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“Alguien” enseñó a los monos de Bali a robar objetos valiosos

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Un estudio sobre el comportamiento de los monos “ladrones” en Bali concluye que estos saben diferenciar un objeto valioso de otro que no lo es.

Más sorprendente aún es el hecho de que los macacos ladrones saben negociar la devolución del objeto robado, de acuerdo a “su importancia”.

Uno de los “Grandes Enigmas” de la humanidad -si es que pudiera decírsele así- ha sido en parte “descubierto” y es este: ¿dónde aprendieron los monos de Bali a robar objetos valiosos?

Es posible que usted a estas alturas no sepa de qué estamos hablando aquí. O que no haya visto, por ejemplo, Indiana Jones. No se preocupe, que le explico.

En un templo de Bali, una isla de Indonesia, hay unos monos que son todos unos expertos ladrones. Por cientos, quizás miles, andan por la calle y lo que es peor, “asaltan a los turistas”.

¿Sacas un celular? ¡Un mono viene y te lo roba! ¿Te ven el bolso abierto? ¡Uno viene y te roba la cartera! ¿Cámara fotográfica en la mano? ¡Te la arrebatan!

Los muy bandidos luego escapan a toda velocidad. Algunos se trepan, por ejemplo, en un techo y hasta se ríen en tu cara.

La solución para enfrentar este problema es una sola: premiarlos con comida. Claro, si el mono ladrón se detiene -digamos- porque otros simplemente desaparecen.

Este problema es tan antiguo como el mojo de la yuca. Dicen que hay personas que los crían en jaulas, los sacan por la mañana, y estos, cuando roban, regresan “a casa” con el objeto robado, porque saben que su dueño los premiará con un platanito o un dátil.



En fin, que tras mucho estudiarse este fenómeno, se ha llegado a una conclusión: los macacos en Bali han aprendido a “juzgar” cuáles son los objetos de mayor valor para los turistas y no solo eso; los roban para luego intercambiarlos por comida, como pago de rescate. Los teléfonos móviles, carteras y espejuelos de graduación se encuentran entre las posesiones de alto valor que los monos han aprendido a robar.

El Dr. Jean-Baptiste Leca, profesor asociado de Psicología del Departamento de la Universidad de Lethbridge en Canadá y autor principal del estudio, afirma que estos monos son demasiado inteligentes, pues no se arriesgan a recibir una patada o “ser capturados” por una hebilla de pelo o un bolígrafo -ay, si supieran ellos identificar un Diamond Pen, de Caran D’Ache o un Gaia High Luxury Omas Fountain Pen o un Tibaldi de Fulgor Nocturnus- pues solo “atacan” cuando ven objetos electrónicos, principalmente.

“Estos monos se han convertido en expertos en arrebatárselos a los turistas distraídos que no escucharon las recomendaciones del personal del templo de mantener todos los objetos de valor dentro de bolsos con cremallera firmemente atados alrededor del cuello y la espalda”, dice el estudioso, que se pasó más de 273 días filmando las interacciones entre los macacos y los turistas.

Por si fuera poco, algunos hasta han aprendido que, por ejemplo, pienso yo, un iPhone 11 vale 3 platanitos. O sea, que si le das uno solo, ¡ni sueñes que te va a devolver tu iPhone 11!

Evidentemente “alguien” los enseñó y quizás en la marcha aprendieron los monos, pero según la investigación, que fue financiada por el Consejo de Investigación de Ciencias Naturales e Ingeniería de Canadá (NSERC) y el Instituto de Investigación del Juego de Alberta (AGRI) y publicada en Philosophical Transactions of the Royal Society, estos monos son unos verdaderos expertos negociando el objeto que se roban.

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Dice Lecca que es un comportamiento aprendido “en la vida”, pues son monos que se crían en libertad.

Los macacos de Uluwatu -ese es su verdadero nombre, pues ese es el nombre del templo, Uluwutu- han transmitido de generación en generación esta enseñanza “durante al menos 30 años en esta población”, indica el investigador. Alguien, hace 30 años los enseñó; o quizás, un día, un macaco “jodedor” se robó unos espejuelos Ray Band y tras recibir una oferta de dos platanitos, los demás observaron que así podían obtener comida gratis y dijeron ¡a robar se ha dicho!

Lo cierto es que, en el arte de regatear el precio son unos monos muy fríos en el corazón, e insensibles, aunque al final, por alguna razón -debe ser porque no se pueden comer un celular- terminan devolviendo el objeto robado.

El estudioso afirma que él presenció “negociaciones” entre uno de esos monos ladrones, un turista y un personal del templo, de esos que suelen asumir la culpa y piden disculpas por sus “traviesos” monos. Las negociaciones, dice Lecca, solían durar varios minutos. La que más duró, documentada por él, demoró 25 minutos, entre ellos 17 minutos de pura negociación, hasta que el macaco devolvió el objeto.

Curiosamente, dice, “cuando el artículo hurtado era de menor valor, era más probable que los monos concluyeran con éxito las sesiones de trueque aceptando una recompensa menor”. O sea, que el proceso de negociación demorara menos tiempo.

Ahora, con esto del coronavirus ha surgido otro problema. Como hay menos turistas, los monos se han vuelto más agresivos, porque la pandemia los ha dejado con poco para comer ya que los turistas, estafados o no, son los que suelen darle comida en las calles.

Ariel P.

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