El antiguo ingenio cubano Carolina, que fuera la mayor industria del azúcar en la provincia de Cienfuegos y ha estado abandonado durante décadas, será convertido en un complejo turístico.
Según informó la prensa oficial, desde la Universidad de Cienfuegos y la empresa estatal Tecnoazúcar han propuesto convertir el otrora central azucarero y sus comunidades colindantes en un “destino turístico y patrimonial”.
Si bien no se ha precisado con qué fondos se financiará el proyecto “Carolina: Azúcar, tradición y cultura”, desde hace meses ambas instituciones colaboran en la evaluación y las oportunidades de desarrollo de la zona ubicada en los límites del municipio de Cienfuegos.
De acuerdo con el periódico 5 de Septiembre, se trata de un lugar que “posee excepcionalidades que lo sitúan dentro de los enclaves principales de la ruta del azúcar en el país, la cual se intenta recobrar desde hace tiempo”.
Por ende, con el rescate del deteriorado asentamiento se pretende también “enriquecer el turismo citadino” de Cienfuegos y “visibilizar las características del flujo productivo del ingenio-central”.
Se prevé construir allí un Centro de Interpretación del Patrimonio; un “ranchón-cafetería con servicio de bar”, cuya oferta incluya “platos que los negros preparaban en los barracones”; paseos a pie y a caballo; y la navegación por el río Damují, “por donde viajaban las mieles producidas en aquella industria”.
El profesor universitario y promotor del proyecto, Norcaby Pérez, ha señalado que, como parte del diagnóstico inicial, que ya casi culmina, se han hecho varias visitas para reconocer “los valores que existen en el sitio” y faltan otras “para entrevistar a los vecinos de la comunidad”.
Desde la óptica del investigador, la población del batey Carolina, que fue “el de mayor relevancia arquitectónica, arqueológica, histórica e industrial de Cienfuegos”, “requiere la intervención del Gobierno, sobre todo en los barracones que aún mantienen la fortaleza, en aras de mejorar las condiciones de vida de las personas”.
Aunque ahora llama la atención de las autoridades cubanas, que han visto fracasar los planes de producción azucarera durante años, el “coloso” Carolina, fundado en 1835 por el estadounidense William Hood Clemens y parte del mayor boom azucarero que vivió la isla, se encuentra en ruinas desde hace mucho tiempo.
El propio Pérez ha reconocido que allí queda “un grupo de restos de las construcciones de la época y de la maquinaria utilizada” y que, “aunque no pueda salvarse todo”, el fin es “rescatar la mayor cantidad de objetos y conservarlos”.
Sin embargo, no pocas de dichas reliquias, “hasta pertenencias del fundador del ingenio”, están en manos de los pobladores del asentamiento, quienes han asegurado que solo las entregarán “cuando vean una transformación concreta del lugar donde viven”.
Pero la práctica de convertir los centrales abandonados en atracciones para extranjeros no es nueva, sino que comenzó en los noventa, tras la desaparición de la Unión Soviética y una profunda crisis económica, que provocaron el cierre de más de 100 industrias de las 176 que funcionaban en Cuba. Durante la zafra de primavera de este año, participaron en la molienda apenas 22 centrales, y, para la próxima, se espera que lo hagan 23.
El central Patria, cerca de Morón, en Ciego de Ávila; el Valle de los Ingenios en Trinidad, en Sancti Spíritus; y el central Hershey, en Mayabeque, fundado en 1916 por Milton S. Hershey, padre de la famosa marca de chocolates del mismo nombre, son otros de los ingenios devenidos centros turísticos.