Sigue sin gustar el hotel “rascacielos” de La Habana: “Inútil, tieso y feúco”

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A los cubanos sigue sin gustarles el hotel “rascacielos” de La Habana, que ha sido polémico desde que empezó a construirse en 2018 y que estaría casi terminado a juzgar por las imágenes publicadas en redes sociales.

No son pocos los que, en la medida en que se recrudece la escasez de alimentos y de medicinas en Cuba, y son más largos y constantes los apagones, ven con peores ojos la “caja de fósforos” que será el hotel K23, el más alto del país.

Especialmente los habaneros lamentan que el edificio hecho con capital 100 por ciento cubano y financiado por la Empresa Inmobiliaria Almest, perteneciente al Grupo de Administración Empresarial S.A (GAESA), que controla la mayoría de la infraestructura hotelera en Cuba, sea tan “horrible” como “innecesario”.

Dicho en otras palabras: la instalación hotelera, que cuenta con más de 500 habitaciones repartidas en más de 40 pisos y una altura de más de 154 metros frente a la heladería Coppelia, en el llamado “hueco de la calle 23” del Vedado capitalino, es a la vez “un ícono a la insensibilidad en medio del hambre que pasa el pueblo” y “un ícono del mal gusto”.

Según las opiniones que han dejado muchos capitalinos en los grupos de Facebook Vedado de Hoy y Cuba en Fotos, la torre ubicada donde se unen K y 23 es sinónimo de “inoportuno”, una oda a la “incoherencia”, que “echa por tierra toda la historia del ‘bloqueo’”. 

En tal sentido, un usuario ha destacado que “no hay manera de creer que un país bloqueado construya un rascacielos de 42 pisos que no se necesita pues lo que sobran son hoteles de lujo para un país con muy poco turismo (2.5 millones en 2023).

“Si en lugar de ese caprichito inútil hubieran invertido en una termoeléctrica con vergüenza no tuviéramos una población amargada por el martirio de los apagones”, ha dicho la misma persona.

En vez de construir “hoteles que nunca se van a llenar por el bajo turismo que hay”, han afirmado sobre los gobernantes cubanos, “hubieran reparado hospitales y escuelas; construido viviendas para familias de bajos recursos; llenado las farmacias con medicamentos; comprado luces para las calles; y mejorado el transporte público”.

Mientras “hay muchas familias que necesitan una casa decente, vivir en mejores condiciones, porque llevan años viviendo en un albergue y sin esperanza que de que eso cambie, porque el gobierno se justifica con que no tiene presupuesto, pasan cosas como éstas”, ha remarcado quien no ve “la necesidad de hacer más hoteles”.

“Con los que están hechos desde hace años bastan, si están prácticamente vacíos y no les han dado mantenimiento durante años”, ha recalcado la misma cubana en torno a los hoteles ya existentes.

Otra persona se ha preguntado cuántas viviendas se hubieran salvado en La Habana “con todo el material de construcción que se gastó en ese edificio”.

“Lo considero inadecuado en el ámbito estético, urbanístico y arquitectónico. Como antes ya dijeron: horrible”; y “Alto, pero tieso y feúco, sin gracia en el diseño. Con ese gasto debieron mejor comprar comida para el pueblo”, apuntaron algunos.

“Es realmente feo. Será el más alto, pero no tiene nada que ver con el entorno de miseria de la capital” y “Está horrible, pero no hay peor jurado que aquel que premia por mandato y no por ley”, comentaron otros.

La fachada de vidrio del K23 ha sido de las cosas más criticadas desde el inicio, ya que más de un conductor se ha quejado de que el reflejo del sol los encandila cuando circulan por 23.

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