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Raúl Torres: ¿por qué nadie quiere oírle la trova?

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La poca asistencia al último concierto en la Sala Avellaneda de Raúl Torres evidencia quizás que pocos quieren ya “oírle su trova”

A las nuevas generaciones les cuesta, al parecer, escuchar trova. Entre los defensores del género más perseguidos podemos citar a los viejos exponentes: Silvio y Pablo no pasan de moda; se salvan en esta lista Pedro Luis Ferrer, y un poco Gerardo Alfonso. De las nuevas voces preferimos a Ray Fernández, Kamankola u Óscar Sánchez.

Pero existe un personaje a quien los más jóvenes -y los que no lo son tanto-, sí se niegan a regalarle una noche de atención: a Raúl Torres. La causa está relacionada con las recientes creaciones del autor. “Si busco divertirme, no me interesa escuchar a alguien que estará toda la noche hablándome de difuntos”, declara Antonio, uno de nuestros entrevistados.

En el repertorio inmediato del cantautor, solo podemos contar títulos homenaje a fallecidos, siempre y cuando tengan una relación estrecha con la revolución cubana.

Su tendencia se tradujo en una mayor cobertura mediática, con la cual se buscó revivir una carrera musical en franco declive y algún otro beneficio desconocido. Más o menos desde el 25 de noviembre de 2016, podemos decir que la musa de Torres se enamoró de los dirigentes.

Canciones como “Cabalgando con Fidel”, “El regreso del amigo” (dedicada a Hugo Chávez) o Ania (a la fallecida periodista Ania Pino), le han merecido el mote de necrotrovador. Aunque los triunfos en la arena oficialista han sido notables, estos le han traído muchos comentarios negativos del pueblo.

“A mí me parece ya una falta de respeto. Los cubanos estamos en un punto de saturación tal que, cuando ocurre algún desastre, esperamos el mismo conglomerado de palabras por su parte. Eso sin contar la cantidad de veces a escuchar el tema en los días siguientes: antes del noticiero, entre un programa y otro, o porque sí”, considera Susana.

Carla, por su parte, incluso llega a defenderlo: “Cada cual lucha como puede, su forma es esa. No podemos hacer a un lado la belleza de sus temas, los sentimientos que afloran cuando los escuchas; claro, no lo podemos negar: como los repiten mucho, llegan al punto de cansarte. Ni siquiera su voz es melódica”.

El oportunismo del cantautor no pasa desapercibido. Durante los últimos días de este año, Torres anunció con bombos y platillos su espectáculo único Nómada candil, con el cual celebraría 30 años de carrera artística además de su primer concierto junto a Xiomara Laugart y Pablo Milanés.

Una concurrida conferencia de prensa, unido a un eficiente trabajo de promoción en reconocidos medios oficialistas como CubaSí o Juventud Rebelde acompañaron la campaña de Raúl. Sin embargo, estos bombos y platillos no fueron suficientes para asegurarle el éxito; al menos eso nos cuenta Claudio, uno de los asistentes a la sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba. “Pensé que el concierto sería una especie de viaje por las creaciones musicales del artista, y lo fue durante un tiempo. Sin embargo, aquello se tornó un acto solemne, como de recordación a los caídos. En ese momento, me fui”.

Por si esto fuera poco, al parecer el artista no pudo convocar a su noche especial a grandes estrellas de nuestro panorama musical. Lyne, quien también decidió acudir a la cita, se topó con tamaña desilusión: “Aparte de estar prácticamente vacío, de los invitados solo puede salvarse Waldo Mendoza. Además de él, estuvieron Arnaldo, el del Talismán, Karel García y Annie Garcés; los demás ni siquiera me sonaban”.

Tal vez el público esperase la llegada de Laugart o Milanés –a fin de cuentas eran ellos parte imprescindible de la celebración- mas no ocurrió. Muchos salieron desalentados pues, el medio Prensa Latina, anunció erróneamente la concurrencia de ambos.

Raúl Torres le ha dado a su carrera el electroshock que necesitaba, eso sí, prescindiendo, a cambio, de la aceptación de buena parte de su público. Ahora se codea con la élite del gobierno y escribe canciones triunfalistas, en las cuales hace caso omiso a la situación real del país, por ese motivo, pocos quieren “oírle la trova”.

María Carla Prieto

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