Ariam Morfa Blanco es un hombre decente. Así lo aseguran familiares y amigos. Incapaz de hacer daño. De ejercitar la violencia. Supuestamente habría actuado el pasado 11 de julio en concordancia con un derecho refrendado en la Ley de Leyes de la República de Cuba: su Constitución. Sin embargo, está preso.
Numerosas voces se alzan por la liberación de este cienfueguero a quienes muchos conocen.
Trabajador, padre de familia, Ariam Morfa tiene a cientos de cienfuegueros preguntando por él; preguntándose cómo un hombre trabajador, que no le ha hecho absolutamente daño a nadie, y honesto como él, puede estar preso.
Su madre, desesperada, pide a gritos su liberación.
«Lo único que hizo, fue decir muy alto lo que pensaba»,
expresó la anciana.
«Le pido ayuda a todos para lograr su liberación porque es injusta y fuera de toda legalidad», señaló.
Su nombre es uno entre tantos; entre tantos cientos de cubanos -cifras extraoficiales hablan de 700 desaparecidos en Cuba tras las protestas por el 11 de julio- que fueron detenidos el 11 de julio, o con posterioridad a ese día.
Según fuentes desde la Perla del Sur, el gobierno habría pedido «la colaboración» de sus acólitos más fieles en los barrios para identificar a los que participaron en las protestas.
En el jamo, aseguran, cayeron algunos que no participaron en la revuelta, pero salieron a las aceras y fueron filmados. Vistos «en la calle» ese día.
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Pedrito, un colaborador de Cubacomenta en Cienfuegos, cree que puede haber personas que «hayan echado para alante a otros, sin comerla ni beberla, tan solo por limar ciertas deudas del pasado».
¿Será Ariam Morfa uno de esos casos? Pedrito, desde Cienfuegos, explica que desconoce los particulares de su caso, pero recuerda lo vivido por un exvecino suyo, ya fallecido, que en el año 1959 estuvo a punto de morir en el paredón de fusilamiento de La Cabaña, tras ser acusado de «batistiano» por un combatiente del Ejército Rebelde.
«Su delito» en realidad había sido otro: ser el amante de la mujer del presunto revolucionario.
