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Pedro Luis Ferrer: ¿El pan bueno a dónde fue?

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En unas décimas que hoy recuerda, el trovador se preguntaba: ¿El pan bueno a dónde fue?

En estos primeros días del año, ni se sabe con exactitud cuánto pan ha quedado sin venderse en las bodegas de Cuba.  La gente se niega a pagar 1 peso por 80 gramos de una masa que hace apenas unos días costaba 5 centavos.

Lo cierto es que en redes sociales las quejas se suceden; hay quien se lo toma más en broma y recurre a memes; u otros como el trovador Pedro Luis Ferrer -que en medio de este caos de precios que vive la isla- recuerda unas viejas décimas.

Dice Pedro Luis en su perfil de Facebook que le “vinieron a la mente tres decimitas que ocasionalmente concebí hace muchos años”. ¿Muchos años? Podrían ser de ayer mismo, porque cuando uno las lee se percata de que más allá de que ahora casi nadie quiera pagar por el pan que se vende en las bodegas, la calidad es dudosa desde hace mucho ya.

Un gremio de panaderos,
como el que tuvo el caimán,
le daba manteca al pan
y abundancia a sus linderos
pa’ mejorar los molleros
del humilde comprador.
El estómago en rigor
panificaba su estría
con la docta maestría
del eterno amasador.

¿El pan bueno adónde fue
con su virtud harinera?
¿Acaso cruzó frontera?
Tiempo que no se le ve
con la leche y el café
desayunando crujiente,
mantequilloso en el diente
o mantecoso en la mesa
con su complexión obesa,
recién nacido y caliente.

Pan nuestro de cada día:
Que multipliquen tu ser
para que des de comer
en cada panadería.
Que no sufra más la encía
con la chiclosa moldura
de esa bola miniatura
que demerita el oficio.
Será justo el beneficio
para cualquier dentadura.

Otro cubano que por estos días en redes hace análisis de meridiana lucidez, el periodista Jorge Fernández Era, también ahonda en el tema del pan: “El problema de la mala calidad del pan no es nuevo, es reconocer que a nadie le ha importado ni le importa la cantidad de gente que lucra con el gramaje que nos arrebatan de esa cosa que nos toca por la libreta, que lo nuestro de cada día es tragarnos una masa amorfa que ahora se cotiza a precio de boutique.Si vamos a reclamar por los siete pecados capitales que constituyen en Cuba las letras que conforman la palabra calidad, habría que cerrar todas y cada una de las panaderías del archipiélago, pues dudo que una sola cumpla con los rigurosos requisitos que dictan los organismos sanitarios para su funcionamiento”.

Neus Francino

Puede leer también: Cuba: Precios y más precios confirman (des) ordenamiento monetario

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