¿Recuerdan cuando un joven viajó desde Boyeros a La Habana para devolverle un celular al actor Luis Alberto García? Bueno, la historia se ha repetido con Carlitos, otro de esos cubanos que en los tiempos actuales, merece un monumento.
En La Habana, con apenas un año de diferencia entre un suceso y otro, dos jóvenes cubanos han capturado la atención y el corazón de muchos por sus actos de integridad excepcionales, demostrando que el espíritu de honestidad y desinterés todavía vive fuerte en la isla.
Ambos cubanos viajaron de «un extremo de La Habana a otro», solo por tener la satisfacción del deber cumplido. Gestos que, por encima de todas las cosas, merece aplauso y reconocimientos.
Carlitos, conocido cariñosamente como “El tamalero”, se convirtió en un héroe local cuando, tras encontrar una mochila olvidada en un autobús en La Víbora, decidió pedalear desde Mantilla hasta la casa del dueño de la mochila para devolverla.
La mochila contenía documentos importantes y artículos personales. Su acto de bondad fue ampliamente elogiado en las redes sociales, especialmente después de que el dueño, Joel Larrinaga Lewis, compartiera la historia en Facebook, destacando la pureza del gesto de Carlitos, quien rechazó cualquier recompensa más allá de un vaso de agua.
Ver cómo Carlitos pedaleó kilómetros para devolver una mochila extraviada, les hizo recordar a muchos cubanos el caso de Brayan, un joven cuya esposa encontró un móvil que resultó ser de la hija del conocido actor Luis Alberto García, quien lo había extraviado.
Brayan, al igual que Carlitos, no dudó en viajar de un lado al otro de La Habana, luego de contactar al actor Luis Alberto García y hacerle saber que tenía intención de devolverle el teléfono de su hija
En un caso similar de honradez, Brayan, y pesar de la distancia considerable desde su hogar en el municipio Boyeros hasta la casa del actor, insistió en entregar personalmente el móvil, pidiendo solo un autógrafo como recompensa.
Admirado por la generosidad y principios del joven, García intentó darle una gratificación monetaria, pero Brayan la rechazó, explicando que su actitud se debía a la educación que recibió de su madre, quien le enseñó que lo correcto es devolver lo que no le pertenece.
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Ambos relatos, ocurrido el último en abril del 2024 y el primero en febrero del 2023, donde dos jóvenes cubanos son protagonistas, no solo restauran la fe en la humanidad, sino que también resaltan cómo, a pesar de las difíciles condiciones económicas y sociales en Cuba, hay personas que eligen actuar con una integridad inquebrantable. Y cómo eso de que «los cubanos no creen en nadie» o «los cubanos están perdidos», no es una verdad absoluta.
Ambos jóvenes cubanos no solo devolvieron los objetos perdidos, sino que también entregaron un mensaje poderoso sobre la importancia de los valores y la ética personal.
En una época donde prevalecen el cinismo y la desconfianza, Carlitos y Brayan se destacan como ejemplos brillantes de que aún en los momentos más difíciles, la decencia y la honestidad pueden y deben prevalecer.