Historias de Cuba: El adiós del Cine Payret marcado por “La fuerza del destino”

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La retirada del mítico cartel del Cine Payret significó la muerte definitiva de uno de los lugares más emblemáticos para los cinéfilos habaneros de antaño. Un daño irreparable al patrimonio de la isla dirían muchos, mientras el estado cubano, haciendo oídos sordos, continúa su obra “turística”.

De muchos lugares llegaron los reclamos al conocerse la noticia de la conversión del Payret en un hotel, pero de poco sirvió. Así comenzaron las obras en el cine construido en 1878, durante la etapa colonial, y unos de los pioneros en la proyección de películas en Cuba.

Foto: RRSS

Justo en una de las arterias más transitadas de la antigua Habana, frente al Capitolio, a un costado del Gran Teatro de La Habana, el antiguo cine ya había perdido su esplendor desde mucho tiempo antes. Desde 2017 varios medios de prensa independientes denunciaron el deplorable estado en que se encontraba la instalación hasta que dos años más tarde se supo cuál sería su finalidad.

Desde las redes sociales se observó el inicio de las obras que marcarían el “final de película” del edificio. Una grúa movía en el aire el cartel, mientras los usuarios jugaban con “Lo que el viento se llevó” en alusión a la conocida cinta estadounidense de Victor Fleming.

Así iniciaba la construcción del complejo turístico Manzana Payret, que comprende también el Hotel Pasaje, construido en el espacio que ocupaba la sala polideportiva Kid Chocolate, y que estará regentado por la cadena Gaviota del grupo empresarial GAESA.

Desde sus inicios, la polémica rodeaba la obra constructiva cuando varias figuras de la cultura se manifestaron en las redes sociales por la ya desde entonces habitual conversión de lugares históricos y culturales en lujosos hoteles. La respuesta de las autoridades cubanas aseguraba que se respetaría el emblemático cine, una decisión confirmada por el fallecido historiador de La Habana, Eusebio Leal Spengler, pero de la que hasta hoy no se tienen muchos datos más.

Habría que conocer los siglos de historia que guarda el Payret para darle su justo valor y para no echar por tierra un espacio que acogió a una gran parte de la historia del arte cubano. Desde su fundación el cine teatro se posicionó como uno de los mejores de la capital cubana, compitiendo con los por entonces puntos neurálgicos de reuniones habaneras y de espectáculos inolvidables. No obstante, su magnificencia parecía estar marcada por la desgracia desde su inauguración, quizás por “La fuerza del destino”.

Una ópera y la condena a la fatalidad

Cuando en octubre de 1878 se llevó a las tablas del Payret “La fuerza del destino”, quizás algunos no sabían el aura mística que rondaba sus partituras. Para los supersticiosos este hecho estaría marcado por el estreno el 10 de noviembre de 1862 de dicha ópera de Verdi en el teatro Bolshoi, inspirada en la pieza teatral “Don Álvaro o la fuerza del sino”, y que cuenta la historia de un amor condenado a la fatalidad y la muerte. Una obra que además, ha estado históricamente asociada a la muerte y que según cuentan ni el mismísimo Luciano Pavarotti quiso interpretarla jamás.

El devenir del cine teatro Payret sería desde entonces un manojo de fatalidades., comenzando en 1888 cuando un temporal obstruyó sus cañerías, desplomándose una de las paredes de carga y varios de los pisos superiores. Tiempo después, cuenta la historia que su propietario, quien le dio su apellido, ingresaría al centro psiquiátrico Quinta del Rey debido a los avatares sufridos por un teatro que terminaría llevándolo a la ruina.

Ya entrado el siglo XX continuarían las desdichas. Justo el 19 de octubre de 1926 llegó a La Habana un ciclón que arrasaría con gran parte de la ciudad, principalmente el arbolado del Paseo del Prado, el Parque Central y el Parque de la India. El Payret no corrió mejor suerte y quedó sin techo, según los informes del gobierno de la época.

Pasaron casi diez años, hasta que en 1935 se convirtió en “La Catedral del Cine Español” gracias a José Varcárcel, quien lo incorporó al circuito de los 42 cines que había en ese entonces en La Habana. Así pasaron los años, hasta que en 1951 el comerciante asturiano José Sito decidió comprarlo y someterlo a una necesaria reparación, pero las obras incorporaron una importante labor de demolición que no tuvo en cuenta los valores patrimoniales del Payret, uno de los teatros más emblemáticos de América por aquellos tiempos.

Tras estas modificaciones quedó lo que se conoce como el actual Cine Payret, con su moderno lobby custodiado por “La Ilusión” de Rita Longa y llegando hasta el triunfo de la revolución cubana en 1959.

Durante los años 1969 y 1981 se realizaron dos reparaciones, las últimas conocidas hasta nuestros días. Casi 40 años pasaron hasta que el gobierno decidiera cambiar su historia, al parecer “la única salida posible” que encontró el Estado ante el abandono y la insalubridad de sus espacios.

La historia intenta repetirse a retazos, aunque ahora las labores de “rescate” no muestran las mismas intenciones. El halo trágico del Payret tampoco parece que vaya a desaparecer, al menos hasta que no caigan por completo sus muros y se esfume de una vez su esencia, esa misma que lo convirtió en el espacio cultural por excelencia de una época y que hoy lo posiciona como un futuro hotel más de La Habana.

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