Los cubanos y los problemas con sus viviendas

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Un plomero y albañil asegura que en el mes de octubre los problemas en las viviendas se incrementan.

Transcurre ya el décimonoveno día del mes de octubre y desde ayer ronda en mi cabeza una especie de afirmación que me hiciera vía teléfonica un amigo plomero y albañil hace ya algún tiempo. Según él, el mes de octubre es el mes que más problemas hay en las viviendas en Cuba.

Debe ser -le decía yo- que como es un mes activo en ciclones, «se disparen las cifras». Él me aseguraba que sin haber ciclones, él en octubre «pinchaba más que en ningún otro mes». Le aseguré que es posible que «ese estudio no se haya hecho nunca»; que además sea bastante difícil de hacer, pero me di a la tarea de revisar, al menos en la última semana -sin que esto constituya una afirmación o negación de lo dicho por él- «reportes» sobre el tema.

Fue así que me encontré con «chispazos» de problemas con las viviendas en la prensa oficialista. De más está decir que «la vivienda» es el tema de mayor referencia en las quejas de los diarios nacionales; ya sea por lo concerniente a los materiales, como a los títulos de propiedad de las viviendas, que es otro asunto que exaspera a cualquiera.

Por ejemplo: El pasado 6 de octubre vecinos del municipio granmense de Bartolomé Masó se quejaban en el diario oficialista Juventud Rebelde sobre un hecho que los afectaba en sus viviendas: la rotura de una turbina de agua. Denunciaban que los de Acueducto -otro organismo que se las trae en la isla- tras numerosos arreglos ya sentenciaron a muerte la turbina y les dijeron a los vecinos que tenían que resolver «por sus propios medios».

También en el JR, el 9 de octubre, llegaba otra carta de Georgina Himely Fernández, residente en Los Arabos; mujer que había escrito el 27 de agosto para reseñar que aunque desde el 20 de julio ya había culminado con la ejecución de su vivienda, no se había podido mudar porque no contaba con el metrocontador de la electricidad. Algo que no se vende ni siquiera en las tiendas de MLC.

Es cierto que ninguno de estos casos atañe al oficio de plomero albañil de Manteca, el amigo, pero este sí, y se refiere a una tupición que enfrenta Guillermo de León Hernández (Esperanza No. 10, entre Factoría y Suárez, La Habana Vieja) quien cuenta que Aguas de La Habana, al llegar a su casa para remediar la tupición, detectó que esta venía del sistema de alcantarillado, por lo que era necesario romper un tramo de la calle para cambiar la tubería afectada.

Lo más interesante, pienso yo, es que en la mayoría de los casos -si apelo a la memoria- se nota que las autoridades cubanas no dan abasto para responder a los problemas de la población. Es por ello que los cubanos tienen que terminar en manos de los particulares, que no tienen tampoco los medios, pero le meten ganas (tal vez por lo alto que cobran por su servicio).

Peor aun es el hecho de que los cubanos que enfrentan estos problemas muchísimas veces terminan en una situación peor, pues mientras van de organismo en organismo, entre funcionario y funcionario planteando su queja y entregando documentos, el tiempo va transcurriendo y -digamos- la tupición se incrementa; o el deterioro de una vivienda se acentúa, cómo le sucedió a Miriam Castanedo Morales, una cubana que se quejó en el medio Cubanet de su situación y que plantea:

«“Me personé a ver el delegado de la comunidad, fui al Consejo de la Administración del Poder Popular de Centro Habana, a la Dirección Municipal de Vivienda; fui a la oficina de Atención a la Población de la Asamblea Nacional del Poder Popular, al Consejo Provincial del Poder Popular, a la Fiscalía de Centro Habana, fui al Partido Provincial, y todo lo que vi en esos lugares fue indolencia y faltas de respeto con el pueblo; solo dicen mentiras y más mentiras”.

Seguramente existen muchísimos casos más y estoy convencido que ese exceso de trabajo al que hizo ayer referencia el amigo, tiene que ver con las lluvias y los vientos. Debe ser la temporada ciclónica, sin dudas, la responsable de tantas «molestias», o de este «exceso de trabajo» en el mes de octubre.

¡Qué bien para él! ¡Qué mal para otros!

Por suerte también, esta temporada no nos trajo -excepto uno con mucha lluvia- huracanes o ciclones devastadores en Cuba.

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