Percheros sí, pero esos cepillos dentales plásticos están en candela

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Una crítica a la eufórica celebración del Reciclaje de Plásticos en Ciego de Ávila: La calidad cuestionable de los productos

Una reciente publicación en el diario oficialista «Invasor» de Ciego de Ávila, que exalta con gran entusiasmo la recuperación de materias primas, especialmente plásticos, para la fabricación de diversos artículos como escobas, percheros y cepillos dentales, merece una mirada crítica más profunda. A pesar de la aparente eficiencia y sostenibilidad que promueve la Empresa de Cepillos y Artículos Plásticos CEPIL, un análisis detallado revela una realidad menos halagüeña, especialmente en lo que respecta a la calidad de los productos finales.

La nota de Filiberto Pérez Carvajal, acompañada de fotografías en Facebook, y un post en Twitter donde se homenajea y felicita a los trabajadores de la fábrica, destaca la reutilización de más de 85 toneladas de plástico reciclado.

Sin embargo, lo que salta a la vista son unos cepillos dentales de calidad dudosa, cuyo diseño y fabricación dejan mucho que desear (ver foto de portada). Estos productos, lejos de ser una solución viable para los consumidores, pudieran hasta ser un riesgo para la salud bucal, evidenciando una desconexión entre la producción y las necesidades reales del mercado.

Este problema no es nuevo en la economía cubana. La historia de la Cuba de los años 70´y 80´, nos recuerda los kikos plásticos y las botas de goma, productos de plástico reciclado que, debido a su mala calidad y diseño, causaron más problemas que soluciones, incluyendo enfermedades cutáneas a no pocos educandos en la enseñanza de becados cubanos. La situación actual con los cepillos dentales no deja de evocarnos estos fracasos pasados.

La empresa CEPIL, bajo el modelo de economía circular, parece más enfocada en la cantidad que en la calidad. La reutilización de plásticos, aunque loable desde un punto de vista ambiental, no puede justificar la producción de artículos de baja calidad que no satisfacen las necesidades básicas de los consumidores. Además, la estrategia de marketing y precios no parece alinearse con la realidad del producto ofrecido. Un cepillo dental de mala calidad, independientemente de su origen reciclado, no es una opción atractiva para los consumidores.

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El reportaje original intenta pintar un cuadro optimista de la situación, destacando la innovación y la creatividad en el proceso de reciclaje. Sin embargo, omite un análisis crítico de la eficacia y la utilidad de los productos finales. La producción de artículos de baja calidad, lejos de ser un signo de progreso, refleja una falta de comprensión de las necesidades del mercado y una desconexión con las expectativas de los consumidores.

Son productos que, luego, lo vemos, están ocupando estantes y paneles en las tiendas de moneda nacional sin que nadie los compre. No sé si aún existe pero en la calle San Carlos, a una cuadra de la llamada Plaza de los Guajiros, justo a un costado del Banco y a una cuadra de la Catedral de Cienfuegos, había una tienda de esas.

Allí, los productos de la industria local, excepto los codos hidráulicos y escobas plásticas, dormían larguísimas temporadas en los anaqueles.

Había vasos plásticos que nadie compraba. Cepillos que si acaso servían para fregar suelo y no ropa; y otras «plasticidades» coronadas con la actitud siempre cansina y con cara de pocos amigo que tenían las dependientas del lugar; aburridas de estar allí, de pie, cobrando un salario sin que aquella mercancía rotara ni así fuese tocada por la vara del espíritu santo.

Una conclusión de todo lo dicho aquí se impone. Sí, la recuperación y el reciclaje de plásticos son iniciativas necesarias y valiosas, especialmente en un contexto de crisis económica y ambiental, pero es fundamental que estos esfuerzos se traduzcan en productos que sean útiles para los consumidores y agradables a la vista del comprador.

La calidad no debe sacrificarse en el altar de la cantidad o la sostenibilidad. Los consumidores merecen productos que no solo sean ambientalmente responsables, sino también de alta calidad y seguros para su uso diario.

La historia de CEPIL y sus cepillos dentales es un recordatorio de que el reciclaje, sin un enfoque en la calidad y la utilidad, puede resultar en esfuerzos infructuosos y productos indeseables.

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