Joven economista estadounidense pide «fin del embargo»

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David Adler, un joven economista político y Coordinador General de la Internacional Progresista, que según el portal https://metacpc.org/ «se desempeñó como asesor de política exterior del senador Bernie Sanders en su campaña para presidente de EE. UU.,» y que además es «director de políticas del Movimiento Democracia en Europa 2025 (DiEM25) y coordinador de su campaña Green New Deal para Europa», con trabajos de investigación y escritos «en el New York Times,The Guardian,The Washington Post yForeign Affairs, entre otros,» ha publicado un texto en el diario The Guardian en el que pide el fin del embargo a Cuba.

«Soy economista político de Los Ángeles, California. Mi trabajo se centra en la política del internacionalismo: cómo las sindicatos, los movimientos sociales y los partidos políticos se coordinan a través de las fronteras, y cómo las instituciones internacionales ayudan o impiden esos esfuerzos,» se define David en su página web personal.

En el artículo, David se centra en desmontar la afirmación hecha por el senador de Florida Marco Rubio en el pleno del Senado de los EE. UU. en julio pasado, una afirmación que declara David «se ha convertido rápidamente en sabiduría convencional en los pasillos del Congreso de los EE. UU. y entre la base de apoyo de Rubio en la diáspora cubana.»

Esta afirmación es que “no hay embargo contra Cuba”, o como lo explica David:

«El bloqueo norteamericano es un mito, un coco para el Partido Comunista de Cuba,» y reseña que Rubio dijo que “Cuba no está aislada”.

«Los que dicen lo contrario o “no saben de lo que hablan… o son mentirosos. Esas son las únicas dos opciones”, señala David ahora al recordar las palabras del senador floridano.

De su texto, presuntamente escrito desde La Habana, destaca su descripción acerca de la situación económica que vive la isla:

«Aquí en La Habana, sin embargo, los efectos aislantes del embargo estadounidense son imposibles de ignorar. Los muelles están medio vacíos: EE. UU. ha prohibido todos los cruceros, el intercambio cultural y las delegaciones educativas que alguna vez impulsaron la industria más grande de la isla. Las sucursales de Western Union están cerradas: Estados Unidos ha prohibido todas las remesas a través de empresas cubanas y sus afiliados a los millones de familias cubanas que dependen de la ayuda del exterior. Los hospitales están desabastecidos: el embargo estadounidense ha prohibido la exportación de tecnología médica con componentes estadounidenses, lo que ha provocado una escasez crónica de medicamentos de venta libre. Incluso Internet es una zona de aislamiento: el embargo estadounidense significa que los cubanos no pueden usar Zoom, Skype o Microsoft Teams para comunicarse con el mundo exterior.»

Expresa David, que en ninguna parte de su texto habla sobre los dirigentes cubanos con escaso nivel cultural, las represiones en la isla, los arrestos y citaciones extrajudiciales, los encierros forzosos y regulaciones, los arrebatos de teléfono, supeditación de la única compañía telefónica en la isla a los intereses de la Seguridad del Estado que avala el espionaje de todas las comunicaciones y la vida privada de los 11 millones de habitantes del país, y otras tantas tantas carencias de libertades civiles y derechos humanos, que «el embargo estadounidense afecta todos los aspectos de la vida en la isla,» y dice que «ese es precisamente el punto.»

El joven establece una comparación entre dos presidentes norteamericanos demócratas: Joe Biden y John F. Kennedy, y dice que el actual mandatario estadounidense «está a la altura del legado de Kennedy y las ambiciones de su embargo cubano», haciendo referencia a unas palabras pronunciadas por el presidente asesinado, hace sesenta años, cuando introdujo la Proclamación 3447, conocida como Ley de Embargo a todo comercio con Cuba, que fue «diseñada para aislar a Cuba y detener la propagación del llamado comunismo chino-soviético»

«El objetivo de la administración Kennedy era claro,» dice ahora David, que cita a Kennedy en plena época de la Guerra Fría:

“Provocar el hambre, la desesperación y el derrocamiento del gobierno”.

El joven cita también al subsecretario de Estado, Lester D Mallory, en un memorando escrito en abril de 1960.

“Deben emprenderse todos los medios posibles con prontitud para debilitar la economía vida de Cuba”

La conclusión a la que arriba el joven político, que no menciona nada absolutamente sobre el partido único y cómo este condiciona cada fallida política dentro de la isla – por favor entiéndase establecimiento desmandado de tiendas en una moneda en la que no le pagan al pueblo y cero venta de la moneda (añada la sanción de cárcel al que sorprendan vendiéndola), desordenamiento monetario, vigilia de redes sociales y vigilia de toda fuente de «financiamiento recibida desde el exterior (recargas, por ejemplo) es esta: que hoy, sesenta años después de Kennedy, Joe Biden hace lo mismo.

«El presidente no solo se ha negado a deshacer las sanciones extraordinarias impuestas por la administración Trump, incumpliendo su promesa de campaña de restablecer las relaciones diplomáticas y dejando a Cuba en la lista de “estados patrocinadores del terrorismo”. También ha redoblado el embargo, endureciendo las restricciones e imponiendo una serie de nuevas sanciones contra el gobierno cubano,» dice el joven economista que de cuando en vez visita la isla.

Cita además datos de la ONU que «estima que el embargo le ha costado a Cuba más de $ 130 mil millones en daños, costos que se ven agravados por las sanciones impuestas por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) de los EE. UU. a los aliados e inversores de Cuba,» y añade que «solo entre abril de 2019 y marzo de 2020, las sanciones de la OFAC ascendieron a más de 2400 millones de dólares y se dirigieron por igual a bancos, compañías de seguros, empresas de energía y agencias de viajes.»

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«Tanto la administración Biden como su oposición republicana afirman que estas medidas están dirigidas al régimen y no al pueblo cubano. Pero la evidencia de lo contrario no es sólo anecdótica,» señala el economista.

Y asegura más adelante:

«El efecto del embargo es, por lo tanto, tanto local como global: paraliza la economía cubana y socava el sistema multilateral que Estados Unidos dice liderar.»

Otras citas a informes de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO); al programa de las Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD); y al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) son referidas más adelantes.

David Adler concluye que «sin duda, es un caso sólido»

«Por su propia admisión, EE. UU. pretende “matar de hambre” a la isla de Cuba, y lo está logrando.»

Luego lanza una insinuación «peligrosa» amparada por el derecho que le da la Constitución de los Estados Unidos que, en su primera enmienda del Bill Of Rights o declaración de derechos de sus ciudadanos, referida a la Libertad de culto, de expresión, de prensa, petición y de reunión – nada de eso tienen los cubanos no por culpa del embargo sino porque así lo quiere y ha proclamado el gobierno y el PCC – y presentada – como propuesta – por primera vez el 25 de septiembre de 1789 y promulgada el 15 de diciembre de 1815 – lo ampara a poder decir lo que piensa.

Dice David que «el gobierno de EE. UU., a pesar de su clara intención de inflamar la migración hacia el exterior» se niega a darles la bienvenida a los balseros cubanos y cita al secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, cuando expresó que los migrantes cubanos, “si se hacen a la mar, no vendrán a Estados Unidos”, olvidando al parecer que fue el propio gobierno cubano quien reiteradamente insistió, en el transcurso de varias décadas con la necesidad de la eliminación de la política de pies secos pies mojados que, según ellos, era el incentivo fundamental que provocaba que los cubanos se lanzasen al mar.

No, la falta de libertades y derechos civiles. No la corrupción gubernamental. No los privilegios de la cúpula gobernante.

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