De jonrones y rones: el día que conocí a Luis Giraldo Casanova

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Luis Giraldo Casanova, para muchos el mejor bateador de nuestras Series Nacionales, cumplió 67 años este 5 de diciembre. Este artículo, en forma de crónica personal, es un homenaje al fenomenal bateador

El colega Michel Contreras publicó en el portal independiente Cubanet Noticias la anécdota del día del retiro del más grande pelotero que jamás haya pisado un estadio de béisbol en Cuba, según el criterio de muchísimos cubanos: Luis Giraldo Casanova.

El mítico número 14 de nuestras Series Nacionales, celebró su cumpleaños antier entre las penas y glorias – pudiera decirse – de su retiro, y fue el momento idóneo que encontró Contreras para, desde las trincheras del periodismo y memoria en mano, recordar aquel famoso retiro.

Dice Michel:

«Su última página de gloria la escribió el mismo día del retiro. Era octubre, llegaba el otoño del patriarca, y el dolido patriarca se echó toda la tarde bebiendo en plan cosaco. Luego se fue al estadio ansioso por apurar el trago de la despedida, y allí, para sorpresa suya, le exigieron que tenía que batear.

Casi a regañadientes, Casanova se puso los spikes de su hermano Leovigildo, Omar Linares le dio su bate y las guantillas, y Yobal Dueñas se le acercó para decirle “eres un mierda si no das jonrón”. El resto es una historia conocida: LG mandó a volar la esférica y se quedó gozando la conexión en el home plate, para delirio de una fanaticada ronca de alegría. YouTube puede dar fe.»

De esta relación amorosa entre Casanova y el ron puedo dar fe yo también, el día que lo conocí, frente a frente por primera vez, el 15 de enero del año 2017.

Se celebraba uno de los ya cada vez más escasos Juegos del Reencuentro, en un estadio de la Florida International University, FIU, y Casanova se encontraba de visita en los Estados Unidos. Vestía esa tarde el uniforme azul, del equipo de Wellmax, esperaba su turno al bate y, sentado en el banco, se daba su traguito de ron.

El momento del saludo y el ofrecimiento de su parte a que yo me diera un cañangazo que acepté con orgullo, sirvió para recordarle que días antes, en una entrevista que le realizara a Antonio Muñoz, este contaba una anécdota ocurrida en Cienfuegos, cuando el Gigante del Escambray lo encañó a propósito, en su casa, horas antes del juego que celebrarían juntos como contrarios en el 5 de Septiembre. Un día en que pichearía Rogelio García, y a Muñoz se le ocurrió la idea de emborrachar en su casa, juntos, a Rogelio y a Casanova.

El resto de la anécdota quedó resumido así en boca de Muñoz:

«Rogelio nos metió nueve ceros ese día (…) entre Rogelio y Casanova bajaron la botella aquella de Havana Club con cinco cuartazos. En nada se la espantaron y me pidieron otra.

Yo jugaba esa noche también, contra ellos, claro, y por eso tomé poco. Rogelio iba a pichear por Pinar y por nosotros Ramón Castellanos. Y a las seis de la tarde me los llevé pal estadio.

Fíjate la nota que tenía Casanova, que se quedó dormido de mi casa al estadio, que es cerquita. Rogelio iba más o menos, pero liquidao también.

Mira, para no cansarte, empieza ese juego y Casanova en el primer turno al bate mete jonrón. Cuando llego al banco me preguntan: “Guajiro, ¿pero tú no lo emborrachaste?”. Pasan dos o tres innings, Rogelio picheando… ¡no se le veía la bola! Y cuando Casanova vuelve a batear… ¡jonrón de nuevo!

En el sexto inning, cuando regresa al bate, mete tubey y cuando llega a segunda base, empieza a hacerle señas a Pineda para que lo quite, porque no podía más de los deseos de vomitar que tenía. Pineda viene a verlo a segunda y empieza a preguntarle qué tenía pero él no le decía nada, y Pineda insistiéndole.

Cuando pasan por la primera base, mientras se iba del terreno, Pineda le vuelve a preguntar a Casanova qué le pasaba, y Casanova lo mira y le dice: “Conde –así le decíamos todos a Pineda–, ¿qué coños me va a pasar? La pila de rones que me ha dado el Guajiro este”. Y me señala. Se me para al lado y delante de Pineda me dice:

“Pero no te me vayas, Guajiro, cuando se acabe el juego, que me vuelvo a ir contigo para tu casa para seguir tomando”. No le sacaron out a ese hombre esa noche. ¡Qué clase de bateador! (…)” .

Cuando Casanova escuchó la historia, resumida, se río y confesó:

«No me acuerdo de ese día, pero es posible que haya pasado. Yo muchas veces jugué borracho.»

En la foto, a la que Casanova accedió orgulloso minutos después, no se ve, pero en su mano izquierda sostenía, un vasito plástico, con ron.

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