El podcast «Radio Ambulante» en su última edición nos trajo la historia de Carla Suárez, una joven escritora nacida en Cuba que ha vivido en el extranjero durante 25 años.
El relato se centra en la experiencia de Carla al viajar de regreso a Cuba en junio de 2023 y la preparación de la maleta que llevaba consigo. Una maleta «especial» porque contenía artículos y suministros para familiares, amigos y conocidos en Cuba; una muestra más de las necesidades y la situación económica del país.
Según narró la joven, la preparación de la maleta fue un proceso complicado y estresante, pues ella quiso incluir todo lo que la gente le pidió. La lista de artículos solicitados incluyó medicinas y alimentos para niños y adultos, pues Cuba desde hace ya varios años está experimentando una crisis económica y social sin precedentes.
Lo interesante de su historia es que es una historia común en cada cubano que viaja a la isla: empacar cuidadosamente cada artículo y maximizar el espacio en la maleta para asegurarse de que todo quepa.
A los cubanos nos preocupa más que a nadie el peso de la maleta y el costo adicional que podría tener si excede el límite permitido por la aerolínea. Por suerte para ella y todos los cubanos que viajan a la isla, las autoridades en Cuba han eliminado temporalmente los aranceles para alimentos, productos de primera necesidad y medicamentos, lo que le permite llevar más suministros de lo habitual; una decisión que se tomó luego de que miles de cubanos impulsaran desde las redes sociales el hashtag #SOSCuba, al cual se unieron cientos de influencers y artistas muy conocidos como Don Omar, Alejandro Sanz, entre otros.
Sin embargo, preparar la maleta, pasarla por el mostrador del checking es apenas la primera parte de una experiencia más amplia, pues una vez en la isla deberá sortear la revisión del equipaje por parte de los aduaneros para luego, una vez fuera del aeropuerto enfrentarse a la incertidumbre sobre lo que encontrará en Cuba después de tanto tiempo viviendo en el extranjero.
Luego queda descubrir, una vez ya en casa, que las necesidades que debe satisfacer de su familia y de tanta gente – amigos, sobre todo – es tanta, que ni con diez maletas más las hubiese cubierto.
En su caso, los problemas que su madre le había explicado eran tantos que en cada viaje se empeñó en llevar lo necesario para ir reparando su vivienda poco a poco.
Resulta curioso conocer cómo sus viajes – dice – fueron temáticos. En un viaje se ocupó «de la carpintería, en otro de la fontanería, el siguiente, el de las grietas en las paredes, y así».
«El tema de mi último viaje fue el de la electricidad, algo que yo no podía resolver. Por eso, el día después de mi llegada, fue a visitarme un amigo electricista con quien ya me había puesto de acuerdo. De mi maleta salieron los 15 metros de cable que él me había sugerido comprar para sustituir el que llegaba al apartamento, que estaba en muy mal estado. El problema quedó resuelto en cuestión de horas,» narra la joven, y uno se queda pensando en el rostro que tendría la persona de aduana en el aeropuerto de embarque, al ver a través del aparato de rayos X 15 metros de cable en una maleta.
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