La situación en el municipio de Morón, Ciego de Ávila, es tan agobiante que ahora hemos conocido de la mano de un youtuber cubano que al hospital de ese municipio se le llama el «Infierno», o así al menos lo llama él. Y a juzgar por las imágenes y el relato, no hay mucha exageración en el calificativo.
Justo el miércoles tras conocerse que allí, en Morón, el infierno también se manifiesta en la apertura de fosas comunes para enterrar a los muertos, ante el colapso de los servicios funerarios -que incluye el no tener cajas para enterrarlos – este joven viene y relata lo que ha vivido con su familia en el hospital de ese municipio.
Según sus declaraciones lo que se ve allí es vergonzoso; impropio de la «potencia médica» que el régimen proclama que es, y que al decir del joven es tan escandaloso como nunca había visto en su vida.
Basta solo un ejemplo: ante el colapso de las salas, en los hospitales, enfermos de covid son puestos en los pasillos. Allí mueren, sin asistencia. Sin medicamentos. Sin respiradores artificiales que le suministren oxígeno.
El joven revela que la covid-19 llegó a su entorno familiar a través de su sobrina. Esta, junto a su pequeña hija de 8 meses, fueran las primeras que desarrollaron síntomas de la enfermedad y que sufrieron en carne propia el desajuste logístico sanitario: cuatro días para que las llevaran al hospital.
El joven luego señala lo sufrido por su madre.
“Mi madre estuvo muy mal, deshidratada y llegó al hospital de Morón en muy malas condiciones, allí 3 doctores, una enfermera y cientos de pacientes, hacinados, fatigados, otros asfixiándose, otros falleciendo y nosotros mirando. Llegamos a las 8:30 am y le colocaron el suero a la 1:00 pm”,
explicó el joven.
Parte de lo que él viviría en el «Infierno de Morón» vendría más tarde, cuando descubrió que allí, en el hospital, los pacientes se acostaban en los bancos esperando por ser atendidos. Los familiares de estos permanecían cerca, de pie, o andaban detrás de los médicos para lograr que atendiesen a sus seres queridos. Los médicos, por su parte, no alcanzaban, y cuando los atendían confesaban desanimados que no tenían allí insumos médicos ni medicamentos para atender a los enfermos.
Dice el joven que a su esposa le estuvieron dando en casa bebidas calientes para contrarrestar los efectos del SARS-COV-2 pero, cuando esta empezó con un fuerte dolor en el pecho y mucha falta de aire, debieron llevarla para ese lugar: el Infierno de Morón.
“Salimos corriendo para el INFIERNO DE MORÓN, al llegar a Cuerpo de guardia, que no, que era por respiratorio, en respiratorio que es donde se atienden a los casos de COVID no había médico, estaba desaparecido, no aparecía una silla, una camilla, quien le pusiera oxígeno, la enfermera como si hubiese entrado par de cucarachas, ni nos miraba»,
escribió.
Como si se tratase de una comedia macabra, la camilla finalmente apareció pero «defectuosa». Apenas pusieron a su esposa en la camilla y la movieron, a esta se le zafaron las ruedas y su esposa terminó en el suelo.
Todo un relato inconcebible en un «hospital» que no parece sino lo que el joven describe: El Infierno de Morón.
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