Mientras La Habana hace gala de oídos sordos, en Washington, cientos de cubanos americanos escuchaban a Chucho Valdés tocar el piano.
Mientras en la Casa Blanca se celebraba un evento sobre el Día de Cuba en los EE.UU. y eran especialmente invitados influencers como Carnota al quorum, en la isla se celebraban conversaciones sobre el tema migratorio y llegaban a los oídos de los cubanos declaraciones de funcionarios del gobierno, así como del otro lado del espectro político.
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En el evento celebrado ayer jueves por la tarde en la Casa Blanca, hizo uso de la palabra el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, y pronunció un discurso dirigido a los presentes, sin tocar los temas medulares que obviamente atañen a la comunidad cubano-americana residente en el exterior.
Según la invitación recibida y enviada sabe Dios bajo qué criterios, el evento «tenía como objetivo “reconocer” las contribuciones de la comunidad cubanoamericana a los Estados Unidos y “destacar el compromiso de la administración Biden-Harris con las comunidades latinas”.
La elección de Mayorkas para dar el discurso no es casual. El actual líder de Seguridad Nacional es cubanoamericano en sí mismo, y de hecho es el primer hispano en ocupar tan importante cargo en una administración estadounidense.
Al evento asistieron igualmente otros cubanos distinguidos, como el secretario de la Marina, Carlos del Toro; José Javier Rodríguez, exlegislador estatal de Florida; y hasta tuvo como colofón una actuación magistral del maestro Chucho Valdés al piano.
Sin embargo, tal encuentro no parece haber «recogido» el pedido mayoritario de la comunidad cubana, y que no es otro que influir en cambios verdaderos en la isla.
Mientras los cubanoamericanos escuchaban discursos de los funcionarios norteamericanos de alto rango, en la isla el vicecanciller cubano Carlos Fernández de Cossío, anunciaba que el régimen está dispuesto a aceptar más vuelos de cubanos deportados desde los Estados Unidos.
La isla se está quedando vacía y el régimen parece interesado en recibir a los que se fueron, sin siquiera aceptar la liberación de lo miles de presos políticos, que es, entre todos, el obstáculo fundamental en la relación con los Estados Unidos actualmente.
Mientras tanto, y mientras en Washington se aplaudía a Chucho y de Cossío seguía con el añejo discurso, la Iglesia Católica en Cuba ha propuesto un diálogo nacional para abordar la crisis económica que afecta a la isla y que en gran medida es la que ha impulsado el problema migratorio.
Según el padre Ariel Suárez, secretario adjunto de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, este diálogo busca incluir diversas posiciones políticas para encontrar soluciones concretas en la isla, pero es de dudar que el régimen de 65 años haga algo para complacer a la administración norteamericana.
La Iglesia dijo que apoyará la creación de espacios de diálogo que involucren a varios sectores sociales, pero el régimen no parece interesado siquiera en conversar con los activistas animalistas y los vinculados a la lucha contra la violencia de género.
Mientras La Habana hace gala de oídos sordos, en Washington, cientos de cubanos americanos escuchaban a Chucho Valdés tocar el piano.