Yordanka Ariosa, actriz: “No importa si hago mucho o poco, sino hacerlo bien”

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Ahora mismo, que está en Nueva York, cree que cualquier cosa es posible. Actuar en la Gran Manzana fue uno de sus sueños más grandes, uno que “nunca pensé que pudiera cumplirse”. Jamás contó con subirse a los escenarios de una de las mecas del teatro mundial, aunque lo deseó por mucho tiempo. Yordanka Ariosa (Sancti Spíritus, Cuba, 40 años) confía en el universo precisamente porque, “sin decirlo”, “uno piensa en lo que quiere” y él “de vez en cuando te sorprende y te da lo que siempre has pedido”. 

Tal vez por haber dicho en voz alta que le encanta la idea de ser dirigida por Pedro Almodóvar es que “aún no se me ha dado”. Hoy guarda algunos secretos, porque, “para que el universo te conceda cosas”, “hay que pedirlas en silencio”. Se abstiene de mencionar otros de los realizadores con los que quisiera trabajar, pero el de ‘Todo sobre mi madre’ y ‘Hable con ella’ sigue siendo el número uno de la lista.

Si bien su paso por el cine le ha dado todo tipo de premios (algunos tan grandes como La Concha de Plata a la Mejor Actriz del Festival de Cine de San Sebastián, España, por su desempeño en ‘El rey de La Habana’, de Agustí Villaronga), ella ha sido una dama del teatro.  Justamente desde un camerino de New York City, cuando hay un receso en los ensayos, aprovecha para hablar en exclusiva con Cuballama Noticias sobre algunos de los hitos de su carrera artística.

Durante la conversación, más de una vez le agradece al actor y dramaturgo Jazz Vilá no solo por poder interpretar ‘Farándula’ y ‘Candela’ sobre las tablas neoyorquinas a lo largo de este septiembre (algo por lo que su director y amigo “ha luchado”, y que ha conseguido, “porque lo consigue todo”), sino por tratarse de dos obras que ha podido hacer mucho en Cuba. 

Yordanka Ariosa en ‘Candela’ en Nueva York. Foto: Sergio Jesús/Cortesía de la entrevistada.

Su tono de voz es pausado, pero elocuente. Se nota que es una artista que sabe lo que quiere y, lo que es más importante, lo que no quiere. De hecho, no fue hasta casi los cuarenta que decidió actuar por primera vez en televisión. Lo hizo como Xiomara, en la novela ‘Tú’, de Lester Hamlet, con la que, a pesar de lo que la aterrorizan las cámaras, logró colocarse en la preferencia de la audiencia de la isla.  

Según evoca Yordanka, de su natal Sancti Spíritus conserva cosas buenas y malas, “algunas muy personales”. También a su familia y los amigos entrañables que afortunadamente todavía tiene allá. Atesora sobre todo la “bonita” etapa que pasó en la Escuela Elemental de Música Ernesto Lecuona. “La valoro mucho por lo que me ayudó y me sigue ayudando en mi carrera como actriz”. 

Por aquellos años, que participó en el concurso infantil ‘Cantándole al Sol’, tuvo su primer encuentro con el público. Siendo “muy niña” pudo escribir sus propios temas e interpretarlos delante de muchas personas; y descubrió que la música no era su único camino porque “empecé a tener otras inquietudes”. 

Yordanka Ariosa junto a Jazz Vilá. Foto: Cortesía de la entrevistada.

-Después de ganar La Concha de Plata, ¿se te abrieron todas las puertas que esperabas?

-Para mí La Concha de Plata tiene la misma connotación que los demás premios que he recibido, independientemente de que se entrega en un festival de importancia en el mundo. Lo agradezco como el resto de los que me han dado. Creo que a partir de ahí se me abrieron las puertas que se iban a abrir. Hay una frase que reza que “Lo que está para ti, ni aunque te quites. Y lo que no está para ti, ni aunque te pongas”; y que es válida para los premios, para las oportunidades, para las puertas. Hubo algunas que se abrieron antes y otras después de La Concha de Plata, y otras que ni siquiera he tocado, por lo que no tengo forma de saber si se abrirán o no.

-¿Qué es lo mejor que te dejó el papel de Magda, que hiciste en ‘El rey de La Habana’?

