La interrupción de embarazos en Cuba es un derecho al que pueden acceder todas las mujeres en su condición de gestantes. Sin embargo, la práctica a la que cada vez acude un mayor número de adolescentes y jóvenes en edad temprana no ha llegado a ser cristalizada en ley y su acceso se encuentra mermado por las carencias del sistema de salud en el país.
Desde 1965 las cubanas pueden asistir a una institución hospitalaria y solicitar que se les practique una interrupción de su embarazo, siempre que se hallen en el tiempo de gestación requerido para ello. Sucede que actualmente los abortos en la adolescencia son un problema real en Cuba y el número de muchachas que acuden a esta práctica es mayor al de las solicitantes de otras edades.
Para la feminista, socióloga e investigadora cubana, Aylin Torres Santana, “si el número elevado de abortos en la adolescencia es un problema, otro más grave acaso es el de la alta fecundidad en esas edades”. Según la especialista, la cifra de nacidos vivos en mujeres de 15 a 19 años es de 52,3 por cada mil, superior a la tasa de fecundidad en mujeres de 15 a 49 años, que es de 42,5. Aunque la especialista reconoce que las de Cuba no son las más altas de la región, si anota que las cifras cubanas de embarazos en la adolescencia son superiores en zonas rurales, donde existe menor nivel educacional y menores condiciones materiales.
El sistema de salud cubano, aunque ampara al aborto como una técnica necesaria y disponible para todas las mujeres en edad fértil que decidan acudir a él, siempre y cuando tengan el tiempo de gestación necesario; se convierte en blanco de las mismas precariedades y limitaciones que padece todo el sistema nacional de salud.
“Es importante tener en cuenta también que por escasez de transporte para llegar a los centros de salud, escasez de insumos y por vías de corrupción que son conocidas, el procedimiento se complica mucho para algunas personas”, explicó en Facebook Aylin Torres Santana, quien promueve que la nueva legislación cubana, asuma al aborto como Ley y no ya únicamente como derecho, para que las mujeres puedan acceder a los reclamos pertinentes amparadas en un código.
Si se presume que abortar es muy fácil en el país, evidentemente no se toma en cuenta que en la mayoría de los hospitales y centros de atención médica, se hallan en falta muchas veces las famosas tabletas de Misoprostol, un fármaco indispensable si se quiere interrumpir un embarazo en las primeras semanas y no tener que recurrir a métodos más invasivos como el conocido Legrado. Ese procedimiento tampoco es sencillo y en ocasiones tampoco se puede realizar por la falta, por ejemplo, de la anestesia que requiere la paciente para soportar el manejo médico.
Asimismo, se conoce que al menos durante los años de pandemia, el acceso a los métodos anticonceptivos más básicos, como el uso del condón, se vio limitado en el país. Los preservativos que antes se usaban hasta para inflar globos a los niños, ahora se hallan, con suerte, dentro del mercado negro multados a sobre precio y casi siempre provenientes de importaciones privadas en manos de revendedores.
“El derecho al aborto debe ir a la par, de forma urgente, de un programa eficiente y de amplio alcance de educación sexual en todo el país, cosa que no existe en este momento. Y de una mayor disponibilidad de anticonceptivos de todo tipo”, explica la Dra. Aylin Torres.
El problema de los embarazos en la adolescencia, y la decisión de la madre de acudir a un método de interrupción temprana, se enfrenta además a otro creciente problema. Los fundamentalismos religiosos han comenzado a pulular por todo el país y ya no resulta raro que grupos de esta naturaleza se hallen incluso en las instituciones de salud, tratando de persuadir a las mujeres y restando méritos a una lucha feminista que por décadas ha intentado hacer valer el derecho a elegir o no la maternidad.
“En este momento aún se está a tiempo de contener los efectos de ese proceso, pero no hay mucho más chance”, advierte la especialista.
Cuballama pudo conversar con un joven cubano que profesa la fe católica y que considera esa práctica como un acto de asesinato. El muchacho de 30 años explicó que abortar no solo es un insulto grave a Dios, sino que asegura a la madre como culpable de acabar con la vida de una persona que no pidió venir al mundo. “Para quedar embarazada se necesita primero de un acto sexual y llegar allí es responsabilidad de la madre”, considera.
Opiniones de este tipo no tienen en cuenta sucesos lamentables como violaciones o relaciones sexuales en edades adolescentes que, aunque consentidas, no se hayan medidas por una correcta educación al respecto y terminar provocando embarazos que de llevarse a término podrían derivar en familias disfuncionales, por solo poner un ejemplo.
Si el problema de los embarazos en la adolescencia es una tarea pendiente para la sociedad, otra no menos importante sería intentar no retroceder en lo que se ha conseguido con respecto al aborto. Así como enfrentar los que hasta ahora parecen ser sus principales contendientes: las carencias de insumos en la Isla y los fundamentalismo religiosos que pretender hacer cambiar la interpretación de esa práctica médica en el país.