En una reciente muestra de «labor comunitaria», el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, fue fotografiado trabajando «voluntariamente» en campos agrícolas, buscando mejorar su imagen en medio de una creciente crisis de credibilidad y eficacia gubernamental.
Las imágenes, distribuidas por medios oficialistas, muestran al presidente empuñando herramientas de labranza en un campo de maíz, en un acto que coincidió con la conmemoración de la victoria de Girón.
Este acto de Díaz-Canel, sin embargo, ha sido recibido con escepticismo y crítica por parte de la ciudadanía, principalmente desde las redes sociales, quienes lo ven como una estrategia superficial que no aborda los problemas subyacentes de Cuba, tales como la escasez de alimentos y una gestión económica deficiente.
Los más críticos, y los críticos en general, argumentan que estas acciones son más un espectáculo mediático que una contribución real a la agricultura del país, citando la falta de resultados tangibles y el alto coste de estas movilizaciones presidenciales.
Paralelamente, el contexto político de Cuba se ve ensombrecido por recientes denuncias de corrupción que involucran a altos funcionarios del gobierno.
Por ejemplo, el exjefe de Servicios Comunales de Santa Clara fue detenido por su participación en una red de desvío y venta de tanques de basura, evidenciando un profundo problema de malversación y abuso de recursos estatales, según hizo saber el perfil oficialista de Facebook, afiliado al MININT en Villa Clara, Fuerza del Pueblo.
Este caso es solo un ejemplo de cómo la corrupción ha permeado varios niveles de la administración cubana, afectando la confianza pública y la eficiencia gubernamental.
Recientemente el Primer Ministro cubano, Manuel Marrero Cruz, instó a «combatir actitudes blandengues» en el enfrentamiento a la corrupción en Cuba; y lo que calificó como un «tema transversal», yb dijo que afecta a «todos”.
Durante una reunión del grupo que atiende ese tema a nivel nacional Marrero expresó:
“Hasta que nosotros no cerremos filas desde las fábricas, el almacén, desde la exigencia de los dirigentes a todos los niveles, hasta que no eliminemos la blandenguería ante las cosas que pasan y no se hagan los análisis profundos, no se indague en las causas y condiciones, no se cerrarán esas puertas que son las que dan entrada a que ocurran todas estas cosas desagradables a la población, y no vamos a tener los resultados con toda la integralidad que demanda este fenómeno que es de seguridad nacional”.
Sin embargo, por estas horas es el propio primer ministro Manuel Marrero quien enfrenta escrutinio por supuestos privilegios indebidos que involucran a su familia, particularmente a su madre, quien recibe suministros de comida transportados desde La Habana a Holguín, según dio a conocer el youtuber e influencer Darwin Santana.
Estas revelaciones surgen en un momento donde la mayoría de los cubanos enfrenta severas restricciones alimenticias y económicas, lo que agudiza la percepción de una élite desconectada y corrupta que se beneficia del sistema a costa del pueblo.
El gobierno de Díaz-Canel, por lo tanto, se encuentra en una encrucijada crítica.
Por un lado, intenta proyectar una imagen de compromiso y trabajo duro mediante la participación en labores agrícolas voluntarias. Por otro, no puede desvincularse de las continuas revelaciones de corrupción que socavan cualquier esfuerzo de mejoramiento de imagen y profundizan la crisis de legitimidad y liderazgo en el país, cuyo ejemplo más categórico y emblemático durante el periodo de su mandato ha sido la destitución del Ministro de Economía, Alejandro Gil.
tal vez quieras leer más sobre este tema: Díaz-Canel insiste en llamar «odiadores» a denunciantes de corrupción en medios alternativos