Precios e inflación: esa soga que ahorca a los cubanos

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Alimentos y transporte. La inflación de los precios en Cuba es como una soga que cada día aprieta más a los cubanos y los ahorca, poco a poco, en un mar de incertidumbres sin deslindes geográficos.

Ya sea en La Habana, en Ciego de Ávila, Sancti Spíritus o Cienfuegos, las quejas con relación a la «economía» en la isla y su desordenamiento, son Pi constante en los labios y las lenguas de los cubanos.

Sin embargo, a pesar de todo eso, y si tomamos como base las palabras del Ministro de Economía, «todo está regido»; que es cómo decir «maniatado», aunque la soga que al cubano aprieta Alejandro Gil ni se la siente.

Al hablar de «las transformaciones económicas en Cuba», Alejandro Gil dijo que estas están regidas por documentos rectores; una aseveración que impulsa la idea de que, «cambiar todo lo que debe ser cambiado», pudiera ser más difícil de lo que se piensa.

Sobre todo porque «están en sintonía con la política del gobierno y de los documentos rectores del Partido Comunista de Cuba aprobados en sus últimos congresos»; lo que indica que las transformaciones económicas y sociales que tienen lugar en Cuba durarán un buen tiempo más; lo cual incluye el aumento de los precios y la inflación. Es decir: el costo de la vida.

Por más que el titular de la cartera explique que «existe una Estrategia de Desarrollo Económico y Social, la cual incluye el perfeccionamiento de la Empresa Estatal Socialista y de las formas de gestión no estatal, potenciar el desarrollo local, el incremento de la productividad del trabajo, fomentar la innovación, y fijar los límites de la dolarización parcial de la economía,» la realidad en las calles se vive de otra manera con relación a la inflación o alza de los precios.

Por más que Gil Fernández diga que el Estado cubano quiere «lograr la estabilidad de los precios» y que desea «el control de la inflación por métodos directos e indirectos; y el incremento y diversificación de las exportaciones mediante un sistema de incentivos,» los menos favorecidos en la calle, no tienen muy claro cuáles son esas «medidas dirigidas a consolidar el papel de la empresa estatal socialista la eliminación de los límites en la distribución de utilidades y de trabas para un más efectivo encadenamiento con el sector no estatal, la descentralización de creación y extinción de entidades y ampliación del objeto social, el proceso de retribución a trabajadores sin obligación de aplicar la escala salarial y la creación de micro, pequeña y mediana empresa estatal (mipymes) y la empresa filial.»

Y es que el cuentapropismo, aún, no es la solución a un mal que nace torcido desde la misma raíz.

¿Cómo se traduce esto en el bolsillo de los espirituanos y cubanos, en general?, se pregunta hoy el diario oficialista espirituano Escambray y él mismo se contesta:

«En la cotidianidad, casi se duplicaron las cifras diseñadas para los costos de la canasta de bienes y servicios de referencia, estimada en 1 528 pesos y que dio las señales para el cálculo del salario mínimo.»

Otros párrafos, dentro de la misma nota señalan que «esta clase de canasta —concepto aplicado en varias naciones con miras a instituir políticas macroeconómicas— incluye los productos alimenticios de la canasta familiar normada, otros alimentos y renglones de venta liberada, y un cálculo del consumo fuera del hogar. Abarca, asimismo, artículos de aseo e higiene personal, vestuario, calzado, un porcentaje para el mantenimiento de la vivienda, el pago de prestaciones básicas (electricidad, agua y telefonía fija), así como la transportación urbana.»

«Comer determinado alimento en la calle le cuesta a la persona en la actualidad el doble de lo diseñado,» indica el diario espirituano que recoge algunos de los comentarios vertidos en la web de Escambray «y por las vivencias que a diario experimenta uno mismo.»

«En la práctica, la inflación minorista, que rebasó con creces lo previsto, ha situado contra las cuerdas la capacidad de compra que dio la reforma salarial, así como el incremento de las pensiones y de las prestaciones monetarias, esencialmente en los segmentos de la población con menor entrada financiera. Por consiguiente, es razonable que ello constituya la principal insatisfacción de la ciudadanía con respecto al ordenamiento monetario y cambiario,»

apunta mád adelante.

«Todo indicaba que quienes vivimos del salario íbamos a quedar mejor parados. Sin embargo, los vaticinios enrumbaron hacia la derecha y la realidad, hacia la izquierda; por ello, la población se ha dado de bruces contra precios hasta 10 veces más altos que lo pronosticado. Ese ascenso exponencial se ha constatado, básicamente, en los precios relacionados con el transporte, la alimentación y la vivienda; en este último caso, referidos a la compra de materiales de la construcción, según trascendió en la Asamblea Nacional,» añade el rotativo.

Al hablar del mercado informal señala que este abismo «se vuelve más punzante.»

«En esos oscuros terrenos hoy un dólar ya frisa los 80 pesos; divisa por la cual optan no pocos espirituanos para obtener artículos en la red de tiendas que expenden en Moneda Libremente Convertible (MLC).»

No muy lejos de allí, en Cienfuegos, el problema con el transporte puede ser más o menos el mismo que viven otros territorios del país.

De esos problemas con el transporte estaremos hablando más adelante.

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