Fallece niño cubano que llevaba meses ingresado en hospital Oncológico de Camagüey

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La memoria de Alejandro, «el niño más valiente del mundo», como lo definió su madre en diciembre pasado, permanecerá siempre en aquellos cuyas vidas tocó, inspirando a otros a enfrentar cada día con valentía, amor y esperanza.

El dolor y la esperanza se entrelazan en la historia de Alejandro, un valiente niño cubano cuya lucha contra el cáncer ha tocado los corazones de muchos.

Después de pasar casi un año en el hospital Oncológico de Camagüey «La Colonia», enfrentando una batalla incansable contra un astrocitoma arraigado en su tallo encefálico, Alejandro ha emprendido un viaje sin retorno, dejando tras de sí un vacío imposible de llenar.

Ailencita Peña, en una emotiva publicación en Facebook, compartió su profundo dolor y reflexiones tras la pérdida de Alejandro.

«Me quedé con ganas de decirte tantas cosas, que creí que siempre tendría tiempo para hacerlo, pero no fue así,» escribió, subrayando la cruel realidad de que, a menudo, posponemos expresar nuestros sentimientos hasta que es demasiado tarde. Ailencita habla del tiempo como un ente que nunca se detiene, excepto para aquellos que nos dejan, y cómo, para los que quedan, continúa su marcha implacable, dejando solo recuerdos y el dolor de las heridas que, aunque se intenten ocultar, nunca dejan de doler.

Alejandro, conocido cariñosamente como Alejo, fue descrito por Ailencita en diciembre como «el niño más valiente del mundo», que enfrentaba cada tratamiento, cada cura y pinchazo con una fortaleza inquebrantable. Su lucha incluyó múltiples operaciones para combatir complicaciones que iban desde infecciones hasta trombosis, anemia, gastritis y una dolorosa atrofia muscular, producto de largos periodos en cama y procedimientos invasivos como la colocación de una derivación craneal.

La historia de Alejandro no solo habla de su valentía, sino también de la desesperada lucha de su familia por procurarle el mejor tratamiento posible. La lucha de su madre por conseguir un catéter ventrículo peritoneal que el país no tenía, su petición de un traslado a un hospital con mejores condiciones o una visa humanitaria, resalta las dificultades adicionales que enfrentan las familias en situaciones similares, en un sistema de salud que a veces falla en detectar a tiempo complicaciones críticas.

La pérdida de Alejandro es un recordatorio doloroso de que, en la lucha contra el cáncer, cada momento cuenta. Ailencita, en su despedida, insta a todos a amar sin miedo, a arriesgarse, a tomar la iniciativa y a perdonar.

«Quizás mañana ya no haya tiempo de expresar a aquellos que nos importan lo mucho que los amamos,» reflexiona, en un llamado a valorar cada segundo de la vida, a no dejar que los miedos y rencores nos priven de los momentos más bellos.

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