Grandes de Latinoamérica: Walter Mercado, misterio y mucho, mucho amor

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El mundo occidental se encuentra en un momento de reafirmación de identidades de género que desafían los cánones “convencionales” de masculinidad y feminidad, con el consabido rechazo por parte de los conservadores que ven con desagrado cómo el abanico LGBTIQ+ añade variantes representadas con cada letra que suma la sigla. No obstante la reticencia y la resistencia, las identidades no binarias han ganado una visibilidad preponderante como nunca en los pasados siglos XIX o XX.

Pero mucho antes que la palestra mediática y social fueran más inclusivas en este sentido, algunos precursores consiguieron sentar fuertes precedentes, como es el caso del actor y bailarín puertorriqueño devenido astrólogo, Walter Mercado.

Nacido en 1932 en Ponce, y fallecido en San Juan en 2019, Walter Mercado se desmarcó desde la niñez como un sujeto diferente al resto de su entorno familiar y social. Su madre, Aída María Salinas Vidal le fomentó la voluntad de ser él por encima de los “qué dirán” y los “deber ser”, animándolo a que “si eres distinto, sigue siéndolo. No te preocupes. Ser diferente es un don. Ser normal es lo común”. Walter era un “niño de interiores” que leía, tocaba piano junto a Aída y representaba obras teatrales. Algo muy inusual para su comunidad y su época.

Esta vocación artística llevó a Walter Mercado a ser un exitoso actor de telenovelas y teatro, a la par de sus estudios sobre el horóscopo, la magia, las religiones, y el tarot. Hasta que en 1969, las estrellas se alinearon y lo pusieron definitivamente en su camino. Asistió a un programa conducido por Elin Ortiz en Telemundo, ataviado con el vestuario que caracterizaba a su personaje en la obra teatral Tríptico del amor, del dolor y de la muerte de Clara Cuevas. Tal era un príncipe indio, con las vestimentas vistosas que lo caracterizaron en lo adelante, mucho maquillaje y accesorios abundantes. La entrevista derivó de inmediato al horóscopo y el torrente de llamadas de los televidentes al canal selló su suerte hasta el fin de su vida.

De un espacio de 15 minutos en el programa de Ortiz, pasó en tres meses a tener su propio show de una hora: “Walter, las estrellas y usted”, donde consolidó su imagen singular, andrógina, donde confluían los rasgos de ambos sexos biológicos en uno nuevo. “Ser diferente es un don”, fue su divisa.

Además de su exotismo, que motivó desconcierto y burlas de un público para nada acostumbrado a tal postura, destacó por ser un vidente que no avizoraba desgracias ni catástrofes. Sino que siempre resaltaba las aristas más nobles de las circunstancias y las estrellas: momentos propicios, oportunidades, posibilidades de amar. De ahí su sello personal con el que finalizaba siempre sus presentaciones, que alcanzaron los 120 millones de televidentes diarios: “Y que Dios los bendiga a todos hoy, mañana y siempre. Y que reciban de mí siempre paz, mucha paz, pero sobre todo mucho, mucho, mucho…amor”.

De aquí tomó su título el documental “Mucho, mucho amor” que estrenaran en 2020 los realizadores Cristina Constantini y Kareem Tabsch en Netflix, donde se revelan aspectos de su cotidianidad y se manifiesta su alta cultura. El rodaje finalizó poco antes de la muerte de Walter, el 2 de noviembre de 2019, por lo que quien declaró haber estado “viviendo 100 años adelantado a mi tiempo”, no pudo verlo terminado.   

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