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Cuba

“En Regla hay muchísimas personas que sienten un gran amor por la Virgen”

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Texto y fotos: Ariel Peñate

Hace un año pasó por Regla un tornado que dejó prácticamente en ruinas una parte del pueblo. En ese momento muchos le rezaron a la Virgen  para que los ayudara en medio de tanto desasosiego

Una mujer lanza flores al mar en medio de un silencio casi sepulcral. Exclama algo en voz baja, casi susurrando, antes de marcharse para seguir la procesión de La Virgen de Regla, o Yemayá, como se conoce en el panteón yoruba. Se reúne con familiares y vecinos cercanos. “Mi virgencita me va a ayudar”, dice y le da un abrazo a una mulata de unos 50 años que luego me aclara que era su hermana.

“Siempre le he pedido a mi virgencita y ella me ha ayudado. Es mi segunda madre”, comenta a Cuballama esta mujer que prefirió no revelar su nombre.

La procesión comienza desde el Santuario Nacional de Nuestra Señora de Regla, levantado entre los años  1811 y 1818.  El cura acompaña a feligreses que llevan en hombros la efigie por las calles del pueblo. Cientos de personas la siguen mientras cada una, en silencio o a voz en cuello, le ruega a Yemayá. Algunos tienen flores en las manos o velas.  Otros, sencillamente, escoltan el ritual con su fe religiosa y su necesidad de esperanza.

“Yo siempre vengo este 7 de septiembre (Día de la Virgen de Regla, protectora de la bahía de La Habana) para acompañarla y pedir por los míos. Siempre le ruego sobre todo por salud y después por algún bienestar económico. Pero con salud todo lo demás llega”, explica Virginia Martínez, una profesora que vive en Mariano y llegó hasta Regla en la embarcación que une a la ciudad con este municipio ubicado en la periferia de capital.

Hace un año pasó por Regla un tornado que dejó prácticamente en ruinas una parte del pueblo. En ese momento muchos le rezaron a la Virgen  para que los ayudara en medio de tanto desasosiego.  Una buena parte de las personas había quedado abandonada. Tenían todo tipo de carencias. Desde falta de alimentos, agua, ropa, y mucho desaliento porque estaban viviendo  aquellos terribles días a la intemperie. Había niños, ancianos, y familias enteras que lo perdieron todo. Pero se alegraban de estar vivos para “seguir luchando”, como confiesa un anciano con la piel curtida por el sol y las grietas del tiempo sobre la cara.

“La  Virgen ese momento fue muy importante para el pueblo. Nos dio una luz de esperanza en medio de tanto desastre. En Regla hay muchísimas personas religiosas y sienten un gran amor por ella”, apunta.

La procesión sigue por los alrededores del Santuario. Las personas caminan junto a la efigie religiosa. Entre ellas sobresale una anciana que parece que el tiempo se detuvo en su rostro, en su piel. Muchos la saludan como si la conocieran de siempre. La abrazan y ella, sonriente, les demanda que no la aprieten tanto, “que los huesos sufren”.

María de Jesús, como dice llamarse, nos cuenta que hace más de 20 años viene a Regla el 7 de septiembre. “Yo no profesaba ninguna fe, pero un día mi hija tuvo una enfermedad y los médicos la desahuciaron. No tenía cura y me la mandaron para la casa a morir. Era un tipo de enfermedad neurodegenerativa, que podía durar un año o dos, pero no mucho más. Entonces vine a Regla y le estuve rogando casi dos días a la Virgen y a los pocos días me hija empezó a mejorar como por obra de algún milagro”.

Después, refiere, ella ha seguido su vida normal y los médicos no entienden cómo la enfermedad se ha detenido hasta casi desaparecer sus síntomas. “Fue el milagro de la Virgen”, asegura con una firmeza que raja las piedras. María señala que desde ese momento no ha dejado de visitar a la Virgen todos los años: “Hay que ser agradecida. Me salvó a mi hija y no tengo cómo pagarle”.

Los reglanos reciben a la Virgen como si se tratara de una fiesta. Y para ellos realmente lo es. Pero hay otras personas que lamentablemente lucran con la fecha.

“Yo quería comprar girasoles y  flores para echarlas al mar en ofrenda a la Virgen pero los que venden les han triplicado los precios y el Estado prácticamente no las tiene en oferta. Yo no puedo pagar 70 pesos ahora por un ramo”, cuenta Sandra Castillo, una joven de unos 35 años ataviada con un vestido azul.

“De todas formas hago mis ruegos. Yo quiero que mi familia vuelva a estar unida. Mi madre su fue hace 7 años para Miami y no he podido verla más. Vivo con mi padre y nos gustaría volver a estar todos juntos, ya sea en Cuba o Estados Unidos. La tristeza de la separación nos está matando”.

Yemayá en el panteón yoruba significa el origen de la vida, del océano, de los mares. Resume la esencia de la maternidad porque es la madre de todos los orishas y tiene el poder de la creación. Por eso no sorprende ver a varias mujeres embarazadas en la procesión, en la que también estuvieron artistas plásticos y cantantes como Descemer Bueno.

Una mujer, rubia de ojos azules, acompaña a otra de tez negra que lleva un niño en brazos. Ambas viajaron de Miami expresamente para la celebración religiosa. Saludan a varios vecinos de la localidad con cariño y se abrazan a una señora de unos 80 años con la que se encontraron en el camino de la Virgen. “Nosotras nacimos en Regla. Nos criamos aquí desde niñas. Siempre andábamos juntas y también juntas tomamos la decisión de irnos para Miami. Nuestros padres, que por suerte ya viven allá, estuvieron de acuerdo. Primero me fui yo, manifiesta la muchacha rubia y luego ella, señala a su amiga”.

Ambas, relatan, le rezaron a La Virgen antes de salir rumbo a México hace unos 8 años y luego cruzaron la frontera hacia Estados Unidos. En sus carteras ambas conservan una pequeña imagen de la Virgen de Regla que se llevaron de Cuba. Me la enseñan y prometen que siempre las ha protegido, que gracias a ella todo les salió bien. Por eso vienen cada vez que pueden a Regla  a celebrar a  La Virgen, “nuestra patrona” mientras aprovechan para saludar a los amigos y entregarles algunos presentes: “Ellos se merecen mucho más, pero los ayudamos con lo que podemos”.

La procesión comenzó sobre las 5:00 pm y recorrió varios puntos de la geografía de la localidad. Por un momento parece que las personas salen de sus dificultades cotidianas y se entregan al culto a Yemayá con la creencia de un mejor futuro. “Ella lo puede todo, solo hay que tener fe”, expone con fervor una señora en medio de la multitud. La gente la apuntala mientras que por el rostro de los religiosos que cargan la estatua corren gotas de sudor, el cual se aplaca a ratos por la brisa que llega desde el mar.

Decenas de flores rojas y de otros colores surcan las aguas que desembocan contras las costas de Regla. Esas mismas flores que cargan los deseos y los ruegos, de cientos de reglanos y de cubanos de varias partes del país y del mundo, por una mejor vida para ellos y los suyos.

 


 

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