostrando ser máquinas perpetuas de miseria. Ni las ilusiones liberales ni las conservadoras van a terminar con eso, o con la avalancha de inmigrantes.»

Lo más probable, aunque el articulista no lo diga, es que esos miles de cubanos que a partir de ahora no saldrán como ya tenían previsto, o aquellos que sean retornados tras ser interceptados en el mar, vuelvan a intentar la salida; llegar y esconderse, como hasta ahora han venido haciendo miles de inmigrantes de otros países dentro de los EE.UU.

No regresarán para cambiar las cosas en la isla, conscientes que el más mínimo gesto de rebeldía pueda ser sancionado con hasta 18 años de cárcel.

Pero, alguna solución hay que impulsar desde dentro. De la Florida.

Ramón Raúl Sánchez, del grupo cubanoamericano Movimiento Democracia, dijo que esta nueva política de la administración Biden que entró en vigor desde ayer jueves es como “tratar de usar un paraguas roto para que no llueva”.

El destacado activista por la libertad de Cuba dijo que «el verdadero problema es el gobierno cubano, cuyas acciones llevan a los cubanos a huir de su país.»

Y está claro que el gobierno cubano no hará nada, porque no puede hacerlo, porque no está capacitado y sí endeudado con la historia, para resolverle la vida a sus ciudadanos.

Eso sí, resumió el peligro que se avecina con un éxodo aún más masivo del que se está viendo. Dijo «que le preocupa que incluso más cubanos arriesguen sus vidas al navegar por mar para llegar a Estados Unidos en lugar de volar a Centroamérica y llegar por tierra.»

Y ese es un temor que desde hace ya varias horas, lo expresamos aquí, en un artículo.

Mientras no se aclare de inmediato qué va a pasar con esos cubanos que llegaron por mar y que ya están detenidos, y aquellos que continúen llegando, a sabiendas de que en la frontera, por tierra, no serán admitidos sin «patrocinador», lo que sí podrá suceder es que más cubanos se lancen al mar, en lugar de intentar el escape por la ruta de los volcanes.

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