Una gloria de la música cubana y famoso exponente del arte lírico latinoamericano, Ramón Calzadilla, ha muerto este sábado 13 de abril a la edad de 90 años en Cuernavaca, México, donde transcurrió gran parte de su vida.
El Centro Morelense de las Artes (CMA), institución en la que se desempeñó como docente durante muchos años, dio la noticia en su perfil de Facebook, lamentando la pérdida física de alguien “que enalteció con su experiencia docente y obra, la formación de generaciones de cantantes”.
“Nos unimos a la pena que embarga a familiares y amigos, expresándoles nuestro más extenso apoyo y solidaridad”, se lee en el obituario publicado por el CMA, apenas uno de decenas de mensajes que honraron este fin de semana al Maestro Calzadilla.
Nacido en La Habana el 8 de enero de 1934, Calzadilla es considerado uno de los más conocidos representantes de la música lírica y popular del último siglo en América Latina. Realizó estudios con el director italiano Arturo Bovi, quien lo inició en el mundo de la ópera, y continuó puliendo su talento con la contralto Maria Pissarevskaya.
“La cultura cubana está de luto. Ha fallecido en México, a los 90 años, el barítono cubano Ramón Calzadilla. Fue una de las voces más destacadas de la lírica cubana, tanto como intérprete de ópera y zarzuela como del cancionero lírico de los grandes compositores cubanos. También fue un destacado maestro de varias generaciones. En paz descanse, Maestro”, escribió el profesor de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, Mauricio De Miranda Parrondo.
El talento vocal de Calzadilla, su histrionismo y presencia escénica lo llevaron a obtener en 1960 el primer Premio del Concurso Internacional de canto Beniamino Gigli, y el premio del jurado en el concurso Ciudad de Roma, Italia. En 1962, ganó el Primer Premio del Concurso Internacional de canto, en Tolosa, Francia.
“Un gran ser humano, autodidacta, intérprete, músico, maestro de canto. Un día le pregunté qué es lo que más le gustaba en la vida, yo pensé que me iba a decir, cantar, pero me sorprendió con la respuesta ‘Después de alguna presentación de la Ópera en algún teatro allá en Cuba, me levantaba bien temprano recogía mi red mi sombrero y me iba a cazar mariposas’. Tenía una gran colección. Era como un niño, siempre buscando, jugando, aprendiendo, enseñando”, agregó su compañero, el músico Carlos Pelusa Rivarola.
Según el diario local El Sol de Cuernavaca, el maestro Calzadilla se mantuvo hasta el último momento con su labor de docente, a pesar de su delicado estado de salud. “Impartía clases particulares para seguir formando generaciones en la música, que fue otra de sus grandes pasiones, además de subirse al escenario y deleitar al público con su esplendorosa voz”.