Desde que la actriz cubana Ana de Armas decidiera dar el salto a Hollywood hace ya casi una década, su nombre ha ido acaparando cada vez más titulares noticiosos, portadas de revista de moda y, por supuesto, se ha robado el corazón de la prensa rosa.
Más allá de su incuestionable talento como actriz en la pantalla grande, su hermosísimo rostro, glamuroso estilo al vestir y su sonada relación con el actor de primer nivel Ben Affleck, su calidad humana también le ha hecho ganar un espacio importante entre el público, especialmente sus compatriotas cubanos.
Como bien ha contado en varias entrevistas, la chica Bond creció sin internet y sus padres ganaban solo lo suficiente para vivir. Por eso, desde pequeña iba a casa de un vecino a ver cine y fue en ese momento que despertó su pasión por la actuación.
Ana Celia, como la conocen en su antiguo barrio de Nuevo Vedado, echó mano entonces de su nacionalidad española heredada y, con 18 años, se mudó a la “madre Patria”. Tenía solo 200 euros en el bolsillo.
No demoró en hacerse notar. Alcanzó la fama en España con las seis temporadas de El Internado y luego se casó en secreto con el actor Marc Clotet en una finca de la Costa Brava, unión que solo duraría un año y medio.
Aunque su inglés dejaba mucho que desear, se atrevió a mudarse a Hollywood y arrancó con nadie menos que con Keanu Reeves en “Knock Knock” (2015). Luego vino “Blade Runner 2049”, y más tarde “Sin tiempo para morir”, que la catapultó al ojo público. El resto ya lo conocemos, “Knives Out” y “Blonde”, para coronar el pastel.
Ana de Armas siempre vuelve a Cuba
Según recuerda el diario El Mundo, con el dinero ganado hasta la fecha se compró una casa en La Habana y otra en Venice Beach, una de las zonas más chic de California.
Y es que su meteórico ascenso en Hollywood no le ha hecho olvidar que, más allá de las alfombras rojas, en su Cuba hay gente que sufre. De ahí que cuando suele regresar una vez al año, lleva maletas cargadas de medicamentos, ropa y otros menesteres.
En la Isla, nunca falta una parada entre los meses mayo y junio para visitar a su amiga “Muma”, la actriz de La Colmenita Claudia Alvariño, hermana de Taimí Alvariño y madre de dos pequeños que Ana adora con la vida: Lucas y Ana Lucía.
“La cantidad de cubanos, amigos, conocidos, extraños y pueblo, de todas las edades, que diariamente me hacen llegar su orgullo y cariño hacia mi hermana Ana de Armas son infinitas. Si me detengo a contar puede que me quede corta. Y es que sí, es un orgullo y felicidad”, escribió Alvariño en un post de Instagram en septiembre.
“Muma” siempre alude a la sencillez y humildad de la nueva Marilyn Monroe de Netflix, y asegura que la “dulzura y fortaleza con la que nació no se han despegado de ella”. “Sigue volando alto, Tita, sigue soñando como siempre lo hiciste desde tu infancia”, le dijo.
También vuelve a Cuba los fines de año para pasarlo con sus amigos del ISA, sus padres y, ocasionalmente, su hermano Javier Caso, quien actualmente reside en los Estados Unidos.
Suele visitar las playas del balneario Varadero, las típicas paladares cubanas, y nunca falta un paseo a pie o en almendrón por el Centro Histórico en la Habana Vieja y el mítico Malecón.
Su último viaje, al menos el que conocemos, lo hizo el año pasado en el marco de las celebraciones por el Año Nuevo, cuando recorrió las calles de su ciudad natal de la mano de Ben Affleck, poco antes de que se separaran.
Ana crece, como estrella y como persona, pero nunca olvida sus raíces. Ha perdido un poco el acento “cubano”, pero sigue regresando para celebrar con los suyos las fechas más importantes. ¿Volverá este Fin de Año a Cuba?, queda esperar, pero es muy probable que sí.