Circula entre los cubanos un rumor: la muerte, o al menos, el empeoramiento de la salud de Raúl Castro.
El periodista Juan Juan Almeida confirmó ayer que «algo muy grande está pasando en estos momentos» en La Habana. Según Juan Juan, en varias casas de militares de alto rango en la isla, se recibió una «misteriosa» llamada de alguien y todos están «acuartelados» (pongo entre comillas las frases textuales de Juan Juan).
Juan Juan, que suele de alguna manera tener en ocasiones bien localizado a Raúl Castro, a Mariela Castro, a Alejandro Castro, y a Nilda Castro – quizás la menos mediática de los hijos de Raúl y de Vilma – no logró, a través de los contactos de siempre, ubicar a la familia real en el día de ayer. Las fuentes que tradicionalmente utiliza, también estaban «acuertaledas», y por tanto nadie le pudo dar información de primera mano acerca de la salud del General «Calamidad», como él lo llama.
Y si ya de por sí este hecho le resulta raro a muchos. La casa del exviceministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), el General de Cuerpo de Ejército y Héroe de la República de Cuba, Leopoldo Cintra Frías, amaneció sitiada y solo entró y salió a su casa el Jefe de la Jefatura Militar de la Contrainteligencia, el General de División José Miguel Gómez del Vallín.
A ello súmele la presencia repentina en La Habana de Evo Morales; pero… ¿dónde están Nicolás Maduro? ¿Daniel Ortega? ¿Tendrán las maletas hechas?
Lo cierto es que la salud de Raúl Castro no está precisamente bien desde hace muchos años. Padeció de cáncer de colon; y recientemente circuló el rumor de que estaba muy grave, y hasta algunos afirman que en su última salida en público no era él, sino un doble. Tampoco salió, como ha hecho eventualmente otras veces, a «desmentir» que esté grave.
Sin embargo, un viejo amigo que tiene esa virtud de «adivinar» estrategias de «esa gente allá arriba», cree firmemente que ahora, como están las cosas en el país, con un 11J todavía caliente, y con apagones a lo largo y ancho de toda Cuba con unos calores de ampanga, sería muy insensato comunicarle al pueblo que se murió el General Presidente, como solía llamarlo Eusebio Leal.
«Con esto de los apagones, ¿quién anuncia que «se murió» el tipo, compadre?», afirma con total convicción de lo que piensa a sus 65 años e interesado más en que se resuelvan los apagones, porque la muerte de Raúl -dice- es una ley inexorable de la vida.
Otra cosa es segura: si lo anuncian, habrá fiesta en el Versailles. Y hasta Juan Juan Almeida pudiera repartir pizzas gratis en su recién estrenada La Bambina, de Hialeah.
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