-La experiencia de ser dirigida por ese gran artista, por esa persona maravillosa, que fue Augustí Villaronga. Nunca me imaginé que yo iba a tener una oportunidad de trabajar con un director que sabe lo que quiere y que te va guiando porque sabe cómo decírtelo. Fue la primera vez que pude encontrar eso dentro del audiovisual (porque en el teatro había tenido millones de oportunidades de trabajar con personas que sabían hacer eso). Es algo que le agradeceré a él toda la vida dondequiera que esté. Magda me dio muchas satisfacciones, sobre todo durante el proceso, que al final es lo que más me gusta y vivo de los personajes. El proceso de trabajo de ‘Un rey en La Habana’ fue maravilloso, gracias a que yo tenía muchos deseos de hacer el personaje, aunque en el teatro uno tiene más tiempo para prepararse y también he tenido la suerte de trabajar con directores maravillosos, que me ayudaron mucho. 

-Has contado que tuviste que ensuciar la dicción para interpretar a Magda. ¿Nunca dices malas palabras? 

-Yo trato de no decir malas palabras. Tengo que estar muy molesta o que pase algo muy grande, para que se me escape una mala palabra. No me gusta decirlas. Al tropezarme con un personaje como Magda tuve que buscar alternativas y ensuciar la dicción, no sólo por las malas palabras, sino por la forma de hablar que tienen los habaneros. En Cuba cada región tiene una forma de hablar diferente. Al hablar, los habaneros se comen algunas letras; y nosotros los del centro no acostumbramos a hacer eso y, si nos comemos alguna letra, no son las mismas letras que se comen los habaneros. Tuve que trabajar con la dicción para no parecer de otro lugar que no fuera de La Habana.

-¿Por qué en algunos castings rechazan a un actor con sólo mirarlo?

-Yo supongo que, como cada maestro tiene su librito, cada director tiene su forma de saber si determinado actor o determinada actriz puede hacer el personaje de su película, su novela o su obra. A veces saben si lo vas a hacer bien o mal de sólo mirarte, pero no sé cómo, porque, si yo no veo a alguien actuar no sé lo que puede hacer o no. Tal vez requiere un grado de experticia que yo no tengo, y hay directores de castings con los que me he tropezado que sí lo tienen. También esta es una profesión muy subjetiva, donde cada cual tiene una opinión sobre lo que ve o siente, y a lo mejor lo que me parece bien a mí a ellos no les parece igual, y viceversa. 

-¿Por qué a un director debería importarle más lo que transmite un artista que como luce?

-En mi modesta opinión, cuando uno tiene delante un actor, la primera impresión importa, pero creo que en ocasiones un director debería ser más consciente de lo que el actor puede hacer y menos de cómo el actor luce. Es importante también la apariencia, porque el personaje tiene una imagen y uno tiene que tratar por todos los medios de mantenerla, pero puede suceder que llegue un actor que no cumpla para nada con los requisitos de imagen que tiene en su cabeza el creador y, de momento, cuando lo ves actuar, todo cambia y dices: “Bueno, no es lo que yo tenía pensado, pero puede funcionar o me funciona todavía más”. Hay que tenerlo en cuenta todo y probarlo todo. Lo aprendí con Agustí: si se va a hacer un casting, hay que hacerlo como Dios manda. Él quería que Magda fuera más oscura de piel de lo que yo soy; sin embargo, me vio actuar y pasó por alto eso.

Yordanka Ariosa en ‘Candela’ en Nueva York. Foto: David Botero/Cortesía de la entrevistada.

-¿Crees que en Cuba se te ha subestimado?

–No creo que en Cuba se me haya subestimado, sino que yo como actriz he querido hacer algunas cosas y otras no. Me he dado a conocer cuando lo he estimado conveniente y cuando no, no. 

-¿Hasta qué punto es un obstáculo para un actor vivir en Cuba?

-No lo sé, porque yo vivo allí y no he dejado de trabajar nunca. Un obstáculo para mí sería no poder actuar y eso no me ha sucedido nunca en Cuba. No me ha faltado el trabajo en Cuba. Y, además de trabajar en Cuba casi constantemente, he tenido la oportunidad de hacerlo fuera en muchas ocasiones, como ahora, y he aprovechado la oportunidad. Creo que los obstáculos a veces uno mismo se los pone. No he tenido obstáculos para mi carrera ni en la isla ni en ningún otro lugar, que en buena hora lo diga.

-¿Por qué has sido una actriz básicamente de teatro?

