Ex narcotraficante Carlos Lehder, mano derecha de Pablo Escobar, vincula a Raúl Castro con el tráfico de drogas

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El ex capo Carlos Lehder, mano derecha de Pablo Escobar, dio detalles de la presunta relación del gobierno cubano con el tráfico de drogas y de la complicidad de Raúl Castro con el Cartel de Medellín. 

En su recién publicado libro de memorias Lehder, quien cumplió 33 años tras las rejas en Estados Unidos, indicó que “la dictadura castrista, por intermedio de la Cipac, la agencia de inteligencia y operaciones especiales de La Habana, se había valido de una doctora cubanoamericana, pariente de una antigua compañera mía, para enviarme una invitación formal a visitar la isla, con todos los gastos pagos por el Gobierno”.

Dijo que en su primera visita a la isla fue recibido por un grupo de oficiales vestidos de civil que pensaban que estaba en un viaje de negocios. Los militares estaban liderados por el coronel Antonio de la Guardia, jefe de la Corporación de Importadores y Exportadores de Cuba (Cimex), agencia de ‘operaciones especiales’ de la dictadura castrista”. 

El ex capo dijo que pensaban que su visita era para comprar langostas, ron y cigarros pero él explicó que estaba allí con el propósito de negociar que Cuba se convirtiera “en trampolín” para el trágico de droga.

“Por ahora, solamente le puedo confirmar que necesitamos todos los dólares que podamos conseguir”, le respondió el coronel Antonio de la Guardia según recoge en su libro. El colombo alemán aseguró que le autorizaron operar en Cayo Largo, porque contaba con una buena pista de aterrizaje.

“En la fase uno, Cimex necesitaba recibir cinco millones de dólares en efectivo para cubrir los gastos del Gobierno en esa isla (…) Usted tendrá las habitaciones que requiera en el segundo piso del hotel para residir allí con sus trabajadores; además, abriremos la cocina. No sabemos cuánta cocaína usted traerá a la isla, pero mientras más sea, mucho mejor; solo tendríamos que negociar el precio por kilo aterrizado”, añadió. 

Lehder indicó que pidió que le presentaran a Raúl Castro y De la Guardia preparó el encuentro. “Escúcheme bien: el protocolo obliga a respetar estrictamente el tiempo. Son cuatro minutos máximo para saludo de mano, frase de cortesía y despedida. Usted no mencionará su nombre propio”, le indicó De la Guardia.

En la previa de la cita le requisaron, le quitaron el pasaporte y lo condujeron a una sala. “Apareció entonces un hombre de gafas que, mirándome astuta y fijamente, me dijo: –Mucho gusto, bienvenido a Cuba libre –me saludó, y me extendió su fría mano con el gesto glacial del potentado que saluda a un lustrabotas”.

“Aquí en Cuba hemos logrado muchísimos avances en educación, medicina y agricultura. Nuestro comercio está creciendo, a pesar del bloqueo yanqui; la Revolución cubana es invencible. Disfrute su estadía. Puede retirarse”, le respondió Castro para sellar el acuerdo.  

Lehd expresó que Pablo Escobar puso a su socio Gustavo Gaviria al frente del negocio. En su libro escribió que “Gustavo, el Mexicano y yo éramos los socios que estábamos metidos en el primer cargamento de cocaína enviado a Cayo Largo. Nuestra responsabilidad era hacerlo llegar a la isla”.

El ex narco agregó que tras el convenio llegaron muchos cargamentos y la operación de tráfico desde Cuba la conducía Gustavo Gavira y De la Guardia era el encargado de llevarla a Bahamas. Allí Lehder aún tenía contactos oficiales con el Gobierno “–que seguía siendo cómplice con la condición que no viviera en la isla–; desde ahí la coca se convertía en dólares en Estados Unidos, todo con la venia del régimen de Fidel Castro”, reflejó la revista Semana.

Estos vínculos dieron lugar en 1989 al juicio a 14 militares cubanos bajo acusaciones de  narcotráfico y corrupción, con los que Fidel Castro se desmarcó de la presunta relación de su gobierno con el cartel de Medellín.

El proceso, conocido como Causa número 1, terminó con el fusilamiento de Arnaldo Ochoa, y del hermano de Patricio, el ex coronel Antonio de la Guardia junto a otros dos altos militares cubanos.

Además, se condenaron a penas de entre 10, 15 y 30 años de cárcel al resto de los acusados.

Con este juicio transmitido tras una estricta edición por la televisión cubana el gobierno cubano se desmarcó de las acusaciones por su responsabilidad en el tráfico internacional de drogas, pero ahora vuelven a salir a la luz estos presuntos vínculos sobre los que cabe la posibilidad que las autoridades de la isla publiquen pronto una declaración que los vuelva a refutar.

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