Rously Navia Jordán, joven madre cubana trabajadora, denunció en mensaje abierto al Gobierno Provincial de la La Habana, publicado en su perfil de Facebook que fue amenazada en el exterior de la tienda Isla de Cuba, en La Habana Vieja, por un miembro de los llamados grupos de lucha contra coleros (LLC) cuando tomaba una foto de la fachada luego que le fuera prohibido adquirir culeros desechables para su hijo pequeño por no ser del municipio.
Navia Jordán reside en La Lisa, donde declaró que no hay este producto que hasta hace poco podía adquirir en cualquier tienda de la capital, pero que el regreso a la “municipalización” de estas entidades, medida tomada a inicios de la pandemia de la Covid-19 en Cuba, “afecta a las madres trabajadoras que no tenemos el día entero para hacer cola en la tienda del barrio donde se supone que debemos comprar; compramos cerca del trabajo o donde podamos, porque cuando llegamos a casa nuestra tienda está cerrada, o ya se acabó todo”.
Luego de explicar a los LLC presentes que no disponía de la libreta de abastecimiento que se exige ahora en las tiendas habaneras, solo la tarjeta de menor del hijo, le comunicaron que era imposible autorizarla. “La solución que me sugirieron fue que le pidiera el favor a alguien de la cola, a ver”, explicó en su post dirigido a las autoridades gubernamentales.
Luego, la madre cubana decidió tomar una foto del cartel de la tienda, y entonces testimonia que “salió una mujer de la tienda de las que anota en la libreta, asumo que LCC, y me llamó a mí y a un policía que estaba cerca para decirle que yo estaba tirando fotos. Le enseñé la foto en el celular, le dije que no había tomado fotos dentro de la tienda. Resulta que según ella, y según el policía, tampoco puedo hacer fotos del exterior de la tienda. Les dije que me dijeran qué ley lo prohibía. Ninguno supo decirme”, describe, pero añadiendo que el sujeto miembro de “del LCC que salía en la foto (de espaldas) me dijo que tenía que borrarla, porque salía él, y si la dejaba me iba a demandar. Bueno, amenazó con quitarme el teléfono si no la borraba”, acto de violencia tampoco permitido por la ley
Navia Jordán finalmente borró la foto de la discordia, pero continuó insistiendo en no hay pañales hace mucho tiempo en la tienda donde le corresponde comprar según la medida re implementada, ya no por motivos de salud pública, sino de la rampante escasez de todo que aqueja a Cuba. Finalmente, como suerte de amargo “final feliz” para la odisea de Rouslyn, apareció un hombre cuyo nombre no reveló, que luego de identificarse como representante del gobierno, la autorizó a salvar la hasta entonces barrera infranqueable que le impedía adquirir los necesarios culeros, y pudo comprarlos en el municipio que lo le corresponde.
“Los culeros no deberían restringirse por municipios”, argumenta e insiste Navia Jordán, “porque la distribución se hace por tiendas y todos los municipios no son bendecidos con igual densidad de establecimientos. Basta mirar la página de TBKids y verán cuántas veces aparece una tienda de La Lisa entre las afortunadas”.
La madre cubana, declaró que “el gobierno provincial al que emplazo tiene que saber que esta situación afecta a las madres trabajadoras, que no tenemos el día entero para hacer colas en la tienda del barrio donde se supone que debemos comprar, que compramos cerca del trabajo, o donde podamos, porque cuando llegamos a casa nuestra tienda está cerrada, o ya se acabó todo porque competimos en desventaja contra los que no trabajan y se pasan el día allí, haciendo colas ‘para lo que entre’, porque si no lo necesitan igual se lo llevan y luego lo revenden», explicó.