Entrevista no, propaganda sí. Ramonet ya no engaña a nadie

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Ramonet asegura que entrevistó a Díaz-Canel. ¿Acaso hizo o quiso hacer un chiste?

La reciente «entrevista» entre el periodista Ignacio Ramonet y el presidente cubano Miguel Díaz-Canel, publicada en Cubadebate, ha suscitado una ola de críticas y escepticismo. Lo que se presenta como una conversación periodística, muchos lo perciben como una pieza de propaganda, diseñada para reforzar la narrativa oficial del régimen cubano sin ofrecer una visión crítica o balanceada.

En la «entrevista» Ramonet, cuyo favoritismo hacia la Revolución cubana y sus líderes es añejo y notorio, plantea preguntas que parecen más bien pretextos para que Díaz-Canel pueda exponer sus respuestas preparadas, y también – y esto es lo más significativo – sin oposición.

Ramonet nunca intervino para cuestionar al gobernante. De hecho, interrumpió solamente en momentos en que Díaz-Canel parecía perdido en la respuesta o en el hilo que llevaba, para él darle un pie forzado.

Especialmente notorio fue el momento en que se habló de las manifestaciones en Cuba y la respuesta por parte del régimen a la mismas, en las que todo quedó como que la gente salía a la calle no contra la Revolución, sino con el interés de dialogar con sus dirigentes.

El mayor de los absurdos ocurrió cuando, en ese preciso momento, Díaz-Canel dijo que en Cuba, por manifestarse la gente, no tienen una respuesta represiva, a pesar de que en las redes suman cientos los videos que lo desmienten; y Ramonet intervino – no como periodista sino como ayudante – para expresar:

«La Constitución cubana garantiza el derecho a manifestarse».

Hubiese sido un momento divino para que Ramonet cuestionase – al menos – todo lo sucedido con la Dra. Alina Bárbara López Hernández. Eso es algo que cualquier periodista medianamente empapado con la realidad cubana y que respete su oficio, hubiese hecho; pero no Ramonet.

El único punto a favor de Díaz-Canel y que demuestra el desfase elitista y con cierto dejo racista que un periodista viejo como Ramonet tiene es cuando este último habló de «mercado negro», y el dirigente cubano, quizás ya más empapado y cuestionado en estos avatares le rectificó: mercado paralelo. Mercado negro es una frase peyorativa y racista, que debe tratar de eliminarse siempre que se hable de ese mercado paralelo (informal) y subterráneo, pero al parecer el europeo no se ha enterado.

Los «logros» de la Revolución Cubana

La entrevista se centró básicamente en exaltar los supuestos logros del gobierno cubano en medio de una crisis económica y social sin precedentes, omitiendo sistemáticamente cualquier mención a las violaciones de derechos humanos, la represión política o las dificultades cotidianas que enfrentan los cubanos, pero señalando repetidamente un culpable: el bloqueo.

Según un analisis hecho, la palabra bloqueo se mencionó 36 veces en la entrevista, que tuvo 12 mil y tantas palabras. Fue la segunda palabra más repetida, después de Cuba, lo que da una medida del interés en la entrevista no de abordar soluciones, sino hallar culpables – externos, claro – a todos los males de la República.

Un periodista y académico cubano, profesor universitario además, José Raúl Gallego, ha sido uno de los críticos más vocales de esta «entrevista».

Gallego desglosó la conversación y destacó punto por punto cómo Ramonet evitó hacer cualquier pregunta que pudiera incomodar a Díaz-Canel a pesar de haberla promocionado horas antes, él mismo, Ramonet, como una entrevista sobre temas «controvertidos».

Gallego acusó directamente a Ramonet de actuar más como un portavoz del régimen que como un periodista, facilitando una plataforma para que el presidente cubano difundiese propaganda sin ser desafiado ni cuestionado.

Ramonet no presionó sobre la represión a las protestas pacíficas, no habló de la detención de activistas y periodistas independientes, como él, ni mencionó siquiera la censura de medios de comunicación. Ramonet, lejos de presionar sobre estos temas cruciales, permitió que Díaz-Canel construyese una narrativa de victimización y heroicidad que no refleja la compleja realidad del país.

Las respuestas de Díaz-Canel, cargadas de retórica y lugares comunes, se presentaron siempre como verdades indiscutibles, y Ramonet no ofreció contrapuntos ni evidencia para cuestionar dichas afirmaciones. Esto ha llevado a muchos observadores a calificar la entrevista como un ejercicio de propaganda más que de periodismo.

La percepción de que la entrevista es una farsa no es infundada. La relación de Ramonet con el gobierno cubano es conocida, y su disposición a servir como un vehículo para la propaganda oficial ha sido criticada repetidamente.

Para ilustrarlo basta solo este botón. Una propia publicación de Ignacio Ramonet, donde demuestra que ya él no engaña a nadie.

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