Connect with us

Cuba

De cuando Elegguá cerró el Mercado de Cuatro Caminos

Published

on

Los más creyentes dicen que Elegguá agitaba su garabato durante la inauguración el pasado sábado. Luego el tumulto, los destrozos y el cierre de Cuatro Caminos

Algunos casi pueden afirmarlo: “Estaba en una esquina del mercado, agitando su garabato”. Esa es la explicación que la población creyente tiene para los sucesos del pasado sábado en Cuatro Caminos.

La Habana cumplía 500 años. A la par, cientos de personas destrozaban el mercado, inaugurado esa misma mañana. Semanas antes de la apertura, las redes sociales mostraban la estatua del Elegguá Gigante, deidad protectora del lugar, decapitada luego de un intento de traslado.

Ayer el Mercado de Cuatro Caminos volvía a abrir. Sin embargo, la comunidad religiosa cubana se muestra temerosa. “Fue una irresponsabilidad intentar sacarlo de su sitio, mucho más si ese santo no come ni es atendido hace muchísimos años. En este país existe una Asociación Yoruba y lo más sensato, una vez roto, era pedir ayuda a quienes saben”, declara Marelis.

Durante las labores de restauración, la imagen, encontrada en 1994, fue removida con la ayuda de un montacargas. El resultado fue desastroso: la polea del vehículo se desprendió y el golpe terminó destrozando la cabeza del Elegguá.

“Las divinidades yorubas son implacables, pero no injustas. En este caso se castiga la imprudencia, no el desconocimiento. Se debió pedir permiso para el traslado, aun cuando no se sea creyente. Ahora toca atenerse a las consecuencias”, nos comenta Alfredo, vendedor de flores de la zona.

Para Alberto, trabajador del lugar, “se cerraron los caminos, ¡y de qué manera! Nunca había visto a la gente así. Nos golpearon, destrozaron todo. ¡Parecían poseídos! Otras veces se han perdido los productos de la tienda, mas las personas no se comportaron de esa manera. Se habla de vandalismo por la televisión pero, ¿todo un pueblo de vándalos? ¡Qué va, aquí había otra cosa!”

Para el babalawo Osvaldo López, Otura Niko en Ifá: “esta es la deidad de los caminos: los cierra o abre según su conveniencia, pues tiene las llaves del destino. En caso de querer trasladar a este Echu del lugar donde probablemente nació, se debió buscar a un sacerdote de la religión para dar de comer al santo y preguntarle dónde deseaba descansar”.

De acuerdo con su testimonio, las diferencias entre ambas figuras es el método de adivinación: “Existe una moda de babalawos ahora, mas el Oriaté –obbá- también puede darle de comer a los santos pues no hay mucha diferencia: a los primeros, Orula les desvela el futuro mediante el tablero; los segundos, pueden verlo al lanzar los caracoles”, afirma.

Aunque se desconoce el paradero de la pieza, López asegura que la situación tenía remedio: “Debía determinarse el tipo de Otá –piedra- para ponérsele y restaurar la cabeza. Después darle un gallo fino o chivo mamón, y pedir disculpas por la falta”, finalizó.

Aun quienes no siguen la fe, consideran arbitrarias las decisiones: “Desde el punto de vista patrimonial, la figura tenía un inmenso valor. Debieron acometerse obras de reparación y depositarla en un sitio donde pudiese ser adorada por todos; el pueblo cubano es muy devoto”, expresó Michel, joven transeúnte.

“Lo mejor va a ser arreglar el daño hecho porque, de lo contrario, la instalación no podrá disfrutarse. Si, por otra parte, botaron los restos, no quisiera estar en la piel de ninguno de sus trabajadores”, me dice Yanara, de cuatro meses de Iyaworaje.

“¿Quién puso la imagen allí? Por supuesto, nadie sabe. Por eso lo primordial era el respeto. Si se rompió sin querer, debió arreglarse queriendo, aunque la inauguración fuese retrasada. Hicieron caso omiso de una religión con raíces muy fuertes en el país y las consecuencias fueron devastadoras”.

María Carla Prieto


 

¿Quieres reportar algo? Envíanos tu información a:

[email protected]

Comentarios

LO MÁS TRENDING

LO MÁS VISTO