Artistas de Cuba: Alina Rodríguez no iba a ser actriz, pero fue la mejor

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Un año después de ver triunfar su personaje de Carmela en la multipremiada cinta cubana Conducta, la gran actriz Alina Rodríguez moría en La Habana durante 2015 víctima de cáncer. Ella en principio no iba a ser actriz, pero terminó siendo la mejor.

Recordada por los cubanos con su interpretación de Justa, en la novela Tierra Brava y consagrada ya desde antes, por su papel en el drama cinematográfico María Antonia; Alina Rodríguez dejó un vacío y un inmenso camino por delante al momento de su muerte. Una carrera que pareció muy corta porque sobraba el talento.

Aunque había tenido inicialmente otra formación, el destino de la entonces jovencita había sido marcado y en la década del 80 cuando se graduó de Licenciatura en Artes Escénicas; la cubana se instauró para siempre en una página importante de la cultura nacional.

Fue la inolvidable actriz y presentadora Consuelito Vidal, una de las primeras en decir que lo de Alina era ya la cima de la actuación. “¡Qué tronco de actriz!”, dijo en algún momento su colega. Además de los innumerables premios nacionales y extranjeros que recibió, Alina era también muy admirada por su nobleza y sus valores personales. Era igual de buena como actriz que como ser humano.  

Al conocerse la noticia de su muerte, numerosos cubanos le rindieron honores de alguna forma y hasta acompañaron a su hijo, el también actor y guionista Hugo Reyes, en el momento que esparcía sus cenizas en un sitio costero, muy cercano al malecón habanero, justo como había pedido la propia Alina. 

Muchos de sus colegas en memorables actuaciones le ofrecieron allí el último adiós. “Tendremos a Alina Rodríguez para toda la vida”, aseguró por entonces su también inolvidable compañero Enrique Molina.  

Alina podía sacar lágrimas o risas con la misma facilidad. En algún momento de su vida le tocó aceptar el personaje que fuera, pero ya más tarde y no por vanidad, sino por sinceridad y justicia con la interpretación, decidió ella misma entregarse a proyectos que le fueran afines humanamente y con los cuales pudiera enseñar algo a su público.

Fue eso exactamente lo que sucedió con la Carmela de Conducta, un personaje real, interpretado por una actriz también real y sincera, cuyo resultado fue sin dudas el mejor de todas y sin planificarlo una especie de testamento actoral para una estrella de la cultura cubana.  

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