-Porque es lo que me apasiona desde la primera obra que vi, que fue ‘El baile’, de Abelardo Estorino, interpretada por esa grandísima actriz que fue Adria Santana. Desde entonces supe que eso era lo que yo quería hacer, independientemente de que un actor pueda trabajar en otros medios como el cine, la televisión o la radio. Esa posibilidad de estar con el público delante, de transmitirle lo que sientes y lo que piensas, y de recibir una reacción en correspondencia con lo que estás transmitiendo o no, no tiene precio. Para mí no hay mejor remuneración que el aplauso. Ese resultado no lo puedes ver de inmediato cuando te desempeñas en otros medios. Esa cosa efímera del teatro me gusta y me mantiene ligada a él. Si de mí dependiera, no lo dejaría de hacer nunca.

-¿Tienen algo que ver Xiomara y Yordanka?

-Creo que lo que más tiene que ver el personaje de Xiomara conmigo, y a lo que me aferré mientras me preparaba para el papel, es esa perseverancia que tiene, porque ella va lento, pero no se estanca. Cualquier otra persona en su lugar tal vez hubiera preferido quedarse en el mismo lugar, tranquila, sumisa, sin preocuparse por lo que pudiera pasarle a sus hijos, pero ella echó para adelante (como decimos en Cuba), a su ritmo, a su modo. En ese sentido, ella y yo tenemos mucho que ver porque, puede que yo me demore en pasar de una cosa a otra, pero al final siempre paso, no me quedo donde estoy. Lo que más nos acerca es esas ganas de emprender, de querer evolucionar, sea fácil o no, sea más o menos rápido, pero al final se hace. Ella lo hizo y yo lo trato de hacer.

-¿Qué crees que hizo que muchos opinaran que tú sola fuiste ‘Tú’?

-En ‘Tú’ yo hice lo que siempre intento en todos los proyectos en los que me involucro. Trabajé con la misma entrega, el rigor, la disciplina y el respeto que en todo lo demás. El resto queda a consideración del público. No esperaba las reacciones que han tenido las  personas cuando me ven en la calle y mi propia familia, por ser lo primero que he hecho en televisión, pero las agradezco. Estoy muy feliz con el resultado de ‘Tú’ porque pienso que, en cierta medida, es la finalidad del empeño que uno pone en los personajes: uno siempre espera que le guste a la mayor cantidad de personas. Por supuesto que disfruté mucho también del proceso, no solo por Lester (Hamlet), sino por todas las personas con quienes tuve la suerte de coincidir: desde los actores hasta el equipo técnico. 

-¿Cómo es que una actriz le tiene “pavor” a las cámaras?

-No sé cómo explicarlo y sé que no es algo común en los actores, pero me pasa. Me intimida la cámara. No he descubierto todavía por qué, pero cuando la veo me tiemblan las piernas, me sudan las manos (que normalmente no me pasa), y se me reseca la boca. Cuando dicen ‘acción’, me quiero morir, pero lo hago porque es a lo que me dedico. Incluso pienso que me ha ayudado ese miedo porque uno no debe mirar a la cámara cuando está trabajando y yo no lo hago. Le tengo terror y respeto porque te mira y te coge todas las expresiones. El trabajo mío es tratar de que no se note. Espero haberlo logrado.  

-¿Es por eso que no has hecho más cine o televisión?

– Por eso, porque prefiero el teatro y porque conozco muchos actores que se concentran en hacer y hacer, pero yo prefiero hacer menos y poder dedicarme de lleno a lo que estoy haciendo. Si estoy en más cosas, siento que no puedo dar el nivel de rigor que yo entiendo que debe tener cada proceso. Eso hace que a veces cuando llegan las oportunidades, yo estoy haciendo otra cosa, coinciden las fechas, y me niego a contaminar un proceso con el otro. Por eso tal vez me demoro en hacer un proyecto de cine o de televisión. No hay motivos ocultos. Sé que otro actor en mi lugar hubiera buscado el tiempo y el momento para hacerlo todo, pero yo no soy así, aunque no critico a quien lo haga. Lo que no quiere decir que no pueda estar haciendo dos cosas a la vez: si me interesa el papel y estoy disponible, lo hago. Si no, prefiero concentrarme en lo que esté haciendo en el momento. No importa si hago mucho o poco, sino hacerlo bien. Sea en la vida o en el trabajo, aunque sea poco, me gusta hacerlo lo mejor posible. 